Hace más de 160 años, el mayor abolicionista de la historia de Estados Unidos y esclavo fugitivo, Frederick Douglass, habló ante la Sociedad de Damas de Rochester Contra la Esclavitud. Douglass le preguntó a las presentes: “¿Qué significa el 4 de julio para un esclavo estadounidense?”. Sus palabras continúan resonando hoy, al conmemorarse una vez más el Día de la Independencia, en un momento en que Estados Unidos reafirma un poder sin precedentes para desatar guerras a nivel mundial y espiar a todas las personas en todas partes. El Día de la Independencia no debería ser una mera celebración oficial, sino un momento de reflexión sobre el lugar central que ocupan los movimientos de base por la democracia en la historia de Estados Unidos. Son los movimientos los que han preservado y promovido los derechos proclamados en el inicio de la Declaración de la Independencia “a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
Frederick Douglass respondió él mismo la pregunta que hizo sobre el 4 de Julio ante las abolicionistas que estaban allí reunidas: “Para ese esclavo, su celebración es una farsa. La libertad de la que tanto se jactan es una licencia impía; su grandeza nacional, vanidad exagerada; sus gritos de regocijo son vacíos y desalmados; su denuncia de los tiranos, descarada impudencia; sus gritos de libertad e igualdad, una burla vacía; sus plegarias e himnos, sus sermones y agradecimientos, su desfile religioso y solemne son, para él, mera grandilocuencia, fraude, engaño, impiedad e hipocresía, un fino velo para encubrir crímenes que avergonzarían a una nación de salvajes. En este momento, ninguna otra nación del planeta es culpable de prácticas tan horribles y sangrientas como Estados Unidos”.
Douglass no solo denunció la hipocresía de la esclavitud dentro de un sistema democrático, sino que trabajó diligentemente para construir un gran movimiento abolicionista. También luchó por el sufragio de la mujer. Estos movimientos conformaron lo que es hoy Estados Unidos. El movimiento por los derechos civiles de las décadas de 1950 y 1960 fue un ejemplo duradero de lo que puede lograr la acción de las bases, incluso ante la represión violenta y sistemática.
En la actualidad, los movimientos sociales siguen configurando nuestra sociedad. El juicio a George Zimmerman, que está acusado del asesinato del joven afroestadounidense Trayvon Martin, no estaría desarrollándose ahora en Florida si no fuera por la movilización popular. Las protestas a nivel nacional que surgieron en respuesta a la aparente indiferencia oficial ante el asesinato de otro joven afroestadounidense en Estados Unidos provocaron el nombramiento de un fiscal especial. Un mes y medio después del asesinato de Martin, Zimmerman fue acusado de homicidio culposo.
El movimiento de gays y lesbianas ha logrado importantes avances en sus derechos. Tras la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en varios estados, las fuerzas armadas de Estados Unidos decidieron abandonar la política oficial de prohibir a personas homosexuales enlistarse en el servicio. A esto se suma que la Ley de Defensa del Matrimonio fue recientemente declarada inconstitucional. Nuevamente, detrás de estos avances hay décadas de construcción de movimientos sociales y de organización de base.
En Egipto, continúa la revolución que ha sido denominada ‘Primavera árabe’, donde las manifestaciones masivas de la población forzaron la salida del Presidente Mohamed Morsi. Mientras los militares están en el poder, aún está por verse qué sucederá. En la noche del golpe militar, mi colega de Democracy Now! Sharif Abdel Kouddous publicó en Twitter desde las calles de El Cairo: “Tras dos años y medio, Egipto vuelve al punto cero en la transición posterior al régimen de Mubarak”.
Durante más de doscientos años, Estados Unidos ha sido un ejemplo para los países del mundo que padecen regímenes tiránicos, pero también ha sido el principal adversario de los movimientos de base que luchan por la democracia a nivel mundial. Es sorprendente que, recién en 2008, el ex Presidente sudafricano Nelson Mandela y el Congreso Nacional Africano hayan sido eliminados de la lista de sospechosos de terrorismo de Estados Unidos. Cuando el pueblo chileno eligió a Salvador Allende, Estados Unidos apoyó un golpe de Estado en su contra el 11 de septiembre de 1973, que dio paso a la instalación de la dictadura de Augusto Pinochet, responsable del asesinato de miles de ciudadanos y de la violenta represión de quienes se oponían a su régimen. Lamentablemente, los ataques con aviones no tripulados y la prisión estadounidense en Bahía de Guantánamo no son referencias históricas, sino actos criminales cometidos actualmente por el propio gobierno de Estados Unidos.
Por lo que sabemos hasta el momento, el informante de la Agencia de Seguridad Nacional Edward Snowden se encuentra varado en el aeropuerto de Moscú y su pasaporte estadounidense ha sido anulado. Snowden reconoció ser la fuente que reveló un amplio programa de espionaje mundial del gobierno de Estados Unidos que indignó a ciudadanos y gobiernos del mundo entero. En una situación similar de apremio se encuentra el informante Bradley Manning, que está en prisión y podría ser condenado a cadena perpetua. Manning aftonta un consejo de guerra por haber filtrado la mayor cantidad de documentos clasificados en la historia de Estados Unidos. El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, permanece encerrado hace más de un año en la Embajada de Ecuador en Londres. Estos tres hombres desempeñaron un papel fundamental en la revelación de algunas de las prácticas más antidemocráticas del gobierno estadounidense.
Este fin de semana en que se conmemora el 4 de Julio se han planificado más de 100 manifestaciones en todo Estados Unidos en contra de los programas de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional. Las protestas son parte de la persistente lucha por la democracia en todo el mundo. Al culminar su discurso en Rochester, Nueva York, Frederick Douglass cerró con un comentario optimista: “A pesar del sombrío panorama que he presentado hoy sobre la situación del país, aún creo en esta nación”. Los movimientos de base por la justicia son la esperanza, el ejemplo a seguir y la fuerza que salvará a Estados Unidos.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.