Por Eva Débia – publicado por Revista Somos.-
Esta figura filosófica china sentó las bases de una de las corrientes filosóficas más importantes de la humanidad: el taoísmo. El maestro que, según el mito, nació viejo y sabio, influyó en otras corrientes de pensamiento orientales, como el confucianismo y el budismo.
Lao Tsé es, sin duda, uno de los pilares filosóficos del Oriente, especialmente de la civilización china. Si bien su existencia histórica ha sido debatida por los especialistas, existe cierta tendencia a establecer a su figura entre el siglo VI y el IV a. de C., específicamente entre el 570 y el 490 a. de C. Hay quienes lo identifican como contemporáneo de Confucio, pero no existen certezas que avalen esta teoría.
Anciano virtuoso
Otros nombres dados al filósofo son Lao Tzu, Lao Zi, Lao Tang, Laozi o Laocio, aunque su nombre real sería Li Er; también se menciona que su nombre de cortesía sería Boyang, y póstumamente se especuló que fue llamado Lao Dan como seudónimo del Prefecto de los Grandes Escribas Tài Shǐ Dàn, o bien de un anciano de Lai, una prefectura del estado de Qi, o de alguna otra persona de relevancia histórica.
En realidad, lo que podemos asegurar es que Lao-Tsé es un título honorífico compuesto de dos sinogramas o caracteres han: el primero, lǎo, significa «anciano» y el segundo, zǐ, es una nomenclatura utilizada para mostrar respeto a los sabios virtuosos.
El de orejas grandes
Sobre su vida se sabe muy poco; sin embargo, es considerado uno de los referentes histórico culturales del país del dragón. Se especula que su nacimiento fue bajo un ciruelo, en una pequeña aldea de la actual provincia de Henan; por eso tuvo como primer nombre Li-Er, que significa “orejas de ciruelo”. Sin embargo, otras versiones indican que él era Po Yang-Li, proveniente de una familia de pescadores.
Algunas leyendas sostienen que la gestación de Lao Tsé duró en total 81 años, lo que coincide con la cantidad de capítulos que tiene su principal y única obra escrita. De acuerdo a este relato, cuando por fin nació, lo hizo con el cabello blanco, arrugas en su rostro y orejas bastante más grandes que las normales.
Lao Tsé y Confucio
El connotado historiador chino del I a.de C., Sima Qian, contó en sus textos que Lao Tsé fue contemporáneo de Confucio aunque mayor que él, y habría trabajado como archivista en la Biblioteca Imperial de la corte de la Dinastía Zhou, en Loyang. Según el relato de Sima Qian, cuando Confucio fue a la biblioteca a estudiar, lo encontró allí, cerca de la moderna ciudad. Confucio y Lao Tsé habrían discutido largamente, durante meses, respecto del ritual y lo apropiado, ambos elementos de base del confucianismo.
Lao Tsé se oponía a lo que consideraba prácticas vacías, por lo que la tradición taoísta estima que estas discusiones fueron más provechosas para Confucio que para el contenido de la biblioteca. En cualquier contexto, se estima que esta discusión con Confucio pudo haber sido inventada por los mismos taoístas, para hacer que su escuela filosófica apareciese como superior al confucianismo.
Tal vez por la disminución del poder de la corte Zhou, Lao Tsé decidió renunciar a su puesto en la biblioteca. Existen relatos que sostienen que el filósofo viajó hacia el oeste montando un búfalo de agua, cruzando el estado de Qin. Al llegar al paso de Shanggu, el guardián del paso, al que unos llaman Yinji y otros Luanyin, reconoció al connotado erudito y le pidió que se quedara por un año en su casa como huésped antes de marchar al destierro, aprovechando el tiempo para escribir un libro donde se expusieran todos sus planteamientos. De esta forma fue escrito el Tao Te Ching, piedra filosofal del taoísmo. Luego, marchó hacia el oeste ingresando al país de los bárbaros, donde su rastro se perdió para siempre. Hay quienes señalan que tras esto, se convirtió en Buda.
Tao Te Ching
La palabra tao, también usada por el confucianismo, el budismo zen y la religión china en general, puede traducirse literalmente por “el camino”, “la vía”, o bien por “el método” o “la doctrina”.
