Por Livia Gracola
Vamos al grano. En Chile el aborto está tipificado como delito. Hablar de aborto es tabú. Pedir que se legisle sobre ello, es “pecado”. Surgen asimismo, los hipócritas que sacan el discurso pro-vida, como si cualquier otra opinión fuese, pro-muerte. Negro, blanco.
No existe ninguna voluntad de hacer educación sexual en los colegios, pero en serio, responsablemente. En los consultorios, una menor de edad no puede solicitar métodos anticonceptivos, debe ir acompañada de un/a adulto/a. Eso es tapar el sol con un dedo, aparte de una ingenuidad que para los tiempos que corren no calza.
Entonces, ya tenemos que no existe educación sexual; no existe libre disposición de métodos de anticoncepción y la píldora “del día después”, se trafica a un alto precio, cuestión que para una adolescente es difícil obtener. La forma legal implica una receta médica, la que dependerá de la arbitrariedad del médico. Ya, en 1974, la política de Estado, decidió suspender las actividades de información y educación sobre anticonceptivos en consultorios y medios de comunicación.
Refiriéndome a los “hipócritas” nuevamente, no me explico cómo rasgan vestiduras al plantear estos temas, si en la sociedad que han construido, el sexo lo han deformado. Recordemos algunos ejemplitos: Los programas de TV abierta son absolutamente pornográficos; las tetas son mejor por kilos; la diputada es amante del secretario y las cartas de amor circulan por las redes; vemos realities donde el sexo, la violencia y la dominación están presentes; suben a you tube videos de famosillas y famosillos teniendo sexo explícito, etc.
Vivimos en un sistema erotizado, pero hipócrita. Todo debajo de la sotana. Se puede mostrar pornografía explicita a cualquier hora, pero no enseñar cómo usar el condón, no se habla de las ETS, no se entregan anticonceptivos. No existe prevención.
Volviendo al tema, una mujer enfrentada a un embarazo no deseado, no es que un día se levante feliz, tome desayuno y de repente se le ocurra –iré a practicarme un aborto, está de moda-. No. Es el último y más demoledor recurso. Se siente víctima y victimaria. Condenada por no cumplir con las expectativas que la sociedad y la familia impone, ya que centra y enclaustra el aborto sólo en el cuerpo de las mujeres. Sin embargo, la actitud asumida por el hombre no es cuestionada.
Ninguna mujer busca esa experiencia. Una experiencia dolorosa, culposa y que generalmente lo sufre en soledad, agravado con el temor de ser condenada con cárcel.
No nos equivoquemos, no estamos –de acuerdo- con el aborto, pero sí exigimos que se legisle, norme y reglamente. Anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.
Queremos que a futuro nuestros hijos y nietos, nazcan cuando hayamos construido territorios para la alegría.