Publicado   en http://terereruso.blogspot.com/2013/06/produccion-periodistica-en-medios.html
Nunca olvido a  José de Souza, sociólogo nordestino (Brasil), cuando en una reunión sobre comunicación para el desarrollo en Quito, nos advirtió con voz grave que para los temas del mundo: “una cosa es una cosa, y, otra cosa es otra cosa”; fiel a este inexorable aserto,  creemos que es dable discutir la incumbencia de un planteo sobre producción periodística para medios públicos como forma de incorporar al ejercicio operativo de su tarea, la fuerza de su misión y su marco teórico, al tiempo de poner en evidencia los elementos que lo distinguen de otras formas de comunicación.
No es necesario remarcar que toda  escuela de periodismo esta diseñada y operada para responder a la demanda de los medios empresariales, que son, en síntesis, los detentores del mayor volumen de inversión en contratación de periodistas, lo cual hace lógico este énfasis, que esta dado – además- porque en gran medida la propia cátedra está ejercida por maestros provenientes de esta tradicional y poderosa manera  de construir la información.
Javier Restrepo, colaborador de Gabriel García Márquez en la Fundación Nuevo Periodismo y ombudsman en Colombia nos dijo una vez durante un café en Asunción que un comunicador público, ubicado en el dilema de responder a la autoridad o a la ciudadanía, tendría que inclinarse indudablemente por esta última, no importa cuales fueran las consecuencias. Pese a ser un axioma con estribaciones en la lógica cívica, administrativa y ética, aparentemente muy comprensible,  es harto difícil de explicar al poder burocrático, e incluso a los medios de comunicación.

Ello tiene mucho que ver con la injerencia del poder en el control de los medios públicos (MPs) , en primer lugar, pero, en la perspectiva de la preparación del periodista para afrontar este dilema ético también juega un papel fundamental una especie de soledad doctrinaria y teórica por la que atraviesan los comunicadores de estos medios que en general dependen mas de sus jefes que de un manual operativo y encuadre ético debidamente incorporado.
La comunicación publica requiere de cierta complejidad cuyo protocolo de cumplimiento no se puede desconstruir sin caer en el deterioro, o peor aun, la adulteración de su propia identidad.
Partimos de sus valores.
La autonomía, la pluralidad y la universalidad son yunques donde debe templarse indefectiblemente el filo de todo producto comunicacional que pretende el mérito de constituirse en información pública.
Estos valores deben residir en el corazón de la organización comunicacional. Representan la línea de base desde cuya reunión como componentes fundacionales se proyecta el edificio de la producción comunicativa, periodística y de contenidos en general.
Por representar su importancia, en pocas líneas, abundaríamos diciendo que sin autonomía indefectiblemente el producto olerá al repelente tufo oficialista que produce descreimiento y vacía de audiencias a los medios públicos. Sinpluralidad ( no solo en el contenido sino en el pensamiento de sus periodistas) el medio publico no tendrá posibilidades de construir un escenario democrático de debate y sin universalidad no será “publico” sino exclusivo para determinado segmento o región y dejará de incluir supliendo un tradicional déficit de los medios empresariales.
Para llegar a la producción.
Por lo tanto, sí se necesita trabajar paradigmas, sistemas, objetivos, ejes temáticos, líneas operativas y fórmulas de monitoreo y evaluación de la producción periodística en medios públicos, ya que claramente ser un periodista de medio público es estar expuesto todos los días a la máxima exposición sobre el fiel cumplimiento del rol de un agente delegado de la voluntad ciudadana de informarse de los asuntos públicos con fidelidad y confiabilidad.
Esto no quita que el medio público, o el comunicador público, puedan expresar sus pensamientos, incluso los individuales, en el continente de la opinión, el comentario o en diversos formatos, pero – eso sí – los niveles de rigor en la construcción de la información general, en homenaje a los valores antes señalados, exige desempolvar las viejas reglas de la objetividad como parte componente, no absoluto, de la elaboración de la información pública.
