El presidente egipcio rechazó los masivos pedidos de renuncia y dijo que defenderá su legitimidad con su vida, al tiempo que propuso a la oposición formar un gobierno de unidad nacional y celebrar elecciones parlamentarias en seis meses.
En un discurso a la nación televisado cerca de la medianoche, Mursi acusó a remanentes del antiguo régimen de Hosni Mubarak de estar detrás de la ola de protestas y violencia callejera iniciada en los últimos días, que hoy volvió a derivar en más enfrentamientos con al menos siete muertos y casi 150 heridos.
«La legitimidad es la única garantía contra la violencia. El antiguo régimen no regresará», dijo el islamista Mursi en su discurso, que llegó horas antes de que venza un ultimátum dado ayer por el Ejército para que escuche los reclamos de la calle y alcance un acuerdo con la oposición política.
Poco antes del discurso, la agencia de noticias estatal egipcia MENA informó que el Ejército planea suspender la Constitución, disolver el Parlamento e instaurar un gobierno de transición liderado por el presidente de la Corte Suprema si el presidente no alcanza para mañana un entendimiento con la oposición.
En su intervención, Mursi dijo que «se elaboró una iniciativa para hablar con la oposición, formar un nuevo gobierno de unidad y acelerar las leyes electorales para celebrar comicios parlamentarios en seis meses».
«Si esta iniciativa no se acepta, el país recorrerá un camino oscuro y volveremos al casillero uno», agregó Mursi, citado por la página web del diario egipcio Al Ahram.
Minutos antes del discurso, en su cuenta de Twitter, el mandatario pidió al Ejército retirar su amenaza de intervenir mañana, defendió su legitimidad constitucional y rechazó tomar medidas bajo cualquier tipo de presión interna o externa.
Mientras Mursi hablaba por TV, cientos de miles de manifestantes desbordaban la céntrica plaza cairota de Tahrir y se congregaban alrededor de los dos Palacios Presidenciales de la capital para forzar la marcha del mandatario y la celebración de elecciones anticipadas, en concentraciones que continuaban a la medianoche.
Denunciando un golpe contra el primer presidente de Egipto elegido democráticamente, decenas de miles de seguidores del mandatario también salieron a las calles y se enfrentaron con opositores en El Cairo y el interior, pero parecieron reunir muchos menos manifestantes que las imponentes marchas opositoras.
La TV estatal egipcia informó que al menos siete personas murieron hoy en nuevos enfrentamientos en suburbios de El Cairo y que 144 resultaron heridas en otras ciudades, y agregó que el Ejército fue puesto en alerta y que se preparaba para desplegarse en las calles ante el peligro de una «guerra civil».
En Tahrir, los manifestantes corearon consignas a favor del Ejército y de su ultimátum de 48 horas a Mursi.
Frente a la demostración de fuerza de los opositores, un gran número de manifestantes islamistas se concentró frente a una mezquita del barrio de Ciudad Naser, al noroeste de El Cairo, para apoyar la legitimidad del presidente.
Aunque las principales marchas y concentraciones en El Cairo fueron pacíficas, seguidores y detractores de Mursi se enfrentaron en suburbios de la capital y en otras ciudades, lo que causó las víctimas.
Por la mañana, en un intento por acercar posiciones, Mursi se reunió hoy con el primer ministro, Hisham Qandil, y con el titular de Defensa, Abdel Fatah al Sisi, con quien se encontró por segunda vez en dos días, informó la agencia de noticias EFE.
Horas antes, el mandatario mantuvo una cita urgente con el gobierno sin la participación de Al Sisi ni del ministro del Interior, Mohamed Ibrahim.
El Ejército afirma que no quiere tomar el poder, pero el reporte filtrado a MENA de la hoja de ruta elaborado por las Fuerzas Armadas las muestra dispuestas a reemplazar al presidente y a introducir profundos cambios en la estructura política que fue evolucionando en el país desde la caída de Hosni Mubarak, en 2011.
La crisis en Egipto recrudeció a partir del domingo pasado, cuando seis personas murieron en una jornada de protestas de la oposición en el primer aniversario de la Presidecia de Mursi, cuyos aliados islamistas dominan también el Parlamento y fueron los únicos que aprobaron la nueva Constitución.
En un contexto de severa crisis económica y de gran inseguridad, la oposición, que reunió 22 millones de firmas a favor de la renuncia de Mursi, acusa a la Hermandad Musulmana de querer islamizar la sociedad de un país mayoritariamente musulmán pero sin tradición islamista y de histórica tolerancia religiosa.
Entre tanto, el Ejecutivo parece resquebrajarse, con la dimisión de seis ministros, los portavoces presidenciales Omar Amer e Ihab Fahmi, y el portavoz del Consejo de Ministros, Alaa al Hadidi.
La progresiva falta de apoyos de Mursi quedó patente también con la petición del principal partido salafista de Egipto, Al Nur, para que se celebren elecciones presidenciales anticipadas, como reclaman los opositores.
Mientras tanto, entre estos últimos, el Frente del 30 de Junio, que aglutina a varios grupos como los de la iniciativa «Tamarrud» (Rebelión), anunció que eligó al premio Nobel de la Paz Mohamed El Baradei como representante encargado de preparar una transición política.
Los movimientos de presión también llegaron de la judicatura, ya que el Tribunal de Casación invalidó hoy el nombramiento de Talaat Ibrahim como actual fiscal general y obligó a restituir al anterior, Abdelmeguid Mahmud, cesado por Mursi el año pasado.