Por: Ángeles López /@anjunkie3_0
China, potencia económica mundial; dictadura de estado socialista que se vale del capitalismo más rampante; uno de los cinco países con más violaciones a los derechos humanos; nación que ha provocado la mayor devastación ambiental en los países en los que invierte; régimen que viola la libertad religiosa y de expresión del pueblo tibetano, al que ha sujetado a uno de los genocidios más prolongados de la historia moderna.
China fue el centro de protestas y la causa de acciones en más de 20 países que pugnan a favor del pueblo tibetano. El llamado mundial tuvo como finalidad solidarizarse con el sufrimiento de los tibetanos, quienes ostentan ya 107 auto-inmolados de todas las edades, que han llevado a cabo esta forma de protesta no violenta como el último recurso para presionar a las autoridades chinas a recapacitar sobre el trato que les otorgan.
La restricción de la libertad y la violación a los derechos humanos han intensificado la inconformidad de los tibetanos. Los miles de elementos militares chinos establecidos en Tíbet, con la finalidad de reeducar a los ciudadanos, los ha mantenido atemorizados.
Desde la Revolución Cultural iniciada por Mao en 1950, el pueblo tibetano ha visto decrecer su patrimonio cultural ante el acoso chino que se ha propuesto disolver su cultura. El 10 de marzo de 1959, surgió en Lhasa, capital de Tíbet, un levantamiento en contra de la invasión comunista.
Con motivo del 54 aniversario de dicha rebelión, un grupo de personas en la ciudad de México marchó del Ángel de la Independencia al Hemiciclo a Juárez. Su andar fue un tributo a los auto-inmolados. El pueblo tibetano lleva más de medio siglo en resistencia pacífica, pero sus protestas no han sido escuchadas, a pesar de la intensidad del grito silencioso que representa quemarse a sí mismo.
Organizado por el grupo Pensando en Tíbet, la marcha-performance buscó sensibilizar a la gente sobre la tragedia que vive el pueblo tibetano. De acuerdo con las premisas budistas, de la empatía nace la compasión. Para interesarse y buscar remediar el sufrimiento de otros, primero hay que entender lo que el otro está sintiendo.
Los manifestantes caminaron en silencio, portando ropajes monásticos. Cada uno representaba a uno de los individuos que se han prendido fuego debido a la aniquilación cultural que vive su pueblo. Al llegar al Hemiciclo, cada uno fue “cayendo”, hasta que todos terminaron en el suelo. 107 no parece un número muy grande, mas a al ver a 107 seres humanos yaciendo inertes en el piso, es más fácil comprender que la tragedia va más allá de las estadísticas.
Tapey, un joven monje de 19 años fue el primero en tomar la determinación de echarse encima gasolina y prenderse en una plaza pública. El extremo símbolo contra la falta de libertad de expresión y de culto, se convirtió en el principio de una serie de acciones que han llegado a conformar una especie de “revolución silenciosa”.
El último de la lista de inmolados es Lobsang Namgyal, de 37 años, quien se incendió el pasado 26 de febrero. Cada uno de los inmolados ha sido descrito por sus conocidos como individuos altamente respetados en su comunidad debido a su integridad y congruencia en sus vidas.
Doce laureados con el premio Nobel de la Paz, dirigieron en diciembre de 2012 una carta al ex presidente chino Hu Jintao, para solicitarle atendiera el conflicto mediante un auténtico diálogo con el Dalai Lama, líder religioso del pueblo tibetano.
En febrero de 2013, aproximadamente 100 ciudadanos chinos, principalmente académicos, periodistas e intelectuales, solicitaron al Partido Comunista Chino que ratificara el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Dicho tratado requiere el respeto a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos, donde se incluyen la libertad de asociación, expresión y religión. El gobierno chino se destaca por sus políticas de intimidación, acoso y represión hacia cualquier disidencia, aunque sea pacífica. El régimen tampoco ha sido abierto hacia comunicadores, diplomáticos y observadores extranjeros de organizaciones no gubernamentales.
Hu Jintao heredó a su sucesor Xi Jinping este problema. El actual mandatario tendrá que definir si encamina a China hacia una cultura de respeto a los derechos humanos y mayor apertura democrática, o bien, continúa con los atropellos en los que incurrió el régimen anterior.
El reclamo hacia Xi Jinping ha sido mayor. El mando supremo del Partido Comunista recibió una carta de más de 140 detentores del premio Nobel, suscrita por más de 400 mil personas de 130 países. La misiva solicita que se libere al escritor y Nobel de la Paz, Liu Xiaobo, quien está en prisión desde 2009 por supuesta incitación hacia la “subversión”. El escrito pide también la liberación de su esposa, Liu Xia, quien está en arresto domiciliario desde que Xiaobo fue galardonado, sin ninguna imputación en su contra.