¿Porque?
Porque la información pública se elabora con la convergencia de
a) la voluntad de toda la ciudadanía expresada en el respaldo a sus instituciones entre ellas el medio público
b) con los recursos públicos, vinculados a los impuestos de toda la gente, de todos los partidos, de todos los sectores, de todas las regiones
c) por la “omnirepresentación” de la voz pública que supone el ejercicio de un periodismo desde la universalidad de los intereses. Esto conlleva que, lamentablemente o afortunadamente, el periodista de medios públicos esta mucho mas ligado que el periodista de medios empresariales, a un protocolo de construcción del relato con un rigor de pluralidad en consistencia, evidencia y calidad.
Preguntas que responden preguntas
Primero y principal es que el comunicador público asuma en conciencia, pero igualmente desde un entrenamiento sistemático y concreto, el rol que le corresponde y la gravedad de constituirse en un relator de lo público desde lo publico.
A veces las preguntas sirven para resolver las preguntas:
yo consultaría a un reportero de medio público parado en medio de la calle ¿ a quien responde y a quien representa?.
– Si el periodista dice que representa a la ciudadanía pero responde – agrega- a la autoridad de turno, hay un problema de autonomía.
– Si el periodista dice que responde a la ciudadanía pero representa a las autoridades, hay un problema de orientación.
– Si el periodista dice que solo responde a su criterio, sencillamente “Hay un problema, Houston”.
Es cierto que, como en todo ejercicio del periodismo ( empresarial, publico o comunitario) la calidad y mas que nada, la integridad, es un aporte personalísimo del ser humano-periodista, basado en la ecuación que existe entre el profesionalismo y su capacidad para caminar dentro de los rumbos deontológicos regularmente valorados y aceptados. Pero la ética del periodismo público, desde su compromiso público,  tiene su piedra fundamental en la conciencia de sus periodistas en relación a que responden y representan a la ciudadanía y toda la ciudadanía.
No de esa parte de la ciudadanía que ganó las últimas elecciones sino de toda la ciudadanía. Si no se parte de esta base, no se parte desde ningún lugar.
Organizar la agenda del periodismo público
En base a esto, es de principal importancia organizar la agenda de los medios públicos en base a su genuino rol en el contexto de una sociedad democrática (De hecho, no pueden existir medios públicos en un régimen autoritario).
Esta organización debe estar vinculada a varias acciones:
a) un fuerte debate conceptual sobre “lo público” con sus periodistas
b) un proceso de apropiación de la filosofía de los medios púbicos, de sus implicancias, incumbencias y compromisos,
c) un plan preciso de planificación, monitoreo y evaluación basado en la claridad de la misión de los medios públicos,
d) la elaboración de un manual o una agenda periodística de MPs, que inserte lógicas de servicio a la civilidad, deontología, compromiso ciudadano, aparte de la definición de ejes temáticos globales que supongan una respuesta al consenso ciudadano sobre grandes aspiraciones generales, logrado, obviamente, mediante mediciones de rigor científico y probada amplitud.
En este ultimo punto, el diagnóstico, vale tener en cuenta que en el caso de los medios públicos, “el sentir ciudadano” es una herramienta muy peligrosa, generalmente conducente a graves hechos de mesianismo si no de abuso de poder comunicacional, por lo cual es recomendable que una etapa de diagnostico, en vísperas de una planificación, se vea exclusivamente vinculada al rigor científico de las ciencias demoscópicas.
Por todo lo dicho, pensamos que la construcción de un proceso de capacitación y elaboración de herramientas, es un indispensable complemento para un adecuado ejercicio de la misión de la comunicación pública, por sobre la formación que un periodista que se incorpora a un MP  trae desde la academia o por sobre la experiencia que pudiera haber adquirido en el  ejercicio empírico de este oficio de informar.-