Por Valentina Pérez Botero/ @vpbotero3_0

La tragedia de Fukushima no terminó en el 2011; a dos años del mayor desastre nuclear después de Chérnobil, Ukrania, Japón sigue lidiando con las posibles fugas radioactivas por su efecto en la población, la economía y el medio ambiente.

Tokyo Electric Power (TEPCO), la empresa encargada de las plantas nucleares, se dieron cuenta en abril que pronto su sistema de contención de agua contaminada por radiación sería rebasado, por lo que el gobierno japonés solicitó a la empresa que blinde el piso de las centrales a través de la congelación de las reservas de agua.

La operación, que se llevaría a cabo con tubos de condensación, permitiría  contener la fuga de agua y aumentar la seguridad. Diariamente la cantidad de agua aumenta en 400 toneladas, tanto por los sistemas de refrigeración de las propias plantas como por la infiltración de agua subterránea.

La gestión del agua es uno de los retos que los operadores y técnicos de la maltrecha planta nuclear de energía tienen que solucionar. El reto aumentó cuando se tiene en cuenta que los 20 kilómetros de exclusión, marcados para salvaguardar la salud de los habitantes, se han ido paulatinamente repoblando a medida de que los niveles de radiación han disminuido. Un correcto manejo de los residuos permitirá que la gente recupere la confianza en el cementerio de las plantas nucleares.

 

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