Por Eva Débia *
Esta figura pre faraónica cimentó las bases de prácticas tan diversas como la kábala, la física, la matemática y la astrología.
¿Mito o realidad? ¿Dios, sabio iluminado, avatar, o grupo sacerdotal críptico con acceso preferencial al mensaje de los dioses?
Muchos afirman que Hermes Rafael Toth Trimegisto es un símbolo o una figura mitológica. Debido a la carencia de evidencias empíricas que avalen su presencia física, el personaje histórico de Hermes Trimegisto se ha ido construyendo mediante una recopilación exhaustiva desde la Edad Media hasta hoy.
“Tres veces grande”
El nombre Hermes proviene del dios griego equivalente al romano Mercurio, quien tenía como función esencial ser el mensajero de los dioses. El término Trimegisto significa “el tres veces grande”, ya que posee el don de la triple sabiduría (física, mental y espiritual).
En Egipto, esta figura fue llamada Toth o Dyehuty. La similitud de estas deidades radica en que los tres se movían entre el mundo de los dioses y de los humanos, hacían de puente entre dos realidades: «lo de arriba y lo de abajo».
En tiempos pre faraónicos habría nacido en Egipto un avatar de esta representación divina. Algunas tendencias hebreas lo señalan como contemporáneo de Abraham, y otros lo sindican como maestro de Moisés; esto es, cerca del 2.000 a.C.
Su presencia coincide con el auge de Egipto como el gran centro de la sabiduría mística. Es tal la importancia que se le otorga a este sabio, que según Platón “descubrió los números, la geometría, la astronomía y las letras”. Se le considera el gestor de algunos principios básicos de la aritmética, tratados de medicina, el manejo de los metales, la lira de tres cuerdas, y la escritura o grabado, entre otros.
Diodoro, historiador griego del I a.C., comenta sobre Hermes que “en general Osiris le tuvo como su escriba y sacerdote: a él comunicó cada cuestión y recurrió a su consejo en la inmensa mayoría de los casos». Por su parte, Clemente de Alejandría (I d.C.) comenta que el legado escrito de Hermes Trimegisto constaría de 42 libros, que «existían en todos los templos dedicados a la diosa Isis y también en la famosa biblioteca de Alejandría antes de ser destruida”.
El filósofo griego Jámblico de Calcis afirmó que «Hermes es el rector de la palabra e inspirador de los iniciados; es él quien dirige la verdadera ciencia; él es uno con todo y por ello nuestros antepasados le atribuían todos los descubrimientos y ponían sus obras bajo la protección del nombre de Hermes».
El Corpus Herméticum
Tras el incendio de la Biblioteca de Alejandría, en tiempos de Julio César, sólo se recuperaron algunos fragmentos derivados de traducciones griegas, realizadas por escribas y encargadas por los faraones Tolomeos.
Estos fragmentos sueltos circularon por África, Europa y Asia bajo el nombre de Corpus Herméticum, aunque en el cercano Oriente se conocieron como La Profecía de Hermes. La sabiduría hermética influyó así en prácticamente todas las civilizaciones antiguas. Los escritos atribuidos a Hermes contienen una línea esencial bajo la afirmación de un solo inmenso dios y de una sola religión raíz, científica y filosófica.
Aparentemente, entre las obras herméticas perdidas se hallaba el Libro de los Alientos o de las Respiraciones, cuyas lecciones se recogieron en la India y fueron divulgadas a través del Hatha Yoga, y, en su más trascendente efectividad, a través del Raja Yoga o Yoga Real.
G. R. S. Mead, escritor miembro de la Sociedad Teosófica, realizó en los albores del siglo XX un exhaustivo estudio de las obras herméticas, concluyendo que existiría aun otro Hermes predecesor del Tres Veces Grande, anterior al diluvio y por ende, anterior al hundimiento de la Atlántida, lo que explicaría la sabiduría, la ciencia y las artes tan avanzadas del primitivo Egipto como legado de la civilización de los atlantes. Existiría evidencia del hallazgo de fragmentos de los Libros de Hermes en inscripciones antiquísimas, sobre todo en el interior de las criptas secretas de los grandes templos cercanos al delta, no lejos de la Esfinge y de las pirámides.
Entre las principales obras atribuidas a Hermes, podemos citar Poimandres, Asclepio y la virtud del mundo, así como las conversaciones con su hijo Tat. Como ya sabemos, solo han llegado hasta nosotros algunos textos medievales y renacentistas, especialmente las traducciones hechas por Marsilio Ficino, no los originales y menos aun sus primeras traducciones. Sin embargo, la ausencia total de referencias al cristianismo nos permite deducir que son traducciones fidedignas de textos griegos ni anteriores al siglo III a.C. ni posteriores al siglo II d.C.
