La presidenta volvió a relatar sus sensaciones tras el fallecimiento del presidente venezolano, a quien definió como “el mejor amigo que tuvo la Argentina cuando todos le soltaron la mano; le guste a quien le guste”.

Durante el regreso al país, a jefa de Estado narró a través de la red social Twitter desde el avión Tango 01 las sensaciones que tuvo desde que recibió la noticia sobre el fallecimiento del líder bolivariano hasta que se despidió de sus restos en Caracas, desde donde partió junto a la comitiva oficial a las 16.30 (hora argentina) luego de haber concurrido a la capilla ardiente situada en la Academia Militar de Fuerte Tiuma.

“El martes pasado ni bien me avisaron lo de Hugo (Chávez) decidí viajar de inmediato a Caracas. Florencia me acompaña. No podía esperar. Infinita tristeza por nuestro compañero, el amigo de Argentina, había emprendido la partida. Al menos, eso creí”, escribió la Presidenta, en una serie de mensajes difundidos por Twitter.

La Presidenta evocó también que en las primeras horas posteriores a la noticia recibió los llamados de sus pares de Bolivia, Evo Morales, a quien le “notó la voz muy triste”; y de Uruguay, José Mujica, junto con quien emprendió viaje a Venezuela para ser recibidos allí por el canciller venezolano Elías Jaua, encargado de informar a los mandatarios los detalles del cortejo.

“Le aviso (al Canciller) que en esta ocasión lo mío no es protocolar y que me iré el jueves. No vine a despedir a un Presidente, sino a un compañero y amigo. El mejor amigo que tuvo la Argentina cuando todos le soltaron la mano; le guste a quien le guste”, agregó, al tiempo que evocó que Mujica le dijo que “no recordaba en la historia un gobernante tan generoso”.

La jefa de Estado describió su impacto cuando vio “a Evo acompañando a Hugo, Nicolás y todo el Gobierno en medio de una marea roja y tricolor”.

Al referirse a la movilización del pueblo, sostuvo: “Cómo me gustaría estar ahí, pero no puedo: el calor, mi hipotensión crónica y el médico me lo prohíben. No aguanto más en el hotel, voy a esperarlo a la Academia. Luego de dos horas, finalmente llega”.

“En la entrada, un tumulto indescriptible. Pido permiso a los soldados y subimos con mi hija (Florencia) a un banco de madera para verlo llegar. Cuánto dolor. Siento que me alcanzan otros momentos. Cuando hacemos con Evo, Pepe y Lucía (Topolansky) la primera Guardia de Honor del Féretro, no lo miro. Sólo quiero recordarlo vivo, porque está vivo. Lo compruebo definitivamente el jueves a la mañana”, agregó.

Cristina escribió que el sentimiento por Chávez lo pudo comprobar al ver a cuando “miles y miles comienzan a acercarse a la capilla ardiente. Niños, mujeres, hombres, jóvenes, ancianos, discapacitados, soldados, trabajadores, médicos, docentes, familias. Su Venezuela. Algunos lloran, lo saludan, muchos se cuadran, gritan que nunca morirá. Estoy allí, frente a ellos; me saludan con el puño sobre el corazón, o con un beso, me llaman por mi nombre, me extienden su mano”.

“No se necesita más para entenderse, hay un código común. Hombres como Chávez no se mueren nunca. Vive y vivirá en cada venezolano y venezolana que dejó de ser invisible y se tornó protagonista. Este hombre les abrió la cabeza, y ya nadie se las podrá cerrar jamás”, agregó la Presidenta, al tiempo que contó que “antes de partir, me acerco sin mirarlo, toco la bandera que está sobre el féretro; me despido, por ahora”.

La despedida de Venezuela contó con la presencia del vicepresidente Nicolás Maduro y Cilia (Flores), su mujer, quienes “me acompañan hasta la puerta de la Academia. Miles y miles de hombres y mujeres que saludan. Otra vez la marea roja y tricolor que grita: ¡Queremos ver a Chávez! Repiten una y otra vez. ¿No les dije? Chávez está vivo. Para Siempre”.