Por Raquel Paricio
El pueblo catalán pide su independencia tras multitudes manifestadas en actos pacíficos.
El primer paso, la pregunta al derecho a decidir. El segundo, el posible Estado propio.
Una «Vía» humana de manos entrelazadas ha recorrido la costa de Cataluña de norte a sur en un acto reivindicativo de independencia nacional.
Como imagen y como acto simbólico de unión y fuerza humana bañada por una ola de emotividad, la gran cadena1, con connotaciones pacifistas, tiene escasos precedentes en la geografía mundial. El territorio catalán está en su legitimidad a reclamar el “derecho a decidir”. Es totalmente comprensible tanto desde el punto de vista histórico2 como del posible modelo de organización social futura.
La Vía, que aunque no impulsada directamente por los políticos al mando responde a sus intereses, deja un manto de misterio sobre cuál es la real intención de éstos en un acto que todavía no ha definido cual será su reivindicación. El derecho a decidir es un mero eslogan vacío de contenido al no aclarar quién y qué es lo que se decide. Se quiere hacer una consulta al gobierno español, y se incita al ciudadano que apoye en ello, pero los términos que el ciudadano tiene que apoyar no solo no están definidos sino que son totalmente contrarios en relación a quien los pida.
La primera lectura de tal situación es un intento de desviar los verdaderos problemas de raíz de la crisis en que nos encontramos y convertir el independentismo en la solución al crítico momento contemporáneo. Desesperación, promesa de un lugar mejor y esperanza son los ingredientes del mito del paraíso prometido.
Redefinir el concepto de democracia así como el de libertad serían los otros puntos críticos de la situación.
Qué se pide
El gobierno catalán quiere presentar en el 2014 un referéndum al gobierno español para reclamar según fuentes oficiales: el derecho a decidir, transición nacional y forma de Estado, todo ello a través de democracia, diálogo, legalidad y espíritu pacífico.
El pueblo catalán votaría si desea un Estado independiente.
El discurso oficial del gobierno catalán
Lejos de acercarse a algún atisbo de realidad y con un tono absolutamente ingenuo, el discurso de los políticos catalanes al mando afirma que la vía del derecho a decidir permitirá «dejar atrás la recesión, el paro y el aumento de pobreza» en aras de «aumentar el éxito escolar, y poder atender correctamente a las personas enfermas o a las más vulnerables….construir un país socialmente justo, económicamente acomodado, cultural y democráticamente ejemplar»3.
El discurso del gobierno central
El éxito de los acontecimientos reivindicativos, ha alertado y acelerado respuestas del gobierno central español, que tratando de alargar acciones, ofrece posibilidades de diálogo sin fecha clara y con respuestas confusas, pero anulando un apoyo en el supuesto derecho a decidir o más allá de independentismo.
El debate sobre la situación ante la UE
Respecto al actual sombrío debate sobre la situación en la que quedaría Cataluña como país independiente, sin respaldo del gobierno español, las consecuencias que según éste supondría una posible secesión serían la no aceptación de Catalunya en la UE: «sería una declaración unilateral de independencia que tendría consecuencias gravísimas para Catalunya y para España» suponiendo una salida inmediata de Catalunya de la Unión Europea4. Por su parte, según fuentes mediáticas, la ONU reconoce el caso catalán más próximo al de Palestina o Kosovo, que quedaron fuera de la Unión Europea.
Opuestamente, el análisis de economistas aunque difícil de simplificar desde puntos de vista parciales en los que sólo se tenga en cuenta relaciones presupuestarias, Catalunya estaría en condiciones similares a países como Suecia, Finlandia, Dinamarca y Austria tanto en número de población como en nivel económico. Definen el hecho de que Cataluña es aportadora neta al presupuesto de la UE, presentando así un déficit fiscal, frente a España que es una receptora neta. Es decir, «los ingresos comunitarios aportados por Catalunya a la UE han superado año tras año (desde 1986) los gastos que la UE ha destinado a Catalunya, y éste déficit fiscal se ha ido acentuando a lo largo del tiempo». Concretamente “Catalunya aporta unos 1.400 millones de Euros al año, superando así el aporte de Suecia, que el 2009 fue de 1.126 millones”5.
Historia de los hechos
Desde junio del 2010, y tras la sentencia del tribunal Constitucional sobre la revisión del Estatuto catalán, el pueblo catalán se lanzaba de nuevo a las calles, como lo hizo en 1977 tras la muerte de Franco, para reivindicar una vez más su autonomía. La desaparición de la dictadura permitió al pueblo catalán iniciar una transición hacia un supuesto sistema democrático y así recuperar un gobierno propio, la Generalitat de Catalunya y con ésta un primer Estatuto de Autonomía pactado con el gobierno central.
