Por Stella Calloni
Los gobiernos latinoamericanos tienen como gran desafío frenar la injerencia, a veces demostrada abiertamente, otras de forma sutil, de Estados Unidos, país que ha intensificado su estrategia de vigilancia y posible conflicto en la región sur.
El analista estadounidense Mark Weisbrot advierte que una serie de acontecimientos recientes evidencian que Estados Unidos intensificó su estrategia de “cambio de régimen” en contra de los gobiernos latinoamericanos ubicados desde el centro hacia la izquierda del espectro político, “promoviendo el conflicto de una manera no vista desde el golpe militar que Washington apoyara en Venezuela en 2002”.
En su artículo titulado “Alguien busca deshacerse de los gobiernos de izquierda. Adivine quién”, Weisbrot, codirector del Centro de Investigación en Economía y Política (Center for Economic and Policy Research – CEPR) en Washington, doctor en economía de la Universidad de Michigan e investigador sobre temas de política económica, sostiene que el ejemplo más destacado de esta política es el de la propia Venezuela, durante las últimas semanas. Pero también destaca que contradictoriamente Washington “se ve cada vez más aislado en sus esfuerzos por desestabilizar al Gobierno electo de Nicolás Maduro”.
Sin embargo, no solo es Venezuela donde se actúa abiertamente, en este caso amparando al opositor Henrique Capriles Radonski en su desconocimiento de los resultados de la pasada elección del 14 de abril, intentando revertirlos mediante un golpismo en pleno desarrollo, a pesar del reconocimiento general que existe sobre el triunfo de Nicolás Maduro.
Esto es imposible como lo entendió finalmente el secretario general de la Organización de Estados Americanos Miguel Insulza, quien en un prinicpio acompañaba la tesis estadounidense del “fraude” y debió volver atrás ante la contundencia del reconocimiento latinoamericano y mundial, como señala Weisbrot.
El sistema electoral venezolano no deja lugar a dudas. El recuento de las papeletas automáticamente en el 54 por ciento de las máquinas de votación, con la presencia de toda la oposición y los observadores es de absoluta precisión, ya que manualmente se controlan la cantidad de papeletas que registran cada voto. Incluso el gobierno de Maduro ordenó la revisión de otra cantidad de computadoras lo que dio los mismos resultados previstos.
Sin embargo, se conoce que ya estaba montado todo el aparato opositor y grupos de choque para desconocer los resultados sean cuales fueren y crear una situación de ingobernabilidad. En las últimas horas se o montó una fuerte provocación en la Asamblea legislativa que terminó con un enfrentamiento a golpes entre varios legisladores, muy criticado por el presidente Maduro. La crítica fue para ambas partes.
El Presidente ha solicitado no responder a ninguna provocación destinada a detener la investigación y el juzgamiento de los asesinatos de nueve militantes progubernamentales a manos de la oposición dirigida por Capriles y los daños provocados.
El desabastecimiento continúa y la guerra de los medios nunca se detuvo, pero los países sudamericanos están firmes, como sus organismos regionales apoyando a Maduro, cuyo gobierno investigará asimismo uno de los mayores ataques informáticos contra el Consejo Nacional Electoral, empresas estatales, partido gubernamental y funcionarios. Se sabe que el Pentágono tiene uno de los servicios más avanzados del mundo en esta materia de ataques y hackeos contra distintos países, usados en las guerras coloniales de Medio Oriente.
«No hay duda sobre la exactitud del conteo de votos, incluso entre muchos miembros de la oposición venezolana” dice Weisbrot, quien recordó, además, cómo el gobierno de Washington financió y organizó en 2005 todos los intentos “para cambiar las leyes en Brasil» con el fin de debilitar al Partido de los Trabajadores. «Esta información se descubrió en documentos del Gobierno estadounidense obtenidos bajo la Ley de Libertad de Información” de ese país. “Lo más probable es que Washington haya hecho mucho más en Brasil que se mantiene en secreto” sostiene Weisbrot y de esto ya también se está conociendo bastante en los últimos tiempos.
Washington ha utlizado los medios masivos que funcionan como una red y transmiten un discurso único, para intentar enemistar a Argentina con Brasil, lo que se evidenció en la información (léase desinformación) corporativa cuando La Nación y Clarín mencionaban las diferencias y tensiones entre ambos países. Esto se vió en los últimos días mientras las presidentas Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rouseff mantenían un amistoso y productivo encuentro para profundizar la relación entre ambos países.
Morales había denunciado la situación ante el presidente Barack Obama, a quien entregó una cantidad de documentos probatorios de la injerencia de esta agencia financiando y asesorando el golpe que se intentó en septiembre de 2008, y que terminó ese año con la expulsión del país del embajador norteamericano Philip Goldberg, también complicado directamente con los golpistas.
Esta vez, y después de los numerosos intentos de Morales para que Washington tomara cartas en el asunto y detuviera la infiltración y cooptación de sus agencias en sectores empresariales, partidos opositores, sectores campesinos, indígenas, movimientos sociales y hasta pequeños partidos de izquierda y otros, se decidió expulsar a la USAID. Se demostró documentadamente esta injerencia en el caso de marchas, bloqueos hulegas para impedir la construcción de cien kilómetros de una carretera estratégica, que es clave para unir el territorio de Bolivia, y asegurar el control de la Amazonia. Hubo muchas confusiones ayuidadas por los medios del poder hegemónico. Pocos dijeron entonces que el Parque protegido de Isiboro Sécure alberga a una cantidad de empresas extranjeras, que dicen “resguardar” el medio ambiente, que están desde hace años y que han saqueado esta zona amazónica.
Fue la gota que desbordó el vaso y decidió la salida de USAID como una nacionalización de la “dignidad del pueblo boliviano”, ante lo que su gobierno consderó una “intromisión política” disfrazada de supuesta ayuda a distintos sectores sociales. Algo que está sucediendo en la invasión silenciosa de toda América Latina y que ya se está denunciando en Estados Unidos.