El Senado estadounidense rechazó el proyecto de control de armas más amplio en dos décadas al votar en contra de varias medidas impulsadas por el presidente Barack Obama, quien repudió la decisión de inmediato y la calificó de «vergonzosa».
Desde la Casa Blanca y secundado por algunos familiares de víctimas de la violencia armada, el mandatario no disimuló su malestar con la mayoría de los senadores, que rechazaron ampliar la averiguación de antecedentes penales y salud mental de los compradores de armas y una prohibición de las armas de asalto.
«Hace unos meses, tras varias matanzas, este país adoptó el compromiso de luchar contra la violencia armada. Hace unos minutos, una minoría de senadores ha decidido que proteger a las familias y a los niños no merece la pena», sentenció el mandatario, visiblemente enojado.
«El 90% de los ciudadanos está a favor de la extensión del control de antecedentes. Hoy el 90% de los demócratas ha votado lo mismo, pero no ha servido de nada porque el 90% de los republicanos han votado en contra», agregó, en una declaración frente a las cámaras de televisión.
Las votaciones de hoy incluyeron cada una de las medidas que Obama propuso en enero pasado como respuesta de su gobierno a la masacre ocurrida un mes antes en una escuela primaria en Newtown, Connecticut, que conmovió al país entero y puso el control de armas otra vez en la agenda política.
Todas las iniciativas requerían un mínimo de 60 votos en el Senado, y el proyecto de la ampliación de la averiguación de antecedentes sólo consiguió 54, informó la agencia de noticias EFE.
La propuesta de prohibir las armas de asalto consiguió 40, mientras que otra para vedar la comercialización de ciertos cargadores obtuvo 46.
La iniciativa de los antecedentes había sido impulsada por los senadores Pat Toomey, republicano, y Joe Manchin, demócrata, y era la mayor esperanza de consenso en el Congreso para seguir adelante con la legislación sobre el control en la venta de armas.
El acuerdo que habían alcanzado ambos senadores preveía un control de antecedentes más estricto que el actual, pero menos duro que el que originalmente había propuesto el presidente Obama y los demócratas del Congreso, que impulsaban este requisito para casi todos los tipos de ventas de armas.
«Aunque este compromiso no contenía todo lo que yo y los familiares de las victimas queríamos, era un progreso», destacó Obama en su aparición desde el jardín de la Casa Blanca, que ocurrió luego del rechazo de la propuesta de los antecedentes pero antes de que las demás medidas corrieran igual suerte.
En su discurso, el mandatario fue especialmente directo y duro con los demócratas que cambiaron su voto a último momento y con la Asociación Nacional del Rifle (NRA), la organización civil que más presionó, a través de una campaña publicitaria millonaria, para que el proyecto de ley no avanzara.
«Muchos verán esta votación como una victoria y yo me pregunto, ¿una victoria de quién? ¿De quienes han votado en contra de lo que respalda el 90%? ¿Me pregunto a quiénes representan?, se preguntó Obama, quien acusó a la NRA de «mentir deliberadamente».
Sin dudarlo, arremetió contra los senadores de su propio partido que «por miedo a que la NRA deje de apoyarles económicamente en las próximas elecciones», votaron en contra de la iniciativa.
En los últimos días, los medios norteamericanos y fuentes de la Casa Blanca aseguraron que el primer proyecto de ley del paquete introducido por Obama, el de los antecedentes penales, era el único que contaba con el apoyo bipartidista necesario para ser aprobado.
«Nos vamos decepcionados pero no derrotados, con la confianza de que el cambio ocurrirá pronto. Siempre supimos que éste sería un largo camino, pero no podemos darnos el lujo de dar marcha atrás, seguiremos avanzando», prometió Obama, rodeado por familiares de víctimas que luchaban por contener sus ojos llorosos.