Lucía Berbeo

Venezuela ha dedicado un gran esfuerzo en prevenir y sancionar las diferentes manifestaciones de la violencia de género en los diversos espacios donde se perpetúa la desigualdad social entre hombres y mujeres.

A lo largo de la historia de la humanidad ha existido una larga lucha contra la violencia de género, donde se reconoce una condición de subordinación y discriminación fundada en modelos de sociedades patriarcales, en que hombres reproducen valores, conceptos, pensamientos, conductas antiguas y machistas. Es por ello, que la violencia en contra de la mujer es una violación sistemática, un delito que constituye un grave problema de gran impacto en la sociedad.

Ante este panorama se consultó a la experta en la materia y defensora de los derechos humanos, Judith López Guevara, quien manifestó que «la violencia de género es una violación de los derechos humanos, por lo tanto es un problema de Estado, el cual debe crear condiciones para prevenir, atender, sancionar, erradicar la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos, impulsando cambios en los patrones socio-culturales y favoreciendo la construcción de una sociedad democrática, participativa, paritaria y protagónica”.

Esta combativa revolucionaria, recordó que cada día miles de mujeres en el mundo son víctimas de maltrato, muchas de ellas mueren a causa de las golpizas recibidas, otras deben ser sometidas a tratamiento psicológico de por vida para superar los traumas y de acuerdo al más reciente informe de de la Organización Mundial de la Salud, «casi la mitad de las féminas fallecen por homicidio en manos de sus esposos o parejas anteriores, porcentaje que se eleva al 70% en algunos países”.

La mayoría de las víctimas de agresiones físicas, se ven sometidas a múltiples actos de violencia durante largos períodos. «En más de la mitad de estos casos se producen también abusos sexuales y en algunos países, hasta una tercera parte de las niñas señalan haber sufrido una iniciación sexual forzada”, indicó López Guevara.

Asimismo, expresó que las denuncias de casos ante las autoridades son pocas, «por un lado porque las víctimas se mantienen en espera de un cambio espontáneo de su agresor y por el otro, porque aceptan las disculpas de quien arremete contra ellas y creen en la promesa de que no volverá a ocurrir. También influye el temor al prejuicio social, la dependencia económica y la falta de esperanzas en la eficiencia de los trámites jurídicos”.

Durante la entrevista dijo la líder de los frentes de mujeres y representante de la Fundación Américo Silva, que en las dos últimas décadas en el ámbito internacional, se han concretado importantes avances en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Además se establecieron los derechos de las féminas y la lucha contra la violencia de género se ubicó de manera significativa en la agenda mundial, como un lineamiento de acción de carácter supranacional.

Ante eso, Venezuela no es la excepción, pues ha dedicado un gran esfuerzo en prevenir y sancionar las diferentes manifestaciones de la violencia de género en los diversos espacios donde se perpetúa la desigualdad social entre hombres y mujeres.

En este sentido, el Estado ha suscrito y cumple con los marcos jurídicos internacionales sobre la materia entre los que destacan: la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, Cedaw (1981) y su Protocolo Facultativo (1999); la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing–1995) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer o Convención Belém Do Para (1994), entre otros.

«La Constitución del 99 no sólo dispone que todas estas convenciones y acuerdos tienen un carácter vinculante para el país; es decir que prevalecen en el orden interno, siendo sus disposiciones de aplicación directa e inmediata por los tribunales y demás órganos del Poder Público, sino que va más allá: tiene visión de género que se expresa desde el preámbulo hasta las disposiciones finales, entretejida con el principio de la corresponsabilidad, lenguaje no sexista y reconoce, entre otros derechos, la igualdad y equidad de hombres y mujeres, el derecho de las amas de casa a la seguridad social y el valor al trabajo doméstico”.

Recordó que la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, es el más reciente y completo instrumento legal del que dispone el país para enfrentar la violencia contra la mujer. La misma constituye una medida de acción positiva, que garantiza la norma constitucional del derecho a la vida y a la integridad física, psíquica y moral de la víctima. Es tan avanzada que reconoce 19 tipos de violencia.

A pesar del esfuerzo que se hace, de las leyes sancionadas y las estructuras o instituciones creadas por el Estado para combatirlas, la violencia machista sigue siendo un problema grave, pues su raíz está en el sistema patriarcal, que convierte la trivial diferencia física entre mujeres y hombres, en desigualdad económica, social y cultural, mediante la afirmación de que los hombres son más valiosos que las mujeres y somete a éstas al dominio de aquéllos.

Al ser consultada sobre el papel que ha desempeñado el capitalismo, puntualizó López Guevara que «el capitalismo nos divide en clases: la dominante representada por los propietarios de los medios de producción y la dominada que nos vemos obligadas y obligados, a vender nuestra fuerza de trabajo para subsistir. En este sistema socio-económico, la mujer es considerada sólo en buena medida como reproductora biológica, explotada tanto en el trabajo como en el hogar, pues este es el circuito capitalista y de allí la violencia de género”.

En cuanto a las recientes elecciones del 14 de abril, indicó que Venezuela ratificó el modelo socialista, «porque estamos convencidas y convencidos que la erradicación de la violencia de género, sólo será posible en una sociedad de iguales, donde se respeten las diferencias del uno por el otro, dando primacía a lo humano”.

La economista López Guevara, culminó con una reflexión «la lucha por la liberación de las mujeres no es contra los hombres sino al lado de ellos, para lograr una sociedad justa para ambos, en la que no exista la explotación de los seres humanos y en la que podamos vivir en igualdad de condiciones y derechos”.