Tomás Pancaldi estudió técnicas y materiales pictóricos con la Prof. Rosa Moran y Daniel Zimmermann en 1977 en España. Luego pasó a Florencia y Bolonia donde se afinco. Se dedicó a la restauración de vidrio del Siglo XIII, XIV y XX desde 1985 a 1988. Es pintor, restaurador de pinturas, porcelanas, cerámicas, vidrio y bronce. Hoy restaura todas las obras de Benito Quinquela Martín en el Museo del mismo nombre, en La Boca, Buenos Aires. Su curriculum es muy frondoso.
Pressenza: ¿Cuáles son tus trabajos actuales?
TP: En este momento estoy trabajando con la restauración de la Colección de Benito Quinquela Martín en el Museo del mismo nombre en la Boca, Buenos Aires. Estoy a cargo de toda su obra así como también de otras obras que hay en el Museo que necesitan intervención. Es un trabajo muy complejo lo que se está haciendo porque Benito Quinquela Martín era un artista pero no tenia oficio de pintor. No cuidaba sus materiales y mezclaba elementos muy diversos del uno al otro donde en el tiempo a degenerado en situaciones físicas de la obra bastante complejas. Aparte también por malas restauraciones, muy malas, se han estropeado algunas obras que hay que tratar de salvar lo que se pueda salvar. También hay un proyecto muy grande de la restauración de trece murales de Benito Quinquela Martín que están en la escuela al lado del museo, murales de 8 mts por 3 mts, que están en un estado bastante delicado. Se va también a restaurar un mural que se encuentra en el piso , es un cemento policromado que esta al ingreso del museo, otro que está en el jardín de infantes es un mural de metal con esmalte. Son trabajos de una gran envergadura que tomaran unos 5 años. Aparte otros trabajos que me están llegando de Mar del Plata y Buenos Aires.
Pressenza: ¿Como surge tu interés por la restauración? ¿Donde te fuiste formando y quienes fueron tus maestros?
TP: En el año 1966 vivía en Trenque Lauquen, pintaba desde los 6 años y el arte era un propósito de vida, o después se transformó en un propósito de vida. En el 66 cuando sucedió el gran aluvión en Firenze y Venecia, en aquel momento no había tv en mi ciudad y llegó a mis manos una revista que mostraba restauradores de Italia y lo que hacían para salvar las obras de arte que se habían deteriorado. Eso me enloqueció!! y dije: algún día voy a ir a Firenze a estudiar restauro, y lo lancé al futuro y fui atraído por esa imagen. Eso fue lo que me determinó. Mis maestros quienes fueron? Y bueno tuve la fortuna de tener a los más grandes maestros (risas): Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Gustav Klimt, maestros holandeses, de los argentinos Castañino, Quinquela Martín, Cordiviola o sea todos los grandes maestros, ellos me enseñaron a pintar y a restaurar sus obras. Comencé en los años 70, puse un pequeño taller, me fui informando, escribiendo a museos, donde me enviaban en tantos idiomas diferentes yo que no hablaba idiomas. Fui buscando gente para que me tradujeran temas y cosas. Busque bibliografía y fui aprendiendo solo. Soy un autodidacta.
Pressenza: ¿La restauración va evolucionando en el tiempo?
TP: Si, cada vez es más sofisticada. Hay un aparaterío fantástico para descubrir cosas en las obras de arte. Pero también la pasión de querer ser restaurador te permite ver los problemas que tiene la obra sin necesidad de todos esos aparatos. Descubrís qué fue intervenido, qué fue sobrepintado, como esta de sucio, que es lo que tienen los barnices, como se taparon las lagunas, como fue deteriorando la tela, como se fue deteriorando el soporte, como cambiaron químicamente los pigmentos, en fin, todo eso te lo permite la experiencia.
Pressenza: Pasan por tu manos infinidad de obras. ¿Hay alguna que recuerdes con especial afecto?
TP: Tantísimas. Con respecto a las pinturas fueron los frescos de Leonello Spada y Augusto Brizzi de 1600, que restaure en una iglesia en Italia. Otros frescos en la casa Rovegan en Treviso eran frescos atribuidos a Pordenone, un cuadro maravilloso que me llego de Tiepolo y después cuando ya comencé a dedicar al tema del vidrio, al restauro del vidrio, quedó mi corazón prendido a los vidrios del 900 italianos, tipo Martinuzzi, Veninni y tantos otros. El restaurar esas obras me inspiro, me enriqueció enormemente la parte de restauro como de artista.
Pressenza: ¿En qué medida hemos de dejar que el tiempo modifique las obras o intentamos mantenerlas lo más parecido posible al que el autor quiso darles?
TP: La obra de arte con el tiempo se va deteriorando, el tiempo es inexorable y pasa sobre la obra, va dejando su huella. Estas obras a veces no son bien intervenidas y a veces se dañen más de lo estaban. Se trata de que la obra siga estando tal cual fue creada y la intervención que se hace es secundaria a la obra. Hay que ser muy humilde en esto. Se debe diferenciar bien la intervención del original sin que pierda su calidad estética.
Pressenza: ¿Como controla la pasión creadora un artista dedicado a la restauración?
TP: No hay pasión artística en la restauración, es muy científico. Uno se puede identificar o ser «poseído» por la obra que está restaurando. Es un placer, un gozo poder restaurar una obra de arte. Si, es bellísimo, pero cuando uno está trabajando sobre esa obra toda esa euforia tiene que quedar afuera. Es un trabajo muy humilde realmente, de gran dedicación y respeto por lo que le llegó a uno.
Pressenza: ¿Se debe respetar la impronta original o puedes proyectar tu creatividad?
TP: No puedo proyectar ninguna creatividad. Se debe respetar si o si el original. O sea se habla más de conservación que de restauración en obras de arte importantes porque hay diferencias. La restauración es reponer lo que falta sin notar que esta deteriorado. La conservación es detener que se siga dañando. Es una gran diferencia. Una intervención es comercial y la otra es histórica. Se conserva el objeto, el debe seguir su viaje sin ser “maromeso” que se meta mano encima.
Pressenza: ¿Que se siente al devolver el esplendor a un objeto o pintura del pasado?
TP: Y..uno se ilumina. Es grandioso es de un goce porque uno salvo ese referente histórico que es de la humanidad. Y uno fue el operador, el que trabajo para que ese objeto siga su viaje hacia el futuro. Hay mucha inspiración, uno realmente se contacta con el autor, hay una gran conexión con el. Puedo decir algo como simpático, hasta he sentido la presencia del artista cuando he terminado con su obra y se lo agradezco.
Pressenza: ¿Que te motiva y te inspira en tu trabajo?
TP: La responsabilidad de que me llega el objeto y soy el responsable de tener que salvarlo. Es algo muy serio. Allí está en juego todo el conocimiento. Que me inspira? Me inspira estar en contacto con esa gente, es una especie de doble carril, el diario vivir por un lado y estar en contacto con esa gente que ya no está más. Y puedo conectar con ese otro carril a través de la obra de esta persona. Digamos que es un mundo paralelo. Vivo en un mundo paralelo.