En una distendida conversación sobre sus cincuenta años de sacerdocio, Oscar
Jiménez Lazo sj, analiza en profundidad el proceso eclesial que por estos días
mantiene expectante a la humanidad.
“Esta situación la veo como la punta de un iceberg – asevera el sacerdote chileno –
como signo de algo que debe modificarse mucho más radicalmente en la iglesia, que
no tiene que ver directamente con el sexo ( a propósito de las denuncias de abusos
a menores), es el poder que tiene y como lo ha ejercido de manera autoritaria ,
monárquica, es la forma de gobernar con mucho autoritarismo, durante muchos siglos
la iglesia actuó como maestra en temas como el divorcio, las separaciones, con los
anti conceptivos, los condenaba”.
En cuanto a la elección del nuevo pontífice en el vaticano, Oscar Jiménez precisa
que no se visualizan cambios sustantivos en la curia romana:”Lo veo con mucho
pesimismo el futuro de la iglesia, soy un hombre de fe y creo en la acción del espíritu,
en la iglesia de Cristo, respecto del celibato no veo que se den condiciones de cambio
por el tipo de obispos que tenemos, no comparto la condición célibe para ejercer el
sacerdocio, es una materia que surgió alrededor del siglo XI como una recomendación
ante los excesos acaecidos en aquella época, pero el celibato podría suprimirse y
vivirlo de otra manera como lo hacen las Iglesias Ortodoxa y Anglicana”, declaró.
Con este calificativo que marca el futuro de la iglesia, el religioso declara que “la
solución va por el camino de la modificación de la estructura eclesial, y también por
algo que al interior de la iglesia se ha olvidado: la figura de Jesús como centro de su
accionar, su proyecto de vida, su sencillez en sus acciones, el rol misionero, el rol de
las comunidades de base, todo esto se fue perdiendo debido a la estructura que se fue
construyendo a partir del siglo V”.
Las denuncias sobre abusos sexuales a menores, el tema del celibato, son
situaciones que ocurren, a juicio del entrevistado, porque desde la Fe Dios busca que
pongamos atención: “leyéndolo como signo de los tiempos, esto del funcionamiento
de una estructura vertical requiere modificaciones, es lo que el Concilio Vaticano
II planteaba cuando entregó una visión de la iglesia – no cómo institución – la
definió como un Pueblo sostenedor de la iglesia donde el sacerdote participa en
las comunidades eclesiales de base, en ellas se encuentra apoyo para superar las
falencias que tenemos en el ejercicio de la Fe”, precisó .
Papado, decadencia y reforma de la iglesia católica
La Iglesia que es muy italiana, vive una decadencia, pérdida de fieles, escándalos
y luchas de poder ajenas al espíritu del propio Cristo, afirma el Director del
Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad
Alberto Hurtado, en su artículo publicado el miércoles 13 de marzo en el diario
electrónico El Mostrador
“Los papas italianos, Juan XXIII y Pablo VI, agrega Valenzuela, impulsaron la apertura-
diálogo con el mundo, abriendo ventanas para el aire fresco en el Concilio Vaticano
II. Luego vino una restauración conservadora, ortodoxa, que no sólo combatió la
Teología de la Liberación, sino también restauró una eclesiología (modo de vivir la
Iglesia) centrada en el sacerdote, la jerarquía, con un regreso a prácticas que facilitan
la opacidad”
Los signos de los tiempos eclesiales son analizados por el académico en su artículo:
“Muchos grupos católicos han ido por otros caminos tejiendo una Iglesia reformista;
compromiso social, poder a los laicos y mujeres (también inevitable ante la brusca
caída de las vocaciones), mantención de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs)
y poder distribuido en la comunidad (incluyendo el manejo de las finanzas de las
parroquias), prácticas de colegiatura y co-responsabilidad. También el diálogo con
otros, como el teólogo Hans Küng (censurado por el otrora Cardenal Ratzinger) quien
dijo lo obvio —los papas son falibles— y promueve la Red Ética Global, con líderes
protestantes, budistas y humanistas de diverso origen.”
Sobre lo que viene en estos días decisivos en el Vaticano, Esteban Valenzuela
sostiene que La casa (La Iglesia) está interpelada por los signos de los tiempos:
“Y las reformas se hacen con rupturas y una colisión desde adentro que permite un
camino gradual pero claro. Para esto los “moderados reformistas” son el único camino
posible; ya sea Scola (de Milán como Pablo VI y Martino, el jesuita casi Papa en el otro
Cónclave), el brasileño, el ganés, el canadiense o el capuchino, parecen ser caminos.