Este Estatuto, firmado por Convergencia (el actual partido en el poder junto con Unió), distaba mucho de los derechos que otras dos comunidades autónomas en España, País Vasco y Navarra, consiguieron al ser beneficiarias de una agencia tributaria propia.
Es en esta petición de renovación del Estatuto de junio del 2010 se pidió que se equiparen los derechos de Cataluña con estas dos comunidades y se le concediera una Agencia Tributaria propia. La negación del gobierno central a firmar un nuevo Estatuto es lo que ha supuesto un punto de inflexión en el catalanismo provocando un cambio de actitud de las fuerzas políticas y sociales. Diríase que ya no se quiere intentar estar en comunión a merced de lo que el gobierno del territorio mayor decide.
Situación actual
En un claro ámbito de confusión de ideas, de ahora digo y mañana desdigo, de opiniones diferentes en los diferentes partidos políticos, aprovechando la situación global de crisis, y sus consecuencias de inestabilidad y falta de visión a futuro, la cuestión de la Independencia se ha convertido en el ojo del huracán en Cataluña, proponiendo al ciudadano que es la vía para salir de este estado y la angustia de opresión que está causando. Poner una imagen a futuro donde se abra una puerta por la que entre un rayo de luz, tranquiliza y abre futuro, aunque sea una nueva dimensión de ilusionismo.
La Independencia es la palabra con la que el ciudadano está reclamando un cambio de relación política con el gobierno central español y con el resto de países de la Comunidad Europea, pero los partidos políticos, de momento solo susurran esta palabra débilmente, y hablan del “derecho a decidir”. Este sería el primer paso que se pide al gobierno español, para que los ciudadanos catalanes decidan qué modelo de país quieren.
Pero de momento, no hay ningún documento donde queden reflejadas las posibilidades de modelo a decidir, y cuando las haya vendrán dictadas por los mismos que ahora están el poder sin dejar espacio una vez más a que se debata de modo democrático entre los mismos ciudadanos.
Así por tanto el uso de la palabra “democracia” que hace el político dista mucho de la decisión colectiva.
La táctica de la política para seguir manteniendo el control humano no tiene límites. El adoctrinado por los medios de comunicación, sus vías de poder, ha monopolizado la información con la Independencia como tema primario, sin realmente definir en qué consistirá la primera consulta y mucho menos definirla.
¿Por qué el esfuerzo y la intención que hay que poner para conseguir la Vía (la cadena humana) sólo se ha dado para reclamar una independencia mientras el gobierno catalán sigue aumentando los recortes presupuestarios en todos los ámbitos, privatizando la educación y la sanidad, aniquilando el desarrollo de la cultura y desviando fondos públicos a subvencionar entidades privadas? Todo ello unido al incesante aumento de paro y a la gravedad con la que las entidades bancarias han lastrado al país.
Catalunya y España han sido tocadas y hundidas. También Italia y Grecia. Hay crisis económica, psicológica, institucional, de valores y de modelo social. Hay casos de malnutrición infantil, comedores públicos abarrotados con ciudadanos que pertenecían a la clase media de la sociedad del bienestar, jóvenes con una fabulosa educación, pagada por todos, que tienen que emigrar por no encontrar aplicación, no tan jóvenes que ya no se ajustan a las necesidades del mercado, colas de espera en hospitales públicos, desahucios de viviendas diarios por no poder pagar hipotecas y suicidios por todo ello.
El modelo de Estado no vela por los intereses de las personas, sino por el de las corporaciones financieras, por tanto también hay crisis de Estado, entonces para qué reivindicar un Estado propio, simplemente un nuevo hijo menor con los mismos genes de los padres.
El ciudadano que ha salido a la calle por estas injusticias, que ha reivindicado su democracia en las plazas, no puede ser el mismo que el que ha ido a la Vía. No puede ser que haya olvidado quien le ha llevado a esta situación para ahora apoyarlo, a no ser que la presión mediática haya cumplido bien su papel y también a él/ ella los haya confundido. A no ser que su verdadera opinión todavía no haya podido ser expresada porque no tiene cabida, porque no ha encontrado las fisuras suficientes para colarse y decir: no, la Vía por la que lucho va más allá de un deseo de Independencia político-económica en manos de los mismos que nos han llevado a esta situación.
El sentimiento nacionalista está en la calle, representado por banderas independentistas (esteladas) colgando de todos los edificios. Sobre este sentimiento, de raíz secular y transmitido de generación en generación, ¿quién tiene derecho a oponerse?. Pero no estamos debatiendo una cuestión sólo sentimental o incluso de desagravio por lo acontecido hace 300 años. Deberíamos situarnos en el contexto contemporáneo y su relación con el acontecer global.
