El acuerdo de la estatizada YPF con Chevron reabre un debate muy intenso e interesante. Lo que no quiere decir que permita sacar conclusiones férreas.
La Argentina se debate entre los idearios del crecimiento y la inclusión. La apuesta del kirchnerismo ha sido equilibrar el reparto de las riquezas generando una inclusión ascendente de las poblaciones más pobres. Recuperando la capacidad de trabajo, la formación y queriendo anular el abandono sistemático de los “perdedores” del sistema neoliberal.
Esta etapa recuperó a los empresarios industriales, agropecuarios, pequeños y medianos. Generando una demanda de empleos, sostenida con fuertes incentivos a la creación de puestos de trabajo y favoreciendo a los grandes empleadores con subsidios. A su vez los trabajdores fueron incrementando sus salarios a través de paritarias, con una sindicación fuerte y los subsidios al transporte y al consumo energético han permitido que se volcara ese dinero al círculo de consumo.
Hasta aquí todo muy capitalista, de allí esa frase de Cristina Fernández en una reunión del G20, diciendo que “quién la vería hoy defendiendo el capitalismo, pero un capitalismo serio”. Aquellos que hemos sufrido las consecuencias del capitalismo entendemos lo que ella quería decir. Podríamos decir que el capitalismo en sí mismo es maligno. Pero también podríamos decir que la matriz economicista puede cuidar la inclusión de la base de la pirámide social o abandonarla a su suerte.
Izquierdas y derechas
Dentro de ese dilema, es frecuente escuchar las críticas por izquierda del exceso de capitalismo en el seno del gobierno argentino y de las corridas por derecha por la falta de fiabilidad internacional y la exigencia de una servidumbre mayor con las corporaciones.
Reemplazar esa matriz liberal que impregna la constitución y, sobre todo, la cultura argentina, es un desafío postergado o, simplemente, extendiéndose en el tiempo. Procesando históricamente.
Y ese proceso, se ve con la urgencia de las apetencias personales, de los cálculos que cada uno elabora. ¿Lo verán mis hijos, lo verán mis nietos, se realizará antes de que el planeta explote, antes de que la Pacha Mama se asfixie?
La capacidad de tener certezas nos está vedada. Entonces cada cual avanza según sus creencias, su fe, su ideología, su expectativa vital, su confianza en el ser humano, en un partido, una líder o un estudio científico.
En esta disyuntiva histórica tenemos que encuadrar la discusión sobre si Chevron es un buen socio o no. A primera vista, pocas empresas uno quisiera ver más lejos que a Chevron, Monsanto, Walmart o Coca Cola, por hablar de ejemplos de transnacionales monopolistas. Sin embargo en estos años se han convertido en aliados de la transformación que está viviendo la Argentina. Esos bancos que nos robaron los ahorros también han sostenido este modelo nacional y popular. A disgusto, con quejas, pero saboreando las mieles de unos beneficios millonarios por el nuevo poder de compra del pueblo argentino.
El estado ha podido mantener a raya a estos tiburones especulativos y explotadores por antonomasia. Peleándole a muchos frentes al mismo tiempo, lo que genera rupturas, quebrantos, alianzas, debilidades. Pero el rumbo sigue claro, luchar contra la extrema pobreza, afianzar las clases medias, permitir subir varios escalones en educación, convertir a la Argentina en un país autosuficiente inserto en una región que se perfila como motor del nuevo siglo y como la avanzadilla ideológica en este fino equilibrio entre pragmatismo y desafíos.
No lo duden, quiero una profundización de este camino de limitación de los efectos colaterales del desarrollo, quiero mayor control sobre las empresas y quiero que se avance en un cambio de matriz productiva. Energías renovables, desconcentración de la propiedad de la tierra, avanzar en la consolidación de los derechos de todas las minorías y una consciencia de consumo humanista. Pero también quiero que todo eso pueda construirse y la única opción que veo es afianzar los pilares que vienen construyendo el kirchnerismo, el chavismo, Correa, Evo, Mujica y el PT en Brasil.
En otro artículo ya dije que las exigencias de los pueblos empiezan a ser mayores, más conscientes, de más largo aliento. Estas reflexiones forman parte de esa correntada.