Publicamos acá una carta de Daniela Hirsch que aparece hoy en un periódico nacional, referida a la necesidad de una institucionalidad que pueda velar en CHile por políticas efectivas capaces de superar todas las formas de discriminación que existen actualmente en nuestra sociedad, similares a las que ya existen en muchos de los países vecinos en nuestro Continente.

Señor director:

Se cumple un año de la trágica y absolutamente evitable muerte de Daniel Zamudio, lo que nos lleva a lamentar que a pesar de todo la discriminación en Chile no ha cambiado.

Es cierto, su muerte impulsó la promulgación de la ley contra la discriminación (“Ley Zamudio”), pero es totalmente insuficiente.

Nuestra normativa se enfoca en castigar a quienes discriminan, sin poner esfuerzos en la promoción de la valoración de la diversidad, el respeto y la inclusión; en definitiva, sin promover un cambio de cultura que evite llegar al punto de necesitar una ley castigadora.

Y así, a un año del fallecimiento de Daniel, Chile sigue discriminando a sus mal llamadas “minorías”. Indígenas, mujeres, discapacitados, extranjeros, homosexuales, bisexuales y transexuales; jóvenes, y tantos más, sufren la injusticia de ver mermados sus derechos por el hecho fortuito de encontrarse en cualquiera de estos grupos.

Chile requiere una institucionalidad que permita la participación activa de las diversidades étnicas, religiosas y sexuales, entre otras; que fomente la valoración de la diversidad; y que se oponga activamente a toda forma de discriminación.

Si los programas educativos consideraran educar a los niños sin prejuicio; si los medios de comunicación reconocieran y promovieran la diversidad; si personalidades públicas evitaran referirse a ciertos grupos de formas peyorativas y prejuiciadas; y si tuviéramos un organismo público encargado de promover la inclusión en Chile con herramientas efectivas, quizás, cambiaríamos el rumbo.

Daniela Hirsch

Abogada Albagli Zaliasnik