Por Eva Debia, publicado por Revista Somos.-
Filósofo, teórico social y fundador de un sistema ético más que de una religión, el fundador de la escuela Ru de pensamiento chino (o Escuela de los Letrados) entregó el pilar de la educación y el comportamiento del hombre ideal, no solo para su país, sino que para la humanidad como un todo.
En chino mandarín, el nombre habitual de Confucio es Kǒngzǐ, literalmente “Maestro Kong”, también escrito “Kung Fu Tse” o “Kǒng Fūzǐ”, desde donde proviene la latinización Confucius, realizada por monjes jesuitas de Pekín siglos después de su muerte.
Este pensador chino habría nacido el 28 de septiembre o bien el 21 de octubre del 551 a. de C. en el pequeño pueblo de Qufu, en el Estado de Lu, al nordeste del país. La información que se posee sobre su vida es una mezcla de hechos ciertos y ficción, mayormente recabados por el historiador de la corte de la Dinastía Han, Sima Qian, en el siglo II a. de C.
De acuerdo al autor, Confucio era descendiente de una familia real del Estado de Song, desde donde su abuelo debió huir por disturbios políticos afincándose en Lu, en el sureste del actual estado de Shadong. Allí, la condición de su familia se vio reducida a la pobreza. Confucio habría nacido como resultado de las plegarias de sus padres por tener un hijo en la colina de Ni, en Qiu. Sin embargo, otra interpretación explica que sería hijo de un noble y poderoso militar proveniente de la dinastía de los Kong con una concubina sumamente joven. Como único descendiente varón, fue instruido con esmero desde su despertar. Sin embargo, al fallecer el padre cuando Confucio tenía apenas tres años, el pequeño fue dejado aparte por el resto de la familia, quedando madre e hijo a la deriva.
Juventud
Físicamente poco agraciado y sumamente inteligente, Confucio entendió desde su más temprana infancia que la realidad socio política de su país adolecía de una estructura moralmente adecuada. Para ayudar en la economía doméstica, el joven trabajó pacientemente en diversos oficios, como cuidar ganado en los graneros estatales o realizar labores de contabilidad.
La tradición indica que en su camino de desarrollo estudió los rituales daoístas con Lao Dan y música con Chang Hong. Una de sus grandes influencias de pensamiento fue Zi Zhaan, primer ministro de Cheng, responsable además de introducir el primer código jurídico en China. Asimismo, influyó en su pensamiento el contexto histórico bélico en el que se desenvolvió, con el consecuente escepticismo de su época en lo concerniente a la religión.
Educación
Debido a su insaciable amor por los estudios, decidió impartir clases. Para llegar a crear su propia escuela, primero debió enseñar en recintos tradicionales, donde los hijos de la nobleza aprendían a escribir y calcular, tiro con arco, conducción de carros, música y ceremonial. Se estima que en total tuvo más de 3 mil discípulos, no distinguiendo a los muchachos por su condición socioeconómica sino por su avidez de conocimiento. Así, muchos de sus pupilos provenían de familias indigentes, conviviendo en igualdad de condiciones con los niños de familias ricas.
Se preocupó de instruir a sus pupilos en los clásicos de la literatura china, así como en la importancia de la música. Propugnó el gran valor del poder del ejemplo, pues afirmaba que los gobernantes sólo pueden ser grandes si llevan vidas dignas de imitar y se guían por principios morales. De esta forma, los ciudadanos de sus Estados tendrían el necesario estímulo para alcanzar la prosperidad y la felicidad.
El jefe de la familia noble de Mong, Hi Tsi, le encomendó la educación de su hijo Mong I Tsi y de su sobrino. Cuenta la leyenda que junto a ellos viajó a la ciudad de Lu para entrevistarse con Lao Tsé, en ese entonces bibliotecario de la corte, al que Confucio veneraba como un maestro: este encuentro constituye una de las escenas cumbres de la tradición filosófica china. Sobre la reunión, Confucio comentó enigmáticamente: «El pájaro vuela, el carnero corre por la tierra, en cambio el dragón no se sabe dónde está su morada. He visto a Lao Tsé, es como el dragón».
