A finales de la década de los ’60 Mario Luis Rodríguez Cobo (Silo) comenzó a entregar las primeras definiciones de lo que luego sería el Humanismo Universalista o Nuevo Humanismo. Fue un proceso donde se expuso como primera diferenciación con el humanismo histórico y otras vertientes ideológicas (marxismo, cristianismo) la importancia de una transformación simultánea del individuo y de la sociedad. La lucha contra el sistema capitalista y el poder financiero, tanto como la denuncia del armamentismo que sustenta a los imperialismos quedó consagrada junto a un expreso rechazo a toda forma de violencia y de discriminación.

Con el transcurso del tiempo, la corriente humanista impulsada por Silo se plasmó en libros (alrededor de 50 obras de diversos autores) y cientos de acciones en todo el mundo (contra el apartheid in South África, por el Servicio Militar Optativo, por el desarme mundial, contra la discriminación en cualquiera de sus formas, por la no violencia en la educación, en la familia, en las escuelas; contra la desocupación, por los jubilados, contra el ALCA, por la asignación universal por hijo, y un sinnúmero de otras campañas planetarias que culminaron con la Marcha Mundial por la Paz y la No violencia que recorrió 93 países para concluir en Punta de Vacas, Mendoza, Argentina, el 2 de enero de 2010).

Lo dicho, sin contar la actividad específica de los partidos políticos, La Comunidad para el desarrollo humano, Convergencia de las Culturas, Mundo sin Guerras, Centro mundial de Estudios y frentes de acción de base.

Eso es el Movimiento Humanista creado por Silo: la denominación que incluye a una variedad de expresiones que llevan la misma doctrina  a diferentes campos de acción.

El año 2012 se presentó en Buenos Aires, ante unas 150 personas invitadas a desayunar, el nuevo invento político de Elisa Carrió, una ex radical y ex colaboradora en la justicia chaqueña durante la dictadura cívico militar. Se trataba del  “Movimiento Humanista de la Resistencia”.

Por cierto, en la vereda de la institución donde se celebraba el “parto” de Carrió entre “medias lunas” y café con leche, los humanistas protagonizamos un escrache a ese engendro nacido de la voluntad de trampear.

Luego, como nos ha ocurrido en otras ocasiones, primó entre los humanistas siloístas, la voluntad de avanzar y crear antes que defender derechos intelectuales. Pero esto no implica que no diferenciemos las cosas cuando pueda haber confusión. Por eso, en ocasión de incursionar en Entre Ríos desde el Movimiento Humanista de Concordia nuestros compañeros salieron a aclarar que “el Partido Humanista y el Movimiento Humanista, no tienen nada que ver con Carrió”.

Ante la llegada a Concordia de la controvertida dirigente, el partido y movimiento social que legalizó ante la justicia el nombre de Humanista hace casi 30 años, se identifica con el color naranja, y tiene el símbolo del infinito (cinta de Moebius) como estandarte, han salido nuevamente a aclarar que no existe ninguna relación con Elisa Carrió.

Bernardita Zalisñak, referente del humanismo, explicó a la prensa “El Movimiento Humanista es una corriente de pensamiento y acción inspirado en Silo y se ha conocido en el mundo por su influencia y lucha por la no violencia y la no discriminación. Carrió no tiene nada que ver con este movimiento, no hay alianza ni acercamiento alguno y ella no es humanista. Cuando hemos hecho alianzas con el Partido Comunista y los demás partidos del Frente para la Victoria lo hemos hecho abiertamente, y abiertamente dejamos claro que no hemos hecho ni haremos frentes ni alianzas con esta señora”. Clarísimo.

Sin ánimo de ofender, es patético que un partido de acción errática, sin un respaldo intelectual propio y conducido por una persona psicológicamente inestable,  pretenda confundir a los desprevenidos utilizando el nombre de una construcción sólida y con aportes por más de cincuenta años en 90 países del mundo. Hoy, el Humanismo es  Siloísmo.