Los nuevos valores de horizontalidad, inclusividad, diversidad, inteligencia colectiva y no-violencia de los movimientos emergentes Parte (I) ver en
http://www.webislam.com/articulos/62226-15m_apuntes_sobre_la_noviolencia_i.html
Hablar de no-violencia es tocar un concepto novedoso. El termino no-violencia no esta en el diccionario de la Real Academia de la lengua española. Sin embargo, el concepto va calando en nuestra sociedad y vamos comprobando su eficacia en las luchas diarias, pues la mayoría de las transformaciones o intentos de cambios importantes se efectúan con comportamientos no-violentos.
Antes que nada, conviene distinguir entre lo que es pacifismo, que es el rechazo a las guerras o al armamentismo, y la no-violencia, que es una postura ética y una metodología de denuncia y lucha permanente contra todo tipo de violencia.
Aquí surge la pregunta ¿que se entiende por violencia? Hoy es necesario redefinir el término. Ya en muchos sectores de nuestra sociedad se está considerando violencia no solo a la agresión física o las guerras, sino también a otras manifestaciones: es violencia la explotación económica a seres humanos, la discriminación racial, el fanatismo religioso, la discriminación generacional, la violencia de género…, hay violencia sicológica y también la violencia moral.
Veamos ejemplos en diferentes campos ajenos a la mera violencia física. Por ej. un creyente religioso fanático que no admite que otros puedan tener una creencia distinta a la suya o que la exhiban si la tienen y los discriminan por ello. Eso es violencia religiosa. La violencia puede darse en el campo de género, cuando por ser mujer se cobra menos por el mismo trabajo; En el campo económico, cuando se sobre-explota a las personas, o cuando un gobierno no crea condiciones para que todos los ciudadanos puedan tener un trabajo digno con el que subsistir. Eso es violencia económica del sistema. Hay violencia sicológica intrafamiliar cuando hay mal trato en las familias entre padres, hijos y parejas, aunque no se llegue al maltrato físico. Hay violencia generacional cuando unas generaciones postergan a otras, cuando se niegan derechos a los
jóvenes o a los mayores. Hay también una violencia moral cuando se opera apelando y creando miedo. Eso puede darse a nivel familiar, en colegios entre alumnos o también a nivel del gobierno introduciendo temor o terror en los ciudadanos. Casos de esto son las operaciones de bandera falsa, criminalización de manifestaciones pacificas, sobredimensión de situación de inseguridad o
de peligro terrorismo para justificar represión, entre muchas otras.
Profundicemos en conocer que pretende el violento con su conducta. La respuesta violenta trata de anular una parte de la existencia del otro, algo que percibe del otro y que no gusta. La respuesta violenta es tratar de eliminar sea una conducta individual, o la de un grupo, o incluso la de una población. Es negar una parte de su expresión, una parte de su ser. En los casos extremos
consiste en eliminarle totalmente, en exterminarle arrebatándole la existencia.
Hoy se ha llegado a una situación tal que la violencia es parte constitutiva del sistema en que vivimos. El sistema está montado en base al poder del más fuerte, que es quien pone las reglas de juego y somete a los demás ya sea como país por medio del poderío militar o desde un grupo económico aprobando leyes injustas. El problema es que desde los estados y las instituciones se debería de amortiguar y frenar la violencia y los conflictos, pero hoy ocurre
justo lo contrario. Son las instituciones y los poderes los principales factores de incremento del sufrimiento de los pueblos. Paradójicamente, esos poderes sin la violencia no funcionarían. Se ha llegado a un punto en el cual se retroalimentan con la misma violencia que ellos han generado. Sin ella se derrumbarían.
Cuando el medio social se enrarece y entra en una crisis profunda, sus instituciones se vuelven cada vez más alejadas de los ciudadanos, más insensibles y más violentas. En esas situaciones, a lo largo de la historia, los pueblos han respondido a la violencia del poder con aumento de tensiones sociales, con manifestaciones ciudadanas pacíficas y dando avisos de posibles estallidos sociales. Los gobiernos que no han atendido a esas señales han provocado derivas hacia confrontaciones violentas. Así, las movilizaciones sociales han sido en general fuertemente reprimidas y muy pocas han prosperado. Si la presión de los ciudadanos era mucha, adoptaban formas revolucionarias con fuerte confrontación, saldo trágico para los gobernantes y recambio de poder. Con la revolución viene asociado el término de “violencia” porque violentas han sido la mayoría de ellas en la historia. Así fueron las cosas.
Pero hoy se abre otro camino de respuesta para los individuos y también para los pueblos.