La tradición sindica a Lao Tsé como el escritor del llamado Dào Dé Jing o Tao Te Ching, obra que representa el pilar del taoísmo. El Dao o Tao es el Camino, significación del cambio permanente y, por ende, de la verdad universal. Pese a lo anterior, hay teorías que avalan la posibilidad de que el real autor del Tao Te Ching habría creado un personaje ficticio, para que el origen del texto fuese más misterioso y por ello más fácil de popularizar.
El Tao Te Ching, que significa “Sobre el camino y su poder”, es un tratado místico que cubre diversos aspectos filosóficos, desde la espiritualidad individual hasta las diversas técnicas de buen gobierno. Es la obra literaria más traducida del chino; cuenta con sólo 10.000 caracteres, y se estima que fue redactado hacia el año 300 a. de C. Existen al menos tres traducciones directas del chino: la de Carmelo Elorduy, la de Iñaki Preciado Idoeta y la de Anne-Hélène Suárez.
Como es frecuente en las estructuras utilizadas por los antiguos pensadores chinos, Lao Tsé usa paradojas, analogías, citas, repeticiones, simetría, rimas y ritmo en sus explicaciones. De esta forma, sus escritos son poéticos, aunque densos y frecuentemente considerados crípticos; sin embargo, resultan un punto iniciático para la meditación sobre el Cosmos o sobre uno mismo. Muchas teorías estéticas del arte chino se basan en las ideas de Lao Tsé, así como en su alumno y continuador, Zhuang Zi.
Filosofía
Lao Tsé expande el significado del Tao para abarcar el orden incognoscible del Universo. El filósofo utiliza el wu-wei, «acción a través de la inacción», como concepto para permanecer inmóvil y así evitar las intenciones explícitas y la voluntad que obstaculiza la fluidez armónica de la naturaleza. De esta forma, mediante la obediencia espontánea de los impulsos naturales, se alcanza la unidad con el Tao, de lo que emana un poder místico llamado Tô, elemento que permite trascender todas las distinciones mundanas.
Según lo planteado por el filósofo, existe un flujo en el universo llamado Tao, que fluye lentamente aunque jamás se detiene, manteniendo las cosas del universo en equilibrio. El Tao se manifiesta mediante cambios de estaciones y ciclos vitales. Quien sigue al Tao finalmente se hace uno con éste; por su parte, el ki o chi, término chino para vapor, aliento o energía, va necesariamente de la mano con el Tao, pues es la energía que circula en el universo, por lo que se puede decir que el Tao es flujo de ki.
De acuerdo a Lao Tsé, los fines pueden alcanzarse respetando el modo en que las cosas naturalmente crecen y decrecen. De esta forma, todo tipo de violencia debe ser evitada, y el exceso de leyes y reglas solo dificulta el manejo de la sociedad debido a que limita la libertad natural de los pueblos.
El símbolo del Tao, llamado Taijitu, está constituido por el yin y el yang, confluyendo en un círculo. El taoísmo establece la existencia de tres fuerzas: una pasiva, otra activa y una tercera, conciliadora. Las dos primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, son interdependientes de manera absoluta y funcionan como una unidad. Corresponden al yin, fuerza pasiva, sutil, femenina y húmeda, y el yang, fuerza activa, concreta, masculina y seca. La tercera fuerza es el Tao o fuerza superior, que las contiene.
Las enseñanzas de Lao-Tsé y, por consecuencia, de la filosofía taoísta, están basadas en la determinación del orden natural de las cosas. La dualidad de la naturaleza existente se representa en las fuerzas yin y yang. De acuerdo a lo anterior, el Tao Te Ching recomienda virtudes como la sencillez y la naturalidad, y a la vez censura la ambición de poder y de riqueza.
De igual modo, preconiza la armonía del ser humano con el Tao, el curso etéreo y dialéctico de los acontecimientos, y reprueba la guerra, la resignación, la codicia, los prejuicios, los convencionalismos, los tabúes, la desigualdad, la sumisión, el sometimiento dogmático a normativas absolutistas o preconceptos prejuiciosos, como la lealtad filial, el nacionalismo, la sumisión al culto, etc.
