Norma Henríquez, colombiana, con una trayectoria de vida dedicada a la lucha por los derechos humanos, feminista y activista por la paz, responde las preguntas de Pressenza-Ecuador. Esta entrevista cierra la serie preparada por el Día Internacional de la No-Violencia.
1. ¿Cuándo y por qué elegiste la no-violencia como forma de lucha?
En 1994, fui convidada a a formar parte de un grupo que se denominó Comité de búsqueda por la paz, que se incorporó en 1997 con la actual Asamblea permanente de la sociedad civil por la paz. Han sido espacios de reflexión amplios, que junto con los del feminismo, fueron dando sentido al dolor por las pérdidas de vida y por el deterioro de las relaciones entre las personas, debido al temor, a la frustración, a la ruptura obligada del tejido social por el desplazamiento, el exilio o las propias decisiones que nos alejaban, las que afianzaron mi compromiso con la búsqueda de la paz con justicia social, con compromiso personal de apoyar procesos compartidos y al mismo tiempo buscar entender y sanar internamente aquello que en mí, puede haber contribuido a hacer o dejar pasar formas de pensar y actuar que afirman valores violentos.
2. Desde tus espacios de vida y trabajo, ¿cuáles son las expresiones de la violencia que están presentes?
La violencia institucional y social que niegan posibilidades, que excluyen, que subordinan. El lenguaje que ataca y destruye; la insensibilidad frente a las necesidades no satisfechas de millones de colombianas y colombianos, y en el resto del mundo, al mismo tiempo que se acumula riqueza en pocas manos; la corrupción que campea entre quienes tienen el poder y que dicen dialogar con nosotros/as ( defensoras/es de DDHH) para buscar saidas al conflicto armado, cuando solo buscan ventajas militares o políticas.
Entre las y los nuestros, el ánimo protagónico que desconoce el valor de las propuestas y el trabajo de las/los otras/os y solo escuchan la propia opinión. La insolidaridad en el trabajo que decimos compartir.
La violencia en las aulas, donde se lesiona la autoestima de niñas y niños, especialmente de los que se consideran en desventaja. La violencia permanente contra las mujeres que se constata en los espacios privados y públicos.
3. ¿Cómo sientes que tu militancia y activismo, con el de tantas compañeras, aporta a la construcción de la no violencia?,
Aunque lentamente, vamos progresando. Ganamos sensibilidad frente a las formas de descalificación y nos pronunciamos frente a ella. Rechazamos acusaciones no fundadas; buscamos generar solidaridad frente a las oportunidades, compartir reflexiones, animar a participar, hacer el ejercicio constante de compartir el dolor de todas y todos los afectados, independientemente de qué lado estén, incluso de quienes nos persiguen, porque la guerra les genera réditos. Reconocer en la guerra uno de los peores mecanismos patriarcales, en tanto se ejerce el poder exclusivamente por medio de la violencia.