Política
Para entender en profundidad la motivación ética de las enseñanzas de Confucio, debemos atender la realidad política del momento. En tiempos de la segunda parte de la dinastía Zhou, el gobierno central sufrió un proceso de degeneración y decadencia, y las intrigas y la relajación de costumbres se generalizaron.
El dominio Zhou era de carácter feudal, contando con más de 170 estados, y el modo de elegir a sus gobernantes era por parentesco.
Confucio lamentaba el desorden característico de aquellos tiempos, así como la ausencia de modelos morales que revirtieran tal situación. Por ello, llegó a la conclusión de que el único remedio para tal realidad era recuperar y difundir entre la población los principios y preceptos de los sabios de la antigüedad.
El hecho de ser consejero del príncipe de Tsi le sirvió para conocer de cerca las particularidades del gobierno, y aumentó su prestigio como hombre de Estado, consiguiendo posteriormente un cargo público en Lu como encargado de la provincia de Tschung Tu, posteriormente como Ministro de Obras Públicas, y al siguiente año, de Justicia.
La eficiencia de su sistema se reflejó en los actos: en tres meses reorganizó la administración, estableció numerosas reformas para impartir justicia de modo imparcial, consiguiendo la casi completa erradicación del crimen. Sin embargo, dimitió del cargo en el 496 a. de C., disconforme con el criterio político del príncipe, que había sucumbido a una intriga política de sus enemigos, quienes para debilitarlo le enviaron un séquito de mujeres hermosas y vírgenes.
Esta decisión le obligó a peregrinar durante trece años de una corte a otra, tratando de persuadir a los monarcas de que adoptaran sus ideas sobre la justicia y la convivencia en armonía. Tenía 50 años.
Primero se dirigió al Estado de We, luego al de Pu, donde debió comprometerse a no volver a We, cosa que no cumplió y él mismo justificó como un compromiso “forzado».
Posteriormente, el rey Tschao de Tschu quiso concederle un territorio, pero su séquito lo impidió. También el joven príncipe Tsé Tscho, de We, le pidió que fuera su consejero: esta fue la última oportunidad de acceder a la vida política.
Desencanto
Todos estos contratiempos le hicieron experimentar el lado sucio de la política, lo que lo hizo decidir alejarse de la vida pública. En el 484 a. de C. regresó por última vez a Lu. Así, la última etapa de su vida la dedicó a su escuela y a recopilar documentos de la
antigüedad, editando libros como el Clásico de la poesía y Cambios de la Dinastía Zhou, y conservó numerosos documentos como el célebre Yi-King o Libro de las Mutaciones, el Chu-King o Canon de la Historia, el Chi-King, o Libro de las Canciones, el Li-Ki o Libro de los Ritos y los Chun-Ching o Anales de primavera y otoño.
Mantuvo un estrecho contacto con sus discípulos, especialmente con Yan Hui, su predilecto, quien pese a haber afirmado «mientras vivas, maestro, no puedo atreverme a morir», falleció antes que Confucio; Jang Keng, uno de los primeros; Tsung Yu, guerrero que amaba su espada; Tsi Tiao Kai, que despreció un cargo oficial para seguir investigando; Yu Jo, que fue jefe de la escuela tras fallecer Confucio; y casi dos siglos más tarde, Men Tsé, a quien debemos la recopilación de las enseñanzas del maestro en Los Cuatro Libros clásicos.
Murió a los setenta y tres años, el año 479 a. de C; cuenta el mito que sus últimas palabras fueron un ruego, preguntando “¿Hay algún príncipe que necesite de mis servicios?” Fue enterrado en Qufu; sobre el lugar, al año siguiente de su deceso, se erigió un espacio de oración que derivó en un templo.
Reconocimiento póstumo
La importancia de este maestro procede de la difusión posterior de su pensamiento, conocido como confucianismo (o confucionismo).
