Por Gonzalo Larenas
Bachelet es la Justin Bieber de las redes sociales chilenas, en todo momento alguien está comentando algo sobre ella para bien o para mal, lo que la transforma en una máquina de propaganda electoral gigantesca, el sueño de todo político, estar siempre presente en el conciente ciudadano y todo esto, acá lo más impresionante; sin haber dicho una palabra al respecto y sin haber gastado un peso.
El fenómenos Bachelet, como ya algunos la nombran, es algo poco visto en política, un candidato con un porcentaje de apoyo abrumador y que sin embargo no ha dicho que será parte de la carrera presidencial, lo que la transforma en una imposición ciudadana, muy parecido a lo que pasa con una tendencia de moda potente. Ni los mejores publicistas podrían hacer una campaña tan fuerte, y acá lo más curioso, alimentado en su gran mayoría por sus detractores.
Son sus detractores los que han levantado y endiosado la imagen de Michelle Bachelet como un ser mítico que hay que vencer allá arriba en el Olimpo, una persona que viene desde lo alto con su maligno pasado y sin otro argumento que el repetido sobre su actuar en el terremoto. Parece extraño que no se den cuenta que criticar la imagen de su rival ha sido contraproducente, siguen todos los días y a cada hora en lo mismo, parecen boxeadores noqueados que desde el suelo y con mirada perdida tratan de dar combos al aire como defendiéndose de la confusión.
Quienes si han sabido criticar con fundamentos potentes a la “casi candidata” de la concertación, han sido los movimientos sociales, los potentes grupos que han salido a las calles estos últimos años a reivindicar sus derechos, su dignidad y han sabido llevar a cabo a través de la presión ciudadana sus peticiones.
Este gobierno como ha sido la tónica, no ha escuchado a la gente, no ha escuchado lo que estos movimientos sociales dicen con tanta fuerza y han ignorado lo que andan buscando, la fuerza para bajar a Bachelet, porque los han tildado como movimientos insurgentes de izquierda, peligrosos y terroristas. Causa risa tanto absurdo, nadie entiende, los movimientos sociales podrían terminar con la idealizada Michelle Bachelet pero este gobierno no ve en ellos más que enemigos, por otro lado la concertación apoya a estos movimientos que surgen también por su inoperancia siendo que ellos los rechazan con fuerza, y termina un enredo digno de los tres chiflados. Se pegan entre todos y se culpan equivocamente en un círculo vicioso de payasadas.
No soy partidario de Bachelet, como tampoco lo soy de este gobierno y sus candidatos, creo en los movimientos liberales que exigen un cambio y la renovación de una viciada clase política, sin embargo no me deja de entretener todo este caos, una pelea digna de programas de farándula, un conflicto tan absurdo que no se extrañen termine siendo un tongo entre los dos únicos colores políticos. Se están repartiendo Chile mientras nos hacen creer que nuestra opinión les importa.
Como dirían en el sur, en estas elecciones “el chancho está tirado” y nosotros estamos siendo testigos de uno de los show más decadentes de los últimos tiempos en nuestro país, una mezcla de inoperancia, ineficiencia, intereses escondidos, ambición de poder y dinero.
Se vienen las próximas elecciones y todavía creemos que votamos por personas cuando en realidad votamos por empresas y poderes económicos, cuando transparenten las campañas y nos muestren quienes son los dueños de las ideas, volverán a reencantar a una ciudadanía que los mira con vergüenza.