El día domingo se han votado las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). Un acto eleccionario para confeccionar las listas que participarán de las votaciones que dan acceso a cargos que se realizarán en octubre.
Los partidos participan presentando varias listas, de las cuales saldrían los ganadores que encabezarían las listas definitivas para octubre. Para participar en ellas es necesario obtener el 1,5 % de los votos, ya sea con una lista única o la suma de varias listas por partido.
Han sufragado más del 75 % del padrón electoral. Lo que vuelve a demostrar el interés que sigue suscitando la política en el pueblo argentino. Es difícil comparar esta elección con otras, puesto que es la primera que se realiza para renovar una parte del Congreso (127 diputados) y del Senado (24 senadores), además de cargos provinciales y municipales, dependiendo de los distritos.
Las PASO anteriores fueron las de 2011, que precediendo una elección presidencial siempre cuentan con un plus de interés por parte de la población. La participación entre los mayores de 16 años y menores de 18 años, para los cuales el voto es optativo, alcanzó el 80 % de los que, previamente, se habían inscripto para votar. También votaron por primera vez, las personas trans, con una nueva identidad, acorde al sexo del que se sienten parte. De este modo, 3000 personas evitaron la humillación de tener que votar con documentos que contradicen su presencia y su fuero interno.
También fue muy alta la participación de jóvenes en la fiscalización de los comicios, mostrando que su interés y militancia están en un momento álgido de la cultura democrática argentina.
Los resultados
Entrando en el plano de los números, lo primero que salta a la vista es una baja muy fuerte de votos de apoyo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En las ciudades más importantes del país, como es habitual desde el comienzo de la etapa kirchnerista, gobiernan y han ganado las PASO partidos opositores al gobierno, en la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y Córdoba. También se ha visto perder al FPV en la mayoría de las provincias. Un dato que anima al gobierno a reafirmarse en sus convicciones, puesto que las corporaciones parecen haber elegido otros candidatos para que se conviertan en sus portavoces políticos. Se trate de los poderes hegemónicos de la comunicación, del empresariado industrial, el poder de los agroexportadores o la banca y los especuladores bursátiles.
En 2009 se había visto un escenario similar, del cual el kirchnerismo salió más fuerte en el sentido de haber arremetido contra esos poderes que condicionaban su gestión. Construyendo el poder centrándose en las convicciones de sus militantes más que en las prevendas y acuerdos estratégicos típicos de la política tradicional. Este distanciamiento del gobierno nacional de los grandes polos de poder en la Argentina, son lo que los medios dominantes llaman “la grieta” que se ha abierto entre el pueblo argentino.
Los partidos que hicieron eje en esa supuesta ruptura y centraron su discurso en una suerte de entendimiento universal han sido los grandes ganadores de estas elecciones. Llevándose distritos muy importantes, como la provincia de Buenos Aires o Mendoza. Lo que no dicen es que su discurso de concordia se dirige a los poderosos, a quienes les están diciendo “no se preocupen que nosotros no vamos a confrontar y les vamos a alivianar el camino”.
De todos modos, a nivel nacional, el FPV, si bien bajó su caudal de votos, sigue siendo la fuerza más votada en todo el país y casi duplica al siguiente partido con más votos, el Frente Renovador. El hecho de ser una fuerza federal, con representación en todo el país, le asegura no perder sus bancas tanto en el Congreso, como en el Senado, ya que de repetirse estos resultados en las elecciones de octubre obtendría 39 diputados por 18 provincias de las 24 totales y del resto, sólo un partido obtendría representantes de varias provincias, pero llegando desde diferentes frentes y alianzas. En el caso de senadores, el FPV mantendría 10 de los 24 en disputa. Siempre hablando de los diputados y senadores directos, porque también hay aliados que vienen de otros partidos, pero forman parte del mismo bloque dentro de las cámaras.
La oposición, por lo tanto, está muy disgregada y es mediático dependiente. Repitiendo una agenda dictada por el rating y las encuestadoras. La lucha de egos hasta ahora no ha permitido tener un líder claro que pudiera aglutinar el descontento contra el gobierno de Cristina Fernández.
Los que aparecen, con menor apoyo mediático son los partidos de la izquierda trostkysta, que han mejorado sus scores en un 500% en algunos distritos y de mantener estos números, asegurarían su presencia en el Congreso. Para el Partido Obrero, por ejemplo, sería su debut parlamentario luego de muchos años de militancia contumaz. Premio o castigo, ya que ahora deberán asumir un cargo político de la política que tanto detestan y desean destruir. En cualquier caso será muy beneficioso para la democracia argentina poder contener en el hemiciclo los reclamos provenientes de la base trabajadora, que ha sido siempre desplazada por los partidos tradicionales, con la excepción del peronismo y el socialismo.
30 años seguidos de democracia significan un récord absoluto para la Argentina, si a eso le sumamos la posibilidad de votar candidatos que son “nietos recuperados”, que habían sido apoderados durante la dictadura o nacidos durante el cautiverio de sus padres, la posibilidad de elegir su género para los transexuales o el irrefrenable empuje de las nuevas generaciones que no quieren quedarse afuera de la disputa política, el escenario electoral es de una gran riqueza. Sin inconvenientes, ni tiros, ni fraudes, ni todas esas rarezas que parecen empezar a formar parte del pasado de la Argentina. La democracia goza de buena salud en el continente latinoamericano.