Las actividades de espionaje de agencias de inteligencia estadounidenses en Brasil acarrearon gran preocupación en esta nación miembro del selecto grupo de economías emergentes, que consideró este hecho un problema de seguridad nacional. La presidenta Dilma Rousseff reclamó a su homologo de Estados Unidos, Barack Obama, un esclarecimiento y explicaciones sobre el alcance de las intercepciones de sus llamadas telefónicas y correos electrónicos Igualmente demandó acciones concretas a la Casa Blanca para impedir repeticiones de este hecho.
En el orden político, el canciller brasileño, Luiz Alberto Figueiredo, se reunió el miércoles último en Washington con la consejera norteamericana de Seguridad Nacional, Susan Rice, quien calificó de legítimas las preocupaciones Brasilia.
No obstante, Rice dijo que eran algo distorsionadas las revelaciones difundidas por medios de prensa.
De este encuentro Brasil esperaba respuestas claras y se conoció a través de un comunicado de la Casa Blanca la disposición de Washington de trabajar en conjunto para atender estas inquietudes.
«Estados Unidos está comprometido a seguir trabajando con Brasil para abordar estas preocupaciones, mientras siguen trabajando juntos en la agenda común sobre iniciativas bilaterales, regionales y globales», señala la nota oficial.
Todo indica que esta fue la respuesta de esta cita, y Figueiredo se trasladó para Nueva York para preparar la visita de Rousseff a la ONU, el 23 próximo.
Se espera que la cancillería brasileña ofrezca su versión sobre si recibió respuestas claras y por escrito de la parte norteamericana a las denuncias de que la jefa de Estado, sus asesores y empresas y ciudadanos brasileños fueron espiados por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, en ingles) de Estados Unidos.
A esto se suma otras delaciones de que la NSA penetró el sistema de comunicación digital de Petrobras, lo cual fue considerado aquí como espionaje industrial, con el propósito de lograr ventajas comerciales.
Estas y otras revelaciones, aportadas por el exanalista de la NSA Edward Snowden, asilado en Rusia, generaron un deterioró de los vínculos con Estados Unidos.
Rousseff anunció que presentará una queja en la Asamblea General de Naciones Unidas y buscará alianzas para impedir una repetición de estas violaciones de los derechos de las personas y la soberanía de los pueblos.
Además de las iniciativas políticas y diplomáticas, las autoridades brasileñas impulsan otras medidas para garantizar su seguridad, blindar sus comunicaciones y proteger sus secretos.
Se adelantó la compra de un satélite propio de comunicación al consorcio europeo Thales Alenia Space, el cual será lanzado en 2016 y utilizado por las autoridades civiles y militares, así como se contará con líneas propias de fibra óptica para las conexiones con sus vecinos del Mercado Común del Sur (Mercosur).
El ministro brasileño de Defensa, Celso Amorim, visitó esta semana Argentina, donde fue recibido para la mandataria de ese país, Cristina Kirchner, y propuso una integración comunicacional en Sudamérica contra el espionaje internacional.
Amorim dialogo también con su par argentino, Agustín Rossi, y acordaron unir fuerzas para lograr un blindaje informático contra el espionaje de Estados Unidos.
Ambas partes anunciaron otro encuentro antes de finales de este año para evaluar la capacidad de producción de software propios, con miras a enfrentar situaciones adversas y evitar la interceptación de sus programas.
Tenemos energía, petróleo, alimentos, agua, glaciares y creo que tenemos que ser capaces de proteger estos recursos y debemos por ello contar con una defensa cibernética adecuada, destacó el titular de Brasil.
Estas acciones denotan la gran preocupación de las autoridades brasileñas, cuya nación se transformó en apenas 10 años en un importante actor internacional, con aspiraciones de ocupar un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
La adopción de medidas del orden político, económico y militar tienen relación con el propósito de garantizar su capacidad disuasiva ante las posibles amenazas externas.