PUERTO PRÍNCIPE, 30 sep 2013 (Haiti Grassroots Watch) – Rosadas, verdes, azules, rojas. A la distancia, las miles de casas de colores brillantes lucen como una pintura. Pero desde allí no se puede ver el sufrimiento y los peligros que amenazan a los residentes del barrio de Jalousie, en la capital de Haití.

 

El gobierno dice que está gastando seis millones de dólares en mejorar el vecindario.

El mes pasado, un estudio advirtió que este tugurio tendido sobre una colina, en el que viven entre 45.000 y 50.000 personas, se encuentra sobre una falla geológica secundaria.

“No solo hay una falla que atraviesa Jalousie, también existe un serio peligro de deslizamientos de lodo en el área”, explicó el geólogo Claude Prépetit, coautor de un nuevo estudio sismológico de Puerto Príncipe, en una conferencia de prensa el 2 de agosto.

Muchas de las pequeñas casas de Jalousie se construyeron del lado del monte de L’Hôpital, sobre terrenos muy empinados o en barrancos que operan comocanales para el agua de lluvia.

Cada vez que llueve, cataratas de agua chorrean por las laderas, en las que oficialmente es ilegal construir o talar árboles. Sin vegetación que absorba la lluvia, el agua y el lodo pueden arrasar con personas, animales y hasta casas enteras.

Un documento del Ministerio de Ambiente observa que más de 1.300 viviendas deben trasladarse, porque amenazan a sus habitantes y a la gente que vive en la ciudad que se encuentra abajo. En 2012, el ministro Ronald Toussaint anunció planes para esas mudanzas pero, cuando los residentes implicados protestaron, intervino el presidente Michel Martelly, cancelando la iniciativa y destituyendo al ministro.

Jalousie, uno de los muchos barrios hacinados e informales que rodean la capital haitiana, no tiene agua ni saneamiento. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), el tamaño de las casas varía de ocho a 30 metros cuadrados y la densidad de población puede llegar a 1.800 personas por hectárea.

Las diminutas viviendas de hormigón dan de frente a comercios, restaurantes, hoteles y mansiones de Pétion-ville, una de las comunidades donde viven y trabajan profesionales y la elite de Haití. Los habitantes de Jalousie, entre ellos niños y niñas, tienen que trepar todos los días estrechas escaleras para obtener agua, que luego cargan sobre sus cabezas. Cada cubo de 19 litros cuesta hasta 35 centavos de dólar y pesa unos 19 kilogramos.

“Trabajo de maquillaje”

El gobierno haitiano dice estar en proceso de gastar unos seis millones de dólares en Jalousie, pero no para reducir sus peligros o brindar servicios.

Lo que la administración está haciendo es para algunos “un trabajo de maquillaje”: pinta las viviendas en un proyecto que llama “Jalousie en colores”, como homenaje al artista haitiano Préfète Duffaut (1923-2012), que llenaba sus obras de casas de colores brillantes sobre las laderas.

La primera fase costó 1,2 millones de dólares y se completó a comienzos de este año, coincidiendo con la inauguración del Hotel Occidental Royal Oasis de cinco estrellas, donde una habitación simple cuesta 175 dólares y una “suite junior”, más de 350. Dos noches en una suite equivalen a más de lo que la mayoría de los haitianos ganan en un año.

El Oasis da de frente a Jalousie. La primera fase del proyecto incluía pintar 1.000 casas para hacer la vista un poco más agradable, y presuntamente incluyó el “reforzamiento” de algunas viviendas, aunque ninguno de 25 beneficiarios entrevistados por Haiti Grassroots Watch (HGW) dijo que su casa hubiera recibido más que pintura.

“La fase dos será aún mayor”, dijo el primer ministro Laurent Lamothe a una pequeña multitud reunida en una cancha de fútbol en la inauguración del 16 de agosto. Según Lamothe, costará cinco millones de dólares.

[image src=»http://www.pressenza.com/wp-content/uploads/2013/10/microzonage500.jpg» width=»480″ height=»640″ lightbox=»yes» align=»left»]Esta imagen del reciente estudio de microzonificación sísimica muestra las zonas en riesgo de deslizamiento

El jerarca dijo que se pintarán 3.000 casas más, y que la cancha de fútbol tendrá nuevas tribunas, vestuarios y césped sintético. También prometió una calle asfaltada de 1,2 kilómetros y la mejora de 2,8 kilómetros de callejones.

