El gobierno de Brasil anunció que recortará hasta 7 mil millones de dólares en gastos corrientes del aparato del Estado, con el objetivo de cumplir los objetivos de superávit primario, mientras que la inflación sufrió una desaceleración, ayudada por la ola de protestas y la retracción al consumo durante junio.
El ministro de Economía, Guido Mantega, anunció que la próxima semana la presidenta Dilma Rousseff pondrá en marcha la reducción del gasto, pero que no serán afectadas las inversiones ni los planes sociales, según un despacho de la agencia ANSA.
«El recorte será en gastos de costos corrientes. No habrá cortes en inversión ni en los servicios sociales, será en la máquina estatal, como viajes, servicios de terceros, alquileres», dijo el ministro Mantega a la TV Globo.
El objetivo es llegar al 2,3% del PIB de superávit primario (ahorro para pago de intereses de deuda) sin necesidad de aumentar impuestos, según Mantega.
El gobierno, que lucha por cerrar 2013 dentro de la meta del 6,5% anual de inflación, pudo ver el indicador de precios desacelerar en junio, ayudado por las protestas y la Copa de las Confederaciones 2013.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge) informó que junio tuvo una inflación del 0,26% contra 0,37% registrado en mayo, pero en el cálculo del acumulado de 12 meses avanzó por encima de la meta, a 6,7%.
El IBGE informó que la ola de protestas fue positiva para la lucha contra la inflación. «Las protestas tuvieron influencia en la desaceleración de los precios de junio, el comercio cerró por muchos días en muchas ciudades y el clima de la Copa Confederaciones orienta a parte del consumo fuera de los hogares», dijo Eulina Nunes dos Santos, coordinadora de Índices de Precios del Ibge.
El Ibge también divulgó que la producción industrial -en mayo- cayó en 9 de los 14 polos productivos, los más importantes en San Pablo, Sannta Catarina, Ceará y Rio de Janeiro. La baja fue del 2%.