Cuatro mujeres latinoamericanas dan testimonio de su opción por la no-violencia, expresada en distintas luchas y diversos campos. Con esta serie de entrevistas breves, conmemoramos el 2 de octubre, Día Internacional de la no-violencia. Porque la no-violencia también existe y es cada día, más vigente. Hoy, Lorena Zárate, argentina, presidenta de HIC (Habitat Internacional Coalition), comparte con nosotros su testimonio.
P: Lorena, ¿cómo ha estado presente en tu vida la opción por la no-violencia?
L: Desde chiquita hay cosas que me indignan, relacionadas con la injusticia, con gente que hace sufrir a otras personas. Eso me provoca reacciones violentas en mi cuerpo y ganas de subsanarlo. Cuando era niña viví en Asunción, en la época de la dictadura. Lo percibía, no lo comprendía en toda su dimensión. Ya adolescente volví a Argentina y, a los dos años de estar allí, se comenzó a filmar “La Noche de los Lápices”. Me acuerdo que ví esa película, sin tener aún18 años y me impactó de tal manera que, a partir de ese momento cada vez que veía un militar o un policía, sentía ganas de “saltarle al cuello”. Hoy en México, donde vivo hace 14 años, veo cómo están presentes los militares, sus tanques y armas. Me sorprende que nadie diga nada e que incluso la gente pida más.
Me sorprende porque estoy convencida que los cambios no vienen de la violencia. Vienen de aprender a convivir en la diversidad, en la diferencia. Viene de otros lados y la historia de la humanidad nos lo demuestra, porque da cuenta de muchos momentos de convivencia. Yo nací en Argentina, mi apellido es español y mi abuelo viene del sur de España, con la influencia árabe en él. Allí hubo historia de convivencia. Hay muchos momentos de convivencia en la historia de la humanidad, solo que nos enfocamos, especialmente en la escuela, en ver la historia desde la guerra, desde el poder oficial, los presidentes, los aristócratas, los terratenientes, los militares… los hombres.
P: En el trabajo que haces desde HIC, en la lucha por el derecho a la vivienda, a tener un lugar donde vivir ¿ cuáles son las expresiones de violencia que ves día a día?
L: la violencia más explícita, vinculada con muertes, armas y amenazas que viene de distintos lugares. Si eres una persona con escasos recursos económicos y vives en barrios pobre estás preso de todo tipo de violencia. Desde el Estado que te trata de invasor y no te reconoce, emprendiendo procesos brutales de desalojo, pero también otro tipo de violencias, las de las mafias alrededor de los traficantes de tierras o de drogas. Hemos sido presa de violencia desde hace mucho tiempo.
Pero además hay otros tipos de violencia que no se ven y no se hablan, porque no se entienden de esa manera. La pobreza sistemática, una sociedad que te pone en un lugar marginal, no solo físico sino social, cultural, económico. No es raro que la gente reaccione violentamente contra eso. La sociedad le ha dicho que no sirve, que es vago, que se tiene que ir a vivir a la barranca, que nunca tendrá seguridad, que no puede poner sus hijos en la escuela porque no tiene dirección y con ello, pierde otro tipo de beneficios. Hay algo muy profundo ahí y muy gráfico: una sociedad que nos manda a las orillas, a los peores lugares a vivir, porque somos las peores personas dentro de esa sociedad y muchas veces todavía con el discurso de que “somos vagos”, no porque no hemos tenido las mismas oportunidades. Ese tipo de violencia que no se dice pero que es tan brutal y salvaje como la otra produce angustia, desesperación y muerte.
P: ¿Y de qué manera tu quehacer es una contribución a la no-violencia?
Trabajando desde la dignidad y el respeto a la vida propia y ajena, un reconocimiento de que como personas tenemos derechos y derecho a reclamarlos; que tenemos que organizarnos y para ello tenemos que ser capaces de llegar a acuerdos. Desde la necesidad de organizarnos, aliarnos para poder transformar la realidad, ganar espacios y garantías para nuestros derechos. Vemos el proceso de urbanización no solo como un proceso de construcción de ciudades sino de ciudadanía. En su inicio de resistencia frente a las dictaduras. Mucha gente de los barrios y que trabajaba en los barrios desapareció, murió, justamente haciendo ese trabajo no-violento. Los movimientos urbanos han sido determinantes en el reclamo de los derechos. Hoy, si vemos el 60% de las ciudades latinoamericanas, constatamos que han sido hechas por la gente. No por los Estados
Creemos en la democracia, pero en una democracia distinta, profunda. Construir desde una cultura de paz y no violencia, pero también de resistencia. La no violencia no implica que uno acepte el lugar donde lo ponen o que te obliguen a hacer cosas que no quieres. Implica resistir por medios pacíficos. Hoy es más difícil porque nuestras sociedades están cruzadas por violencia de todo tipo, desde los medios de comunicación y el consumismo hasta el intento de imponer un modelo único, cruzado todo por la violencia física y de las armas, en manos de tantos actores. Es difícil afianzarse y reaccionar sin seguir esas reglas de juego.