El gobierno argentino, a través de su ministro de relaciones exteriores alcanzó un acuerdo con Irán. Se trata de un memorándum de entendimiento. Este tipo de contrato es una suerte de compromiso de que ambas partes van en la misma dirección, se disponen a tomar una resolución que va hacia alguna parte. En este caso concreto se trata de que la justicia argentina tenga acceso a 5 sospechosos de haber participado del atentado más sangriento que vivió la Argentina, la voladura de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) que dejó 85 muertos y que sucedió dos años después del atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires.
El acuerdo firmado entre la Argentina e Irán estipula la creación de una “comisión de la verdad”, con representantes de ambos países y de un representante extranjero que sea consensuado por ambos y permitiría a los jueces y fiscales argentinos desplazarse e interrogar a los 5 acusados iraníes y algunos de ellos con altos cargos en el gobierno de Teherán.
Las reacciones
Argentina ha denunciado a Irán por el entorpecimiento en el esclarecimiento de la causa más de una vez, lo ha hecho Néstor Kirchner y más tarde su sucesora Cristina Fernández. Interpol ha aceptado las órdenes de captura internacional lanzadas por el ministerio fiscal argentino y ante la falta de pruebas concluyentes se busca a través de las declaraciones de los acusados obtener datos que permitan avanzar en la obtención de justicia para los familiares de las víctimas.
La gran mayoría de estos familiares, agrupados en Memoria Activa, apoyan el acuerdo que permite volver a poner en primera plana un suceso trágico que muchas veces ha quedado sepultado en la inoperancia y el encubrimiento por parte de funcionarios corruptos y una trama de intereses todavía no del todo descubierta.
La AMIA, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y una parte de los familiares de las víctimas se oponen a este memorándum y desconfían de las verdaderas razones de este acuerdo bilateral. Además de negar a Irán como interlocutor válido o declararlo directamente como “estado terrorista”.
El canciller argentino, Héctor Timerman cuestionó estas sospechas y aseguró que no existía ningún tipo de acuerdo que no sea la búsqueda del esclarecimiento de las responsabilidades del atentado. Además señaló en una comunicación radial que “la Argentina no va a estar haciendo acuerdos con Irán, que está sancionado por Naciones Unidos. La Argentina acata las resoluciones de Naciones Unidas”.
El comportamiento en la ONU
Llama la atención que ciertos políticos, miembros de la comunidad judía, periodistas y opinólogos cuestionen con tanta dureza la validez de Irán para llevar a buen puerto las investigaciones y el proceso judicial cuando se trata de cinco ciudadanos iraníes los que se quiere interrogar y que habitan en el territorio persa, lo cual obliga a ir a su encuentro.
Y esta apreciación de cortesía de país respetuoso que no invade otros países para atrapar o directamente condenar a pena de muerte sospechosos, es considerada una debilidad del gobierno latinoamericano.
A estos criticones imagino que les parece mucho más válido ejecutar juicios sumarios y detener a cientos de personas en cárceles clandestinas como la de Guantánamo o asesinar con drones a familias enteras entre las cuales se sospecha podría haber peligro potencial para el futuro de Estados Unidos. Tampoco cuestionan la validez como interlocutor de Israel que atenta contra científicos iraníes o que lleva cincuenta años sin acatar las resoluciones de Naciones Unidas o continúa su guerra de ocupación del territorio palestino pese a las fuertes protestas de buena parte de sus ciudadanos.
Por no hablar de acuerdos realizados por gobiernos anteriores con dictadores sanguinarios como Augusto Pinochet por el tratado del Beagle. La validez del interlocutor no se elige, uno se tiene que sentar a la mesa a charlar con quien corresponda. O no. Pero en ese caso no se puede medir con una vara a los países con cabezas nucleares y con otra a los que no tienen. O dicho de otro modo, no se puede medir con una vara a quienes aceptan las resoluciones de la ONU y a quienes se oponen sistemáticamente. O incluso, no se puede medir con una vara a aquellos países que apoyan el reclamo argentino sobre la soberanía de las Islas Malvinas y con otra a aquellos que siempre votan en contra como Gran Bretaña, Estados Unidos de Norteamérica o Israel.
La energía atómica
En las dos líneas argumentales que se han barajado sobre la autoría de los atentados de 1992 y 1994, el tema recurrente es la energía atómica.
Ya sea la decisión final de no venderles una planta de energía nuclear a Siria y colaborar a través del Plan Cóndor con Egipto que llevan a la pista siria; o la ruptura del acuerdo de cooperación atómica con Irán, que para castigar al gobierno argentino financiaría los atentados perpetrados por Hezbolá que conducen a la pista iraní. Ambos tienen a la energía atómica como fuente de todo este mal.
Podría sucederse en esta enumeración el asesinato del hijo del presidente Carlos Menem durante aquellos años, en un supuesto accidente aéreo nunca resuelto. Que la ex primera dama declaró como “el tercer atentado” que vivía la Argentina.
Habrá que esperar que este acuerdo sea aprobado por el congreso argentino para que se lleve a cabo la creación de esta comisión y luego se verá la utilidad de las negociaciones diplomáticas, si dan resultados para la Memoria, Verdad y Justicia imprescindibles para salir de la cadena de la impunidad que lastra el desarrollo de los pueblos.