Por Diego Chinkes G.
Hace unos 16 años, cuando mis padres quisieron inscribirme en el colegio, fui discriminado por ser hipoacúsico. Hace dos años fui nuevamente discriminado por ser hombre y hace una semana volví a sufrir lo mismo.
Actualmente estudio Educación diferencial; estoy terminando la carrera y en este semestre me toca hacer una pasantía progresiva en una Escuela de Lenguaje, cosa que no pude hacer porque en los Centros con los que la Universidad se contactó,
les dijeron que los hombres no podían hacerla. Es la segunda vez que me pasa, pero este no es sólo un problema mío, es un lío que tenemos todos los hombres que trabajamos con niños, sea en Educación, psicología, fonoaudiología, etc…
Puedo entender y estar totalmente de acuerdo con la necesidad de proteger a niñas y niños de los abusos sexuales, psicológicos y de otro tipo. Sin embargo, como sociedad, no podemos actuar con la actitud del avestruz de esconder a nuestros niños y niñas de todos los hombres., como si así se resolviera el problema de los abusos contra menores.
Yo me pregunto, quizás estamos en una sociedad muerta de miedo, que teme a cada hombre que anda por la calle y por ello actuamos sin pensar, movidos por terror, entendible, por lo demás, de parte de cada padre y madre.
¿No será más fácil decidir que los hombres no trabajen donde hay niñas y niños pequeños, que realizar un profundo trabajo con los profesionales, la comunidad educativa y los padres? ¿No será más fácil que los que dirigen estos centros nieguen la entrada de hombres para no tener problemas con los apoderados? ¿Es así como vamos a terminar con el horror del abuso infantil?
¿Acaso no hemos sabido de casos en los que están involucradas mujeres en episodios de abusos? ¿No tendremos, como sociedad, que pensar estrategias responsables para combatir este grave problema? ¿Los hombres no tenemos nada que decir ni hacer en la educación de niños y niñas?
Pienso que está mal como se maneja la situación a nivel nacional en Chile, porque no existe un trabajo con los niños y niñas y los apoderados para poder combatir el tema de los abusos, porque una persona puede ser acusada injustamente, por solamente
abrazar al niño o niña cuando está llorando y si una apoderada te ve y lo saca de contexto, eres acusado de abuso.
Una cosa es proteger a niños y niñas y otra muy distinta es buscar culpables indiscriminadamente.