El primer ministro japonés, Shinzo Abe, descartó que la situación en la central nuclear de Fukushima sea peligrosa y prometió «actuar con determinación» en las islas Sensaku, un territorio que China reclama tensando la relación entre las dos potencias asiáticas.
Apenas unas horas después de escuchar el anuncio del Comité Olímpico Internacional (COI) que declaró a Tokio como la sede de los Juegos Olímpicos de 2020, el premier brindó una breve conferencia de prensa en un hotel porteño.
Sólo permitió dos preguntas a la prensa local, que se concentraron en la relación con China y en los esfuerzos por frenar las filtraciones que siguen registrándose en la central nuclear de Fukushima, a dos años y medio del terremoto que conmovió a Japón y al mundo entero.
«En Japón no hubo ni habrá problemas de salud. Además, el gobierno ya estableció y comenzó a ejecutar un programa para resolver el problema», explicó el premier japonés, sin poder disimular en ningún momento su alegría y satisfacción por la decisión del COI.
Abe también anunció que está trabajando en reemplazar gradualmente la predominancia de la energía nuclear en su país y que «en unos tres años aceleraremos al máximo el uso de las energías renovables y la promoción del ahorro energético».
En cuanto a la relación con Beijing, el premier japonés aseguró que durante una reunión bilateral con el presidente chino, Xi Jinping, en el marco de la cumbre del G20 en San Petersburgo, propuso «volver a la política de beneficios mutuos, basados en intereses comunes y estratégicos».
«Espero que China también asuma esta posición», agregó el mandatario japonés.
Al terminar la escueta conferencia de prensa de tan sólo dos preguntas, Télam dialogó con el vocero de la Cancillería japonesa, Masaru Sato, sobre la posición oficial que presentó Abe ante el G20 en Rusia y, especialmente, ante el mandatario de Estados Unidos y el anfitrión, Barack Obama y Vladimir Putin, respectivamente.
Durante la cumbre que terminó ayer en San Petersburgo, Obama pidió apoyos para atacar a Damasco por el presunto uso de armas químicas, mientras que Putin lideró las voces de los mandatarios que reclaman pruebas irrefutables de que fue el gobierno sirio quien ordenó el ataque con gas sarín del 21 de agosto pasado.
«Nuestra posición se resume en tres puntos -explicó Sato-. Primero que el uso de armas químicas nunca puede ser permitido, bajo ninguna circunstancia. Esto no está limitado a Siria, sino a todos los países que poseen armas de destrucción masiva, como Corea del Norte».
«En segundo lugar, creemos que la responsabilidad del deterioro de la situación en Siria le cabe claramente al régimen de (Bashar) Al Assad, ya que no reacciona ante el deterioro de la situación humanitaria en su país», continuó el vocero de la Cancillería.
«Y en tercer lugar -finalizó- la comunidad internacional debe unirse y cooperar para mejorar la difícil situación humanitaria de dos formas: con un cese inmediato de la violencia y el inicio de un diálogo político».
El funcionario japonés reconoció que existieron distintas posiciones dentro del G20 ante la posibilidad de un ataque militar liderado por Estados Unidos y sin autorización de la ONU.
Al ser consultado sobre cómo respondió el primer ministro Abe al llamado de Obama a sumarse a un eventual ataque contra Siria no autorizado por la ONU, Sato evitó responder.
«Preferimos no comentar sobre eso ya que se trata de una pregunta hipotética. Además, no quiero entrar en detalles ya que se trata de asuntos diplomáticos sensibles entre Japón y Estados Unidos», respondió el vocero.
Actualmente el Congreso estadounidense debate la autorización de un ataque militar contra el gobierno sirio. Se estima que el Senado lo votaría esta semana y la Cámara Baja la próxima.