Por Xafier Leibs
Exclusividad. Hay algo en esta palabra que molesta. Desde un punto de vista semántico, puede ser esta idea de excluir, de unicidad. Pero va más allá de los significados. Hay algo muy perturbador en la secuencia de los fonemas [s][i][v]. Tal vez el hecho que sean fonemas que aparecen en palabras con connotación negativa como “virus”, o que sonoramente “exclusividad” se acerque a “vicio”, “viuda”, “duda”… Los más optimistas dirán que la palabra “vida” también se esconde dentro de “exclusividad”. Y podemos armar también “dulce”, “David” y “diva”. ¿Cuál será la relación entre todas estas palabras? David, un conocido vicioso, tal vez haya sido capaz de contagiar a alguien muy cercano con algún virus dudoso, y ahora este ser cercano, que antes se creía una diva, termina excluido de la comunidad de los vivientes y uno queda viudo. Por supuesto que todo esto quedó registrado en un DVD que saldrá pronto a la venta exclusiva por internet. Todo el mundo conocerá la historia, la gente comenzará a enviarte sus condolencias por twitter, escribiendo mensajes colmados de @, / y de # lo cual dará a tu nueva condición un aspecto muy moderno.
Pensándolo bien, la [u] también es molesta. Imagínense un tipo pronunciando esta secuencia: “usiv”, frunciendo primero los labios como si iría a silbar, luego dejando escapar al aire en un susurro, estirando la boca en una casi sonrisa para terminar haciendo una mueca rara con los pómulos (iba a poner “mejillas” pero tengo algunos problemas con esta palabra también) y mostrando levemente sus dientes de conejo. Creo realmente que es esta secuencia de sonidos lo que le da a la palabra “exclusividad” aquel aire sucio y presumido. La Real Academia debería considerar algunos cambios ortográficos en dicha palabra; por ejemplo cambiar la [v] por una [b], menos violenta, redondita, simpática y sobre todo, hace como un espejo con la [d], lo cual le confiere a la palabra una cierta armonía. Obtendríamos entonces “exclusibidad” que me parece mucho más positiba. No sé, digo…