En Poimandres, Hermes recibe las enseñanzas de la conciencia superior o inteligencia soberana y divina, y se especifican doce imperfecciones que el discípulo debe depurar de sí para conseguir la sabiduría: ignorancia, tristeza, intemperancia, concupiscencia, injusticia, avaricia, error, envidia, capciosidad, cólera, temeridad y maldad.
El aporte de Hermes Trimegisto al desarrollo de los saberes contemporáneos es tal que la física moderna ha debido recurrir a los postulados teóricos de los presocráticos, quienes en su mayoría aprendieron del saber egipcio. Misma cosa ocurre con el redescubrimiento matemático del número pitagórico, procedente directamente de Hermes según declaración del propio Pitágoras. El estudioso del tarot egipcio Court de Gebelin llegó a la conclusión de que el mismo Libro de Toth tomó la forma de los arcanos mayores.
La Tabla Esmeralda y el Kybalión
Entre las obras cuya autoría los egipcios adjudican a Hermes, la más conocida es la famosa Tabla Esmeralda o Esmeraldina, considerada como la llave de la sabiduría y el ocultismo.
Existen tres leyendas que aluden a su hallazgo; la primera indica que Alejandro Magno encontró la tumba de Hermes y copió, en una tablilla, los signos que halló en la esmeralda original que cubría el cuerpo del filósofo, dejando intacto el lugar y luego borrando toda huella de acceso. La segunda versión, propia de los cabalistas, cuenta que fue encontrada por la esposa de Abraham, Sara, también en la tumba de Hermes. Por último, algunos indican que fue Apolonio de Tiana, uno de los mayores magos de la antigüedad, quien encontró la tabla en una cueva, bajo tierra.
Este texto, base del pensamiento esotérico, fue traducido del árabe al latín en 1250, y posteriormente del latín al inglés por Isaac Newton; su importancia expresa la trinidad que rige la naturaleza entera: la tesis, la antítesis y la síntesis de la filosofía.
Por su parte, el Kybalión es un documento que resume los siete principios del pensamiento hermético. Fue escrito a principios del siglo XX por un grupo de pensadores anónimos, autodenominados Los Tres Iniciados. La teoría más popular indica que el francmasón Paul Foster Case, Michael Whitty y William Walker Atkinson serían los autores. El documento llama a Hermes “el Gran Sol Central del ocultismo» y “Dios de la Sabiduría”.
LA TABLA ESMERALDA
Verdadero, sin falsedad, cierto y muy verdadero:
lo que está de abajo es como lo que está arriba,
y lo que está arriba es como lo que está abajo,
para realizar el milagro de la Cosa Única.
Y así como todas las cosas provinieron del Uno, por mediación del Uno,
así todas las cosas nacieron de esta Única Cosa, por adaptación.
Su padre es el Sol, su madre la Luna,
el Viento lo llevó en su vientre,
la Tierra fue su nodriza.
El Padre de toda la Perfección de todo el Mundo está aquí.
Su fuerza permanecerá íntegra aunque fuera vertida en la tierra.
Separarás la Tierra del Fuego,
lo sutil de lo grosero,
suavemente,
con mucho ingenio.
Asciende de la Tierra al Cielo,
y de nuevo desciende a la Tierra,
y recibe la fuerza de las cosas superiores y de las inferiores.
Así lograrás la gloria del Mundo entero.
Entonces toda oscuridad huirá de ti.
Aquí está la fuerza fuerte de toda fortaleza,
porque vencerá a todo lo sutil
y en todo lo sólido penetrará.
Así fue creado el Mundo.
Habrá aquí admirables adaptaciones,
cuyo modo es el que se ha dicho.
Por esto fui llamado Hermes Tres veces Grandísimo,
poseedor de las tres partes de la filosofía de todo el Mundo.
Se completa así lo que tenía que decir de la obra del Sol.
LOS AXIOMAS DEL KYBALIÓN
1. Mentalismo. El Todo es mente; el universo es mental.
2. Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Manifestación en tres grandes planos: físico, mental y espiritual.
3. Vibración. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.
4. Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo.
5. Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un
péndulo.
6. Causa y efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley.
7. Género. El género existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.
* Artículo publicado en Revista Somos de junio de 2012, número 22.