Plantear la necesidad de un cambio de modelo social, económico, de valores y político, debería ser la real lucha por la que el ciudadano se hermana en una Vía humana. Ante esta situación, pedir urgentemente participación directa de todo ciudadano en el derecho a decidir. El modo del voto en las urnas ya no sirve al circunscribirse a quien lo ha dictado. Una sociedad de la comunicación debería explotar otros medios posibles de decisión.
Resulta insultante, incluso más que ingenuo, que de boca del gobierno surjan frases como que la Independencia traerá prosperidad económica, resulta insultante que la palabra democracia siga siendo usada en manos de políticos. Resulta insultante que el término libertad, se use en el marco de una opresión psicológica y donde los derechos básicos de supervivencia están mermando.
Las cosas están bien cuando marchan en conjunto, no aisladamente
Una renovación del sistema de organización social, político y de Estado es necesaria para la transición hacia una nueva era global. Que el poder de decisión llegue a las bases, y que estás puedan disponer de suficiente claridad para decidir democráticamente sería lo deseado y esta reforma debería plantearse antes o paralelamente a una posible independencia u otro sistema que conceda mayor descentralización. Sistemas, que por otro lado, más allá de modelos confederales o federalismos, también pueden ser reinventados, como sería lo deseable en una sociedad que ha perdido todos los valores que la sustentaban y que debería luchar por derrotar los valores que todavía perduran del pasado, de sociedad del bienestar, de consumo sin freno, de neoliberalismo y de deshumanización creciente.
El derecho a decidir SI, pero no por los políticos que actualmente dirigen nuestra sociedad. No han sido elegidos democráticamente, cuando la práctica de la democracia consiste en debatirse entre un número reducido de partidos que controlan el poder, dificultando hasta el punto de impedir que otras voces se manifiesten. Cuando la manipulación de la información, el adoctrinamiento por parte de los medios de comunicación se ha dirigido hacia formas mentales anestesiadas, hipnotizadas y unidireccionales. Cuando hay privación de pensar desde los datos reales y cuando el filtro de la realidad pasa por una subjetividad que no tiene en cuenta al ser humano como eje vertebrador.
El grito de «libertad» con el que Cataluña ondeaba su mensaje el día de la Diada, la festividad Nacional del 11 de septiembre6, ha perdido todo su significado. Un eslogan al que se ha vaciado de contenido. Del mismo modo que han perdido significado las mismas palabras provenientes de una boca o de otra.
La real independencia, la real libertad, no puede pasar por la sumisión a un nuevo Estado opresor y controlador. La verdadera libertad es un grito de evolución hacia una libertad interior, hacia una forma mental despejada de valores antievolucionistas.
El sentimiento de independencia debería ser hijo de un amor por evolucionar en aquello que nos hace humanos. En reivindicar un avance cultural, entendiendo el término cultura como el crisol de una civilización. La autentica libertad pasa por ofrecer una cultura cuyos valores se gesten en la igualdad, en la real democracia y en ahondar en un paisaje interno desconocido que aproxime a los individuos a los valores de lo humano.
Las democracias deben ser revisadas.
La capacidad de pensamiento libre debe ser un derecho de todo ciudadano.
1Una cadena humana, denominada “Vía Catalana”, formada según fuentes oficiales por un millón seiscientas mil personas ha recorrido 400 km de costa catalana.
2 La guerra de Sucesión Española, fue un conflicto internacional de quién debía ocupar el trono hispánico tras la muerte de Carlos II de España, el último monarca de la casa de los Habsburgo, sin descendencia.
Su desenlace supuso la pérdida de sus posesiones europeas y una guerra civil entre borbónicos y austracistas para acabar ganando la batalla la casa de Borbón, con Felipe V como monarca. De este modo se elimina la corona De Aragón poniendo fin al modelo de monarquía confederal.
Catalunya perdió el control de un modelo institucional propio que mantenía desde la Edad Media, económico, fiscal, judicial, aduanero y monetario para pasar a ser regido por las leyes de Castilla y el nuevo monarca hispánico Felipe V. En lo cultural, se impuso el castellano como lengua oficial, reduciendo el propio idioma, el catalán, al uso familiar.
Este hecho histórico, de pérdida, impotencia, y resentimiento hacia el opresor, se ha ido transmitiendo durante 300 años produciendo una emotividad patriótica que sólo puede surgir de la memoria generacional.
3 (La Vanguardia, 11 de Septiembre 2013).
4 (La Vanguardia, 11 de Septiembre 2013).
5(Marta Espasa. ARA, 23 de Septiembre 2013
6El 11 de septiembre es el día de fiesta nacional en Catalunya, la Diada Nacional de Catalunya, que aunque señala la fecha de un fracaso, el de la pérdida de las libertades seculares tras la derrota en 1714 en la Guerra de Sucesión Española, se trata de una jornada de reivindicación y resistencia activa frente a la opresión, un intento de defensa contra la tiranía que amenazaba su libertad.