Esta corriente es más bien una ética y no una religión, manteniendo el centro de sus preocupaciones en la moral personal, tanto por lo que respecta a la orientación de las conductas privadas como a las normas del buen gobierno.
Pese a que Confucio falleció con la sensación de haber fracasado en su búsqueda, su trabajo sentó las bases para las posteriores reformas sociales de su país. La corriente seguidora de Confucio fue perseguida infructuosamente durante la época de la dinastía Ts’in (221-206 a. de C.); sin embargo, se convirtió en la filosofía oficial del Estado bajo la dinastía Han (206 a. de C.-220 d. de C.). A partir de ella, diversos emperadores se inspiraron en su obra para organizar la sociedad china, y en los siglos posteriores sus enseñanzas ejercieron una poderosa influencia en la filosofía y en la historia de ese país, y de Corea, Vietnam y Japón. De hecho, el estudio de las obras clásicas del confucianismo se convirtió en la base del sistema de exámenes del gobierno chino y del plan educativo, y no se presentó ninguna tentativa seria para sustituirlo hasta el Movimiento del Cuatro de Mayo, en 1919.
Su influencia sigue siendo perceptible hasta nuestros días; el templo y cementerio de Confucio, así como la residencia de la familia Kong, fueron declarados Patrimonio cultural de la Humanidad en 1994.
Filosofía
Sus enseñanzas, preservadas principalmente en el libro Lunyu o Analectas, un conjunto de conversaciones con sus discípulos, buscan remarcar la buena conducta en la vida; el buen gobierno del Estado con caridad, justicia, y respeto a la jerarquía; el cuidado de la tradición; el estudio y la meditación.
Confucio creía en la existencia de un orden cósmico perfecto, que debía ser imitado en los asuntos humanos, logrando la armonía de la tierra con el Cielo, fuerza inteligente que gobierna el mundo.
Las máximas virtudes son la tolerancia, la bondad, la benevolencia, el amor al prójimo y el respeto a los mayores y antepasados;
una sociedad próspera sólo se conseguirá si se mantienen estas relaciones en plena armonía.
Según el confucianismo, el ser humano debe armonizarse con el cosmos. Para ello, debe perfeccionarse mediante la introspección y el estudio. Si lo logra, tendrá conocimiento de sí mismo y de los deseos del Cielo, lo que le servirá para desarrollar su “Li”, que implica los ritos, las ceremonias, la rectitud y las buenas formas interiorizadas. El Li es útil para desarrollar el “Ren”, que se podría traducir como “buenos sentimientos hacia los demás seres humanos”. La práctica del Ren supone las virtudes “Zhong” (lealtad o fidelidad) y “Shu” (perdón o compasión). Si la persona consigue el Ren, fácilmente podrá practicar el “Yi”, esto es, la justicia y los buenos principios.
Resumen de vida
El mismo Confucio habría resumido su vida del siguiente modo: “Cuando tenía 15 años, puse mi corazón en el aprendizaje; a los
30, estaba firmemente establecido; a los 40, no tenía más dudas; a los 50, sabía el designio del Cielo; a los 60, estaba dispuesto a
escucharlo; a los 70, podía seguir lo que mi corazón me indicaba sin transgredir lo que es correcto.”
Doctrina confuciana
De acuerdo a Confucio, los principales deberes de todo individuo de gobierno debieran ser:
1. Amar al pueblo, renovarlo moralmente y procurarle los medios necesarios para la vida cotidiana.
2. Debe servirse en primer término, con soberano respeto, al llamado “primer dominador”, esto es, al Cielo.
3. Cultivar la virtud personal y tender sin cesar a la perfección.
4. En la vida privada como en la pública, observar siempre el sendero superior del “justo medio”.
5. Tener en cuenta las dos clases de inclinación propias del ser humano: unas proceden de la carne y son peligrosas; las otras pertenecen a la razón y son muy sutiles y fáciles de perder.
6. Practicar los deberes de las cinco relaciones sociales.
7. Tener por objeto final la paz universal y la armonía general.