Está el camino de la no-violencia. Es una forma de lucha incipiente aún por desarrollar pero que tiene todo el futuro abierto. Esto es así porque este sistema violento se ha sofisticado al máximo y tiene todos los recursos para luchar y vencer en una lucha violenta, pero no sabe cómo responder frente a la no-violencia organizada. Por eso, mantener las antiguas formas de lucha violenta por parte de la base social, además de ser hoy ineficaz, no hace más que justificar y alimentar la represión por parte del poder. La lucha no-violenta que ya fue utilizada y resultó altamente eficaz para M. Gandhi y M.L. King ha sido una constante en el 15M en España y en otros movimientos Occupy en diferentes países. Es gracias a ella que se ha podido ir avanzando, ganando respeto y apoyo social. No ha ocurrido esto en todos los demás movimientos emergentes de otros países.
El 15M, sabiamente, se ha ido desmarcando cada vez más claramente de los comportamientos violentos y está en el camino de desarrollar estrategias alternativas de tipo no-violentas. Cierto que falta aun mucho en este campo, pero tiene muy claro su posicionamiento no-violento.
Ya hemos desarrollado los temas del origen de la no-violencia en la historia, los distintos tipos de violencia y hemos precisado las diferencias entre pacifismo y no-violencia. Ahora veamos las cuestiones de la violencia y no-violencia en el campo de lo personal, y acabaremos con la no-violencia en la acción social.
La violencia personal
Diariamente observamos y sentimos la violencia que nos rodea, la violencia que vemos “afuera” de nosotros, en las noticias, en la calle, en los vecinos, en la familia, en los otros. Pero raras veces observamos la violencia en nosotros mismos.
Detrás de toda conducta violenta hay una persona que la realiza. Si hacemos el esfuerzo de tomar distancia y observamos algunas de nuestras conductas, podemos ver que a veces también realizamos acciones que violentan a otros, ya sea física o sicológicamente. Ejercemos maltrato con nuestros cercanos.
Todos tenemos nuestro limite y si éste se sobrepasa, puede estallar nuestra pequeña, en algunos casos no tan pequeña, bomba interna. Somos pacíficos hasta cierto punto. Pasado ese punto… “no respondo”, se dice. En nuestra vida diaria, vamos acumulando creencias particulares, miradas propias, vamos
realizando acciones que nos van dando integridad y crecimiento como persona o por el contrario vamos teniendo comportamientos contradictorios que nos envilecen y desintegran. Cada uno de nosotros puede ir avanzando en coherencia personal o por el contrario ir profundizado en la incoherencia existencial. El ejemplo más claro de contradicción es si pensamos una cosa, sentimos otra y luego hacemos otra diferente. Si la contradicción aumenta, aumentan la tensión y el sufrimiento y está el campo abonado para tener conductas con respuestas violentas hacia otros o hacia nosotros mismos.
El problema es donde yo proyecto esa violencia y con qué grado de influencia: puede ser en mi entorno más cercano, familia, ámbito laboral, amigos… Pero si además tengo un cargo de responsabilidad, en una empresa o en una institución social. ¿Que pasara si proyecto allí mis contradicciones y mi violencia?
La no-violencia personal Hay una dirección, en lo que tiene que ver con la dimensión personal, que apunta a ir ganando en coherencia interna, ir resolviendo las propias contradicciones, ir profundizando en el sentido de vida que cada uno tiene, ir progresando y superando miedos, limitaciones, inhibiciones, etc., e ir experimentándose cada vez mas libre y mas “ser humano” con mayúsculas. El correlato de este trabajo conlleva la desactivación de la violencia interna. Esto es practicar la no-violencia personal.
El Humanismo siempre se esforzó en reivindicar el valor del ser humano en contra de los fanatismos y la violencia en todas sus formas. Hoy el Nuevo Humanismo trata de minimizar la violencia hasta el límite extremo, tratando de superarla completamente. Lo hace encaminando todos los métodos y formas de resolver oposiciones y conflictos sobre los rieles de la no-violencia creadora.
La no-violencia en la acción social
Al mismo tiempo que la violencia aumenta proyectándose en todos los campos crece una nueva sensibilidad que va en sentido contrario. Esta nueva visión y actitud frente al mundo se está manifestando en los movimientos emergentes en distintos países, en el 15M, en los Occupy, en Yo Soy 132, etc. Es una nueva sensibilidad que repudia toda forma de violencia. Algunos afirmaron que el 15M era un “estado de ánimo”. Esta nueva sensibilidad no-violenta es la que nos está abriendo el futuro y nos va a llevar a la construcción del nuevo mundo donde puedan confluir los pueblos del planeta. Para ir configurando la nación de naciones, el pueblo de todos los pueblos, la nación humana universal para toda la especie.
Los nuevos valores de horizontalidad, inclusividad, diversidad, inteligencia colectiva y no-violencia son los ejes de la nueva acción social que hoy se ve imprescindible desarrollar para pasar de una sociedad de súbditos a una sociedad de ciudadanos plenos. Estos valores están surgiendo en la base social, entre los jóvenes, entre la gente mas necesitada, compensando la violencia
estructural del sistema. Confiamos en que estos valores serán los que acabaran imponiéndose en la mundo futuro.