Al término de la sesión 285 legisladores británicos votaron en contra y 272 a favor de la moción del gobierno sobre una posible acción militar contra Siria para disuadirla de utilizar armas químicas.
“Está claro que el Parlamento y el pueblo británico no desean una acción militar, lo entiendo y actuaré en consecuencia”, comentó el primer ministro David Cameron.
El ministro de Defensa, Philip Hammond, confirmó que ahora no habrá participación militar británica en Siria: «Tenía la esperanza de que entiendan nuestro argumento, pero entendemos que hay profundas sospechas acerca de un involucramiento en Medio Oriente».
La Cámara de los Comunes debatió por 7 horas y media con serias divisiones políticas sobre la situación en el país árabe, pero con puntos en común sobre el escepticismo del pueblo británico a involucrarse en un nuevo conflicto bélico y la necesidad de aprender las lecciones de Irak.
La presión del laborismo, y también de representantes del Partido Conservador, hicieron que Cameron, y por rebote también Estados Unidos y Francia, reduzcan sus aspiraciones de una acción inmediata.
Pero la oposición tampoco logró una victoria en su proyecto, donde exigía “confirmación sobre el uso de armas químicas” y “pruebas convincentes de que el régimen sirio fue el responsable”, antes de decidir una respuesta militar.
Al abrir el debate, el premier señaló que, a diferencia de lo que ocurrió en Irak en 2003, una intervención “no se trata sobre tomar partido, invadir un país, ni cambiar el régimen”.
“La cuestión es cómo responder a uno de los usos más aborrecibles de armas químicas en nuestro siglo”, añadió.
El líder conservador sostuvo que el 21 de agosto pasado tres hospitales en las cercanías de Damasco recibieron más de 3.600 pacientes por un ataque químico en la zona.
“Hay imágenes de cuerpos con síntomas consistentes a la exposición de un agente nervioso (neurotóxico) y el régimen sirio admitió que estaba realizando una operación militar en el área”, argumentó.
El premier apoyó sus dichos en un informe del Comité Conjunto de Inteligencia, un organismo gubernamental que asesora en temas de seguridad y defensa, que concluyó “que la oposición siria no tiene armas químicas y el régimen ya las usó en al menos 15 oportunidades”.
Por su parte, el líder laborista, Ed Miliband, solicitó que antes de tomar una decisión, el Parlamento permita que la misión de la ONU en Siria termine su informe sobre si se utilizaron armas químicas en la guerra civil.
“Su veredicto tendrá una gran autoridad e intensificará la necesidad del pueblo para saber quién fue el responsable”, manifestó.
El político expresó que su partido “no descarta la intervención” pero pidió que “la evidencia anteceda la decisión y no al revés” para “aprender las lecciones de Irak”, en referencia al conflicto impulsado en 2003 por la destrucción de armas masivas que nunca fueron halladas.
Previo al inicio del debate en la Cámara de los Comunes, la posición del gobierno quedó clara en un documento en el que justificó un ataque en Siria como “una intervención humanitaria”, sin importar lo que ocurra en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU).
“El uso de armas químicas por parte del régimen sirio es un delito grave, una violación a la prohibición internacional y equivale a un crimen de guerra y un crimen contra la humanidad”, señaló el texto del procurador general.
“Sin embargo, la base jurídica para la acción militar sería la intervención humanitaria, con el objetivo de aliviar el sufrimiento humano al disuadir o interrumpir el uso posterior de armas químicas”, añadió.
El Reino Unido indicó que busca el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU, pero informó que si toda resolución es bloqueada “aún se podrán tomar medidas extraordinarias al amparo del derecho internacional”.
Mientras tanto, Londres envió hoy seis aviones de combate Typhoon a sus bases en Chipre, a 200 kilómetros de Siria, como “una medida para defender nuestras zonas de soberanía en un momento de gran tensión en la región”, confirmó un portavoz del Ministerio de Defensa.
Por su ubicación en el este del Mar Mediterráneo, estos enclaves llamados Akrotiri y Dhekelia pueden tener gran actividad en un posible conflicto en Siria, además de ser blanco de ataques.