Pero mientras Lamothe se deshacía en elogios al proyecto, una veintena de manifestantes con carteles gritaban: “¡Queremos agua! ¡No tenemos agua!”,  “¡Escuelas!” y “¡Necesitamos una clínica!”.

El primer ministro les pidió “paciencia” y agregó que “abordaremos todos los problemas poco a poco, pero ustedes saben que tienen muchas dificultades y estamos intentando hacer mucho con pocos medios”.

Otra mano de pintura no es la prioridad para los habitantes de Jalousie, según una miniencuesta que hizo HGW. Ante la consulta de qué es lo más necesario, 24 de 25 personas dijeron que querían escuelas para sus hijos, y la cuarta parte agregaron que querían mejor acceso al agua.

Por lo menos una residente –quien, como la mayoría de los entrevistados por HGW, dijo que prefería no revelar su identidad- ya no tiene paciencia.

“Lo que necesitamos es agua y electricidad”, dijo una mujer que vive en una pequeña casa junto con otras 11 personas, entre ellas dos niños que no asisten a la escuela.

Ninguno de los entrevistados a los que les pintaron las casas haber sido consultado, ni siquiera sobre la elección de los colores.

Lavando ropa a mano en su pequeño porche, una mujer dijo que no estaba en su vivienda cuando se la pintaron, y que no está satisfecha.

“Yo puedo pintar mi propia casa”, dijo. “Cuando llegué, vi un montón de manchas de salpicaduras de pintura en mi pared”.

¿Quién se beneficia?

Vistos de lejos, los colores resultan atractivos. Pero las casas que no miran al hotel siguen siendo de grises bloques de cemento. Incluso las que se beneficiaron solo recibieron una pintura parcial de las paredes exteriores.

Un habitante de Jalousie, Sylvestre Telfort, opina igual que muchos: el proyecto busca cubrir este tugurio con una suerte de “maquillaje” porque está justo frente al Oasis y a otro hotel nuevo, el Best Western Premier.

En su sistio de Internet, el Oasis promete a sus clientes “una vista magnífica de la ciudad”. El Best Western, donde las habitaciones cuestan 150 dólares por noche, dice a sus futuros visitantes que el hotel está “ubicado en las hermosas colinas de Pétion-ville, un conocido y moderno suburbio de Puerto Príncipe”.

“El proyecto de pintar Jalousie no es nada más que un apaciguamiento del gobierno para satisfacer a la burguesía, que durante años intentó exterminarnos”, explicó Telfort. “No pueden tirar una bomba para eliminar a la gente. Así que tuvieron que adoptar otro enfoque y colorearon el exterior de nuestras casas”.

El exministro de Ambiente está preocupado. “La situación del monte L’Hôpital es caótica. Es una cuestión de seguridad pública… Las construcciones de concreto impiden que el suelo absorba el agua de lluvia. Pintar no es la respuesta”, dijo Toussaint a HGW.

Claude Prépetit, el coordinador del estudio sismológico, asegura que muchos habitantes están en peligro “por el riesgo de deslizamientos de lodo y de movimientos telúricos, (así como por) la amplificación de las vibraciones durante un terremoto”.

Prépetit piensa que el gobierno debería prohibir “todas las construcciones futuras en la región”, además de “identificar las áreas más peligrosas y trasladar a toda la gente cuya vida esté en riesgo”.

Como última medida, tras garantizar que la población tenga servicios, “pueden pintar las fachadas de las casas que lo permitan, si quieren embellecerlas”, agregó.

Durante su visita al tugurio, apenas 14 días después de que Prépetit y otros expertos anunciaran la falla secundaria, Lamothe no mencionó los riesgos sísmicos.

“Ya verán lo que podemos hacer para mejorar las vidas de las personas”, prometió. “¡Estarán orgullosos! ¡Estrán felices!”.

Luego de su discurso, Lamothe y su séquito se subieron a un vehículo todoterreno, en el que volvieron a bajar la montaña. Los habitantes regresaron a sus subidas y bajadas diarias para buscar agua, intentando sobrevivir una jornada más en el asentamiento al que el Best Western llama “moderno suburbio”.

Haiti Grassroots Watch es una asociación de AlterPresse, la Sociedad de Animación y Comunicación Social (SAKS), la Red de Mujeres de Radios Comunitarias (REFRAKA), radios comunitarias de la Asociación de Medios Comunitarios Haitianos y estudiantes del Laboratorio de Periodismo de la Universidad del Estado de Haití.