La ciudad de Mendoza está plagada (sí, parece una plaga) de afiches que, textualmente, dicen: «Es la hora. Es ahora. Vamos, todos». El intento de protohomenaje a la historia de la filosofía occidental está firmado, con retrato incluido, por Carlos Aguinaga, retoño de un árbol genealógico del Partido Demócrata provincial, organización política de derechas, cómplice y semillero local de cuanta dictadura supimos soportar a lo largo, lo ancho y lo profundo en el siglo XX. Pero hay más. La decana de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, Graciela Cousinet, miembro de Libres del Sur, que integra el Frente Amplio Progresista, ese engendro socialdemócrata, también nos sonríe desde afiches que rezan su nombre seguido del enigmático mensaje «Mendoza con voz». El pionero de esta fiebre afichística parece ser Francisco de Narváez con su «Ella o vos» que, creo, aún no llegó a estos medanales.
Pues bien (o pues mal), la cuestión es que, aunque usted cave con una pala mecánica y contrate al glorioso Equipo Argentino de Antropología Forense, no podrá encontrar nada sustancial en esas pseudopropuestas. Son el vacío mismo. Tal vez no les dé la cara para desenmascarar sus verdaderas intenciones, su ideología, o no sean capaces de hilvanar más de media idea concreta. Salvo Cousinet que, para triste sorpresa de muchos que la conocemos (o eso creíamos) desde hace tiempo, posa en una foto junto a personajes de la derecha mencionada en el cuarto renglón de este textículo, como el diputado ganso Omar De Marchi. Una vergüenza.
Todo semeja un fárrago retórico, como el exabrupto de aquel productor agropecuario santafesino que, en una asamblea del sector, propuso destituir y hacer desaparecer a este gobierno y sus funcionarios. Destituir dijo, como en la chirinada de 2008 por la Resolución 125; desaparecer agregó, como en la noche tétrica del contubernio burgués terrorista de 1976-1983. Todo ante el silencio amable de dirigentes de la llamada Mesa de Enlace, enlazados al diputado nacional Jorge Chemes, un pollo de Margaret Stolbizer, quien ya en 2009 había anticipado cierta práctica de la ternura de clase: «Como en la guerra, hay que ir matando a los de la primera fila. Hay que barrer a la mayoría, a la mugre, para después sí empezar a remar», declaró entonces. Heidi y el abuelito en una misma persona.
Pero que no es simple retórica lo demuestra don Sebastián Fagundez, otro garcoagrepecuario de la zona. Fanático de las armas y admirador del genocida Videla, el tipo tiroteó el vehículo en el que viajaban inspectores fiscales, a fines de marzo pasado. Está en cana, como corresponde.
También debería estar preso un tal Henrique Capriles Radonski, instigador de un Golpe de Estado en Venezuela, intento que parece haber sido abortado por la sabia estrategia del presidente Maduro, la defensa del propio pueblo bolivariano, la solidaridad de los dirigentes progresistas de Sudamérica y el sacrificio de, por lo menos, siete mártires. Aún esperamos que Barack Obama reconozca la transparencia del proceso eleccionario, como le pidió Cristina, y le ordene a su subalterno Capriles a que ejerza sus derechos por la vía legal y abandone la insurrección. Eso, sin dudas, descomprimiría la situación.
A las propuestas que son el vacío mismo, (la hora, ahora, voz, vamos, todos, ella) las llenan de odio, muerte en grado de deseo y muerte fáctica también, Es que están tan vacíos de amor al prójimo como llenos de odio y rencor por el ascenso social, político, económico y cultural de numerosos seres que, por obra de sus gobernantes y por militancia propia, están comenzando a ocupar el espacio que los fabricantes del vacío siempre les negaron, el de la dignidad. Acá y en Venezuela.
Mientras tanto, Francisco oró por los muertos y heridos del maratón de Boston.