Por Samer Araabi
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sigue reticente a un mayor involucramiento en la crisis siria, pero revelaciones en los últimos días sugieren un casi unánime consenso entre sus principales consejeros sobre la necesidad de una intervención militar.
Un artículo publicado días atrás por el diario The New York Times develó que la exsecretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton y el exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), David Petraeus, elaboraron una estrategia para involucrar directamente a Estados Unidos en Siria, brindando armas y apoyo a los rebeldes.
El jueves 7 hubo nuevas revelaciones, cuando el saliente secretario (ministro) de Defensa, Leon Panetta, y el jefe de Estado Mayor Conjunto, Martin Dempsey, dieron su testimonio ante el Congreso legislativo sobre el ataque del año pasado al consulado estadounidense en la nororiental ciudad libia de Bengasi.
En la audiencia, ambos expresaron respaldo a la idea de proveer de armas a los rebeldes sirios. El director nacional de Inteligencia, James Clapper, también apoyaría el plan.
Esto marca una clara diferencia respecto del discurso oficial de la administración de Obama, que públicamente se muestra escéptica sobre la idea de entregar armamento a grupos sirios.
«Estados Unidos hace tiempo aceptó la estrategia de apoyar a los insurgentes como forma de contrarrestar al régimen de (Bashar) Al Assad, o al menos aparentar que está haciendo algo por Siria», explicó a IPS la directora del Grupo de Trabajo sobre Medio Oriente de la New America Foundation, Leila Hilal.
«Aun cuando no hubo un pleno apoyo militar, se dieron pasos para permitir que otros armaran a los rebeldes. El enfoque indirecto no logró un cambio en el conflicto y socavó la revolución», sostuvo.
Expertos en política exterior llegaron a conclusiones diferentes sobre la disparidad de opiniones entre Obama, por un lado, y sus más altos funcionarios en materia de seguridad nacional, por otro.
Escribiendo para el independiente Consejo de Relaciones Exteriores, el analista Elliott Abrams dijo que la decisión del presidente estaba «trágicamente equivocada».
«Uno no puede escapar a la conclusión de que la política electoral jugó un papel» en la opción de Obama de ignorar a su equipo de seguridad nacional, sostuvo.
Con él discrepó Joshua Landis, profesor adjunto en la Universidad de Oklahoma y responsable del blog Syria Comment. «Obama no parece acordar con los intereses que prevalecen en Washington y con la forma en que quieren formular nuestra política en Medio Oriente», dijo a IPS.
Landis sostuvo que la presión del gabinete para intervenir, en vez de influenciar a Obama, lo convence de mantenerse «fuera de Siria, pues sabe que poderosos intereses rápidamente entrarán en juego». El mandatario «parece no confiar en el aparato que diseña las políticas sobre Medio Oriente», afirmó.
Cuando se le pidió más detalles sobre sus declaraciones en el Congreso, Dempsey aclaró que apoyaba la idea de darle armas a la oposición siria solo «conceptualmente», y aclaró: «Hay muchas complejidades involucradas que todavía no hemos resuelto».
El plan intervencionista fue socavado por un estudio elaborado por la propia CIA. Un equipo de analistas de inteligencia concluyó que la provisión de armas a los rebeldes sirios no incidiría «materialmente» en el terreno.
Landis también señaló que «las propuestas presentadas (a Obama) no incluyen un plan sobre cómo salir (de Siria) o de cómo responder si las cosas no resultan como se espera». «No detallan ninguna forma en la que Estados Unidos puede ganar o alcanzar sus metas», añadió.
Poco se sabe sobre el real grado de involucramiento de Washington en la guerra civil de Siria, que ya lleva dos años y en la que habrían muerto más de 60.000 personas.
Altos funcionarios de la Casa Blanca han expresado preocupación por la posibilidad de que las armas que ingresen a ese país de Medio Oriente terminen en las «manos equivocadas».
La preocupación se agravó por el aumento del número de combatientes islamistas, afiliados a la red radical Al Qaeda, en las filas de la oposición siria.
Incluso los propios miembros del gabinete que expresaron su apoyo a la idea de proveer armas ahora muestran sus reservas por las crecientes inclinaciones extremistas de los rebeldes.
La propia Clinton alertó que la oposición siria «está cada vez más representada por elementos extremistas de Al Qaeda», algo que consideró «muy alarmante».
Hasta ahora, los esfuerzos para marginar a las facciones vinculadas con Al Qaeda han fracasado.
Luego de que Washington declaró organización terrorista a Jubhat Al-Nusra, el mayor grupo afiliado a Al Qaeda que combate contra el régimen de Al Assad, la mayoría de los líderes de la oposición siria salieron en su defensa.
El presidente de la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias de Oposición Siria, Moaz Al-Khatib, defendió el papel de Jubhat Al-Nusra en el levantamiento contra el régimen, y subrayó que era «esencial para la victoria».
Pese a todo, Washington ha seguido apoyando de forma encubierta a los grupos rebeldes por más de un año con «ayuda no letal», inteligencia y otros medios no informados.
En definitiva, el presidente Obama critica abiertamente la idea de una intervención armada, pero ha estado colaborando