Luego de un pálido 2012 comparado con el 2011 anterior, lleno de multitudinarias movilizaciones, había mucho en juego en la convocatoria a la primera marcha del año realizada por las Federaciones Universitarias por una educación pública, gratuita y sin lucro.
Y la verdad es que la marcha realizada el día de hoy en varias ciudades de Chile, fue realmente multitudinaria y mostró al movimiento estudiantil retomando la creatividad y la alegría que se pensaba podía haber perdido.
Pero mientras los estudiantes marchaban por la Alameda, la clase política tradicional la seguía desde sus oficinas con mucha atención. Es que al ser la primera convocatoria del año, se sabía que arrojaría múltiples señales políticas que marcarían la agenda de lo que será este año 2013.
En un período caracterizado por las elecciones presidenciales y parlamentarias del mes de Noviembre, con un gobierno de derecha terminando con un pobre 30% de aprobación y una Concertación (oposición) esperanzada con el regreso de Michel Bachelet, una débil convocatoria significaría una derrota para el movimiento social y, de rebote, un triunfo para los partidos tradicionales; en tanto que una gran convocatoria sería una señal que el movimiento social aún está vivo y con mucha fuerza.
Además, el que los principales rostros del Movimiento Social y Estudiantil del 2011 – Camila Vallejos, Giorgio Jackson e Iván Fuentes, entre otros – estén actualmente negociando cupos en la lista parlamentaria que apoyará la candidatura presidencial Michel Bachelet, estaba causando una gran decepción en el movimiento social y una indisimulada alegría en los vetustos partidos de la Concertación y el propio Partido Comunista, que ya ha dado señales claras de apoyo a Bachelet.
Hay que recordar que Bachelet se constituyó en la principal responsable del engaño que hizo la clase política al movimiento de estudiantes secundarios del año 2007, movimiento conocido como los Pingüinos y que fue el precursor al despertar universitario del año 2011. Incluso en ese 2011, los universitarios mantuvieron por meses un gigantesco lienzo con el rostro de Bachelet en el frontis de la Universidad de Chile, exigiéndole respuesta a los planteamientos de Educación Pública gratuita y sin lucro.
Por esta misma razón, tanto Camila Vallejos como Giogio Jackson, salieron hoy día presurosos (vía Twitter) a desmentir un volante que circuló en la marcha mostrando sus rostros con el de Bachelet y la frase “Juntos por una nueva mayoría”. Es obvio que ellos no son los autores de tal volante, pero lo cierto es que sus negociaciones por un cupo parlamentario en la lista de la
Concertación demuestran justamente eso. Lo han dicho tanto la propia Bachelet, como cada uno de los presidentes de los partidos de la Concertación, incluyendo al PC, tal lista parlamentaria busca constituir “una nueva mayoría para Chile”.
Entonces, lo que se jugaba en la marcha de hoy no era poco: por un lado, los movimientos sociales y partidos políticos alternativos que han trasladado la política a las calles y, por el otro, los tradicionales y desgastados partidos de la Concertación intentando devolver la discusión política a los elegantes y alfombrados salones del Congreso o de La Moneda, es decir, a la política encerrada y encapsulada entre cuatro paredes, muy lejana a la gente de la calle pero muy cercana a los grandes grupos económicos que hay (o gobiernan) en Chile.
Es tan fuerte el divorcio entre la clase política tradicional y los movimientos sociales, que en la marcha de hoy no se vio una sola bandera de algún partido de la Concertación y muy escasas del Partido Comunista, algo insólito e impensado hace tan solo 5 años atrás. Es que saben del enojo que hay hacia ellos y las pifias e insultos que pueden recibir. Solo se vieron banderas del Partido Igualdad, Humanista, Izquierda Unida, entre otros, todos partidos alternativos y sin ninguna representación parlamentaria, es decir, sin complicidad alguna de la actual situación política.
Por todo esto, el ver una Alameda con más de 150.000 personas, no solo estudiantes, sino a la familia apoyando las luchas de sus hijos, debe haber puesto nervioso a más de algún personero de La Moneda pero, por sobre todo, a los dirigentes de la Concertación y el propio Partido Comunista.
A la Concertación, pues creían que la política de la calle, aquella que escapa al lobby y a los acuerdos secretos, se había desgastado gracias al pacto político que se está fraguando con el Partido Comunista, despejando con esto el regreso de Bachelet a la Moneda. Es que para la Concertación es vital ganar la presidencial pero para dirigir un país “ordenado y controlado”, que
permita hacer ciertos cambios que aseguren gobernabilidad por otros 20 años, cambios – eso sí – que no pongan en riesgo al modelo. En otras palabras, el antiguo gatopardismo del “cambiar para que todo siga igual”, ahora remozado en un verdadero gatofaldismo.
Y al Partido Comunista, pues su negocio con la concertación, está sustentado en la posibilidad de “controlar” al movimiento social. En los últimos años los comunistas se han transformado en la niña bonita de las negociaciones con la Concertación. Usando de su tradicional presencia en los sindicatos más importantes del país, y recientemente en la Presidencia de la Central de
Trabajadores, los comunistas han sido muy hábiles para llegar a acuerdos electorales con la Concertación, lo que les ha permitido elegir tres Diputados y varios Alcaldes, pero eso ha traído como consecuencia un retroceso de su presencia en los movimientos sociales. De hecho en la penúltima elección de la Federación de Estudiantes de la principal universidad del país, la propia Camila Vallejo fue derrotada por el llamado Movimiento Autónomo, movimiento de izquierda pero muy alejado y con fuerte crítica a los partidos tradicionales.
Por todo esto, la gran masividad de la marcha, su transversalidad etárea, su creatividad festiva, juguetona, no violenta y acompañada de una fuerte crítica al modelo, es que esta marcha es un nuevo triunfo de los estudiantes y demuestra que la calle puede seguir marcando la agenda, incluso, en pleno periodo electoral.