Por Miguel Mikel. Publicado en   http://miguel-esposiblelapaz.blogspot.com

El pasado martes 22 de octubre la «líder opositora birmana Aung San Suu Kyi» ha recibido del presidente del Parlamente Europeo, Martin Schulz, «el premio Sajarov a la Libertad de Conciencia», que le otorgó ya el Parlamento Europeo hace 23 años, según indica en su página web Televisión Española. (1)

El premio Sajarov indica en la misma página del Parlamento Europeo:

El Premio Sájarov recompensa a personalidades excepcionales que luchan contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión. Al igual que Andréi Sájarov, los galardonados con el Premio Sájarov dan testimonio del coraje que es necesario para defender los derechos humanos y la libertad de expresión. 

¿Ha luchado realmente Aung Suu Kyi contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión? ¿Se han premiado estas supuestas virtudes o por el contrario se han utilizado estas pomposamente para conseguir otros objetivos?

Miremos a la importancia que tiene Birmania (Myanmar) en los asuntos económicos, ya que forma parte clave de la ruta de comercio por el Océano Índico de China, que es por donde recibe el petróleo de Oriente Medio y otras mercancías, por ejemplo alimentos desde África. En esta ruta cada país o espacio geográfico importante recibe según la nomenclatura económica de occidente el nombre de «perla», y el conjunto del trayecto es el «collar de perlas». «Collar de perlas» que el poder económico occidental quiere romper para controlar a China.

Una «perla» realmente importante es Myanmar (Birmania). No solo por sus puertos o bases navales, sino porque es también, como Pakistán, una vía de comunicación directa entre el Océano Índico y China, sin necesidad de bajar hasta Indonesia para luego tener que volver a subir el trayecto hacia el Mar del Sur de China.

Viendo el siguiente mapa podemos ver la importancia de los proyectos en Myanmar: puertos, carreteras, ferrocarriles, gaseoductos y oleoductos que conecten la bahía de Bengala  con el sur de China.

Visto esto, teóricamente cabría esperar que las corporaciones y el gobierno estadounidense estuviesen actuando contra este país, Myanmar, que tiene buenas relaciones con China, y así es, llevan años fomentando un frente político vinculado al mundo corporativo occidental. Aquí tuvo lugar una de esas revoluciones de «color», aquí denominada del «azafrán», por el color de los hábitos de los monjes budistas que respaldaban a la candidata del mundo de los negocios occidental Aung San Suu Kyi.  En esta campaña intervinieron prácticamente todos los medios corporativos y organizaciones como Amnistía Internacional. En ella supuestamente querían acabar con un régimen militar para implantar la libertad y la democracia, sin embargo, los hechos son bien diferentes, el interés está en que Myanmar haga negocios con Estados Unidos y sus socios, no con China. Además, la tolerancia de estos monjes no ha sido nada ejemplar, persiguiendo y ensañándose contra los Rohingya, un grupo étnico musulmán del estado de Rakhine.

 Estos llamados monjes han desempeñado un papel central en la construcción de la maquinaria política de Suu Kyi, así como en el mantenimiento de más de una década de genocidio y violencia sectaria dirigida a las minorías étnicas de Myanmar. Otro ejemplo de la «promoción de la democracia» de EE.UU. y del dinero haciendo su trabajo. (1)

Como comenta Tony Cartalucci, la persecución y expulsión propuesta por estos monjes de la etnia Rohingya es como si en Estados Unidos hiciese eso hoy en día el Ku Klux Klan con las personas de «raza» negra.

Ver el artículo completo en el siguiente enlace para comprender la actuación del poder económico occidental contra China en sus rutas comerciales: La guerra económica, militar, mediática y humanitaria contra China

Teniendo en cuenta que esta mujer, Aung San Suu Kyu, pertenece a una familia de la élite económica de Myanmar y de que es en realidad la representante del poder económico occidental, ¿qué tiene que ver este premio con los derechos humanos?, es más, si ha apoyado un genocidio contra las minorías étnicas, ¿qué sentido tiene entonces dárselo de acuerdo a lo que el mismo premio Sajarov dice: El Premio Sájarov recompensa a personalidades excepcionales que luchan contra la intolerancia, el fanatismo y la opresión?  .

La respuesta no es complicada, el Parlamento Europeo, como su premio Sajarov, nada tienen que ver con los derechos humanos, y sí con los intereses económicos del poder económico occidental, a quien sí representa realmente el Parlamento y no a los millones de europeos que lo rechazan por no representarlos y condenarlos a la pobreza y la precariedad.

Este mismo año ese Parlamento hacía otra parodia humanitaria y de defensa de la libertad con este premio, dándoselo a la niña Malala, por su supuesta oposición contra los talibanes en Afganistán. (2) Esta niña, que es como una marioneta en manos de este poder económico occidental, ignora la historia bien reciente de su propio país, cuando en 1979 existía un gobierno progresista de orientación marxista, pero que fue destruido por la financiación, asesoramiento y entrega de armamento de las corporaciones y los gobiernos occidentales a los fanáticos yihadistas que asolaron y destruyeron el país y la tolerancia. Ahora los destructores tratan de premiar una supuesta tolerancia que ellos arruinaron a propósito.
Notas:

(1)La opositora birmana Aung San Suu Kyi recoge el Premio Sájarov concedido hace 23 años. TVE, 22.10.13. 

(2) Tony Cartalucci.  «Pro-democracy» groups behind Myanmar refugees attack.  Land Destroyer. 29.10.12.

(3) El Parlamento Europeo homenajea a Malala con el premio Sájarov. El País, 10.10.13.