Entre las virtudes preconizadas en el Tao Te Ching, se encuentran la piedad, la magnanimidad, la abnegación, la bondad, el sacrificio personal, plantar árboles y hacer caminos (en el sentido de entregar algo a la naturaleza u a otros humanos); hace un llamado al ser humano a ser introspectivo, analítico, contemplativo y meditativo, buscando de este modo la honestidad y la equidad, enseñando siempre al que no sabe.
En su sentido religioso, el Tao promete la inmortalidad como forma de vida eterna, aunque en su sentido filosófico apela a la inmortalidad como alegoría del impulso hacia la autosuperación, pues quienes viven en armonía con la naturaleza son inmortales.
Influencias históricas
Se estima que durante los siglos IV y II a. de C., el pensamiento taoísta tuvo una gran influencia en la alquimia, la medicina tradicional china, la magia y la adivinación, convirtiéndose de esta forma en culto popular. Con posterioridad, a través del concepto del ki o chi aplicados en salud y combate, influyó en las artes marciales; de este modo surgieron distintas formas de kung fu taoísta (principalmente en la montaña Wudang), y disciplinas como el ki kung y el tai chi.
Con posterioridad a la desaparición de Lao Tsé, su filosofía laica recibió influencias diferentes a las del pensador, transformándose en una corriente mística contemplativa basada en la inacción y en la identificación por el éxtasis con la energía absoluta e impersonal del mundo.
La popular rebelión de los Turbantes Amarillos, en el siglo II, fue de inspiración taoísta, llegando incluso a amenazar al poder imperial. En este tiempo, se sincretizó la religión tradicional china con el taoísmo, siendo nombrado como primer pontífice o Maestro del Cielo el sacerdote imperial Zhang Daoling. Esta estructura, basada en las prácticas mágicas, fue abolida por el gobierno chino en 1927.
La Dinastía T’ang, que gobernó entre el 618 y el 907 de nuestra era, honró a Lao Tsé indicando que éste fue antepasado de su linaje, debido a que se relacionó el apellido de la familia reinante con el nombre póstumo atribuido a Lao Tsé, Lao Tang. Sin embargo, esa visión no era compartida por los sectores taoístas opositores a la monarquía. De esta forma, las clases gobernantes de ese período le atribuyeron a Lao Tsé el título de “Taishang Xuanyuan Huangdi”, que significa “Misterioso y Primordial Emperador Supremo”. Cabe mencionar que «Xuanyuan» y «Huangdi», corresponden al nombre propio y el título en sí del Emperador Amarillo, una de las principales figuras mitológicas de la China milenaria.
Tao Te Ching:
Fomentar la humildad
Capítulo 22
Si te doblas, te conservarás entero.
Si eres flexible, te mantendrás recto.
Si estás vacío, permanecerás lleno.
Consúmete, y serás renovado.
Al que menos tenga, más se le dará.
Al que más tenga, más le será quitado.
Por eso el sabio está consigo mismo y se vuelve arquetipo del mundo.
No se exhibe, luego resplandece.
No se celebra, luego es advertido.
No se alaba, luego es alabado.
No se vanagloria, luego es insigne.
Y porque no lucha, nadie en el mundo puede luchar contra él.
«Si eres humilde, te conservarás entero», dice un antiguo proverbio.
¿Quién es capaz de considerar vanas estas palabras?
En verdad, el humilde conserva su entereza.
Tao Te Ching:
El no hacer
Capítulo 29
Si un hombre quiere darle forma al mundo, modelarlo a su capricho, difícilmente lo conseguirá.
El mundo es un jarro sagrado que no se puede manipular ni retocar.
Quien trata de hacerlo, lo deforma.
Quien lo aferra, lo pierde.
Por eso el sabio no intenta modelarlo, luego no lo deforma.
No lo aferra, luego no lo pierde.
Hay quienes marchan adelante, hay quienes marchan atrás.
Hay quienes permanecen callados, hay quienes hablan.
Algunos son fuertes, otros débiles.
Algunos medran, otros perecen.
Luego el sabio rechaza el exceso, la extravagancia y la propia complacencia.
- Entre las virtudes preconizadas en el Tao Te Ching, se encuentran la piedad, la magnanimidad, la abnegación, la bondad, el sacrificio personal, plantar árboles y hacer caminos…
- En su sentido religioso, el Tao promete la inmortalidad como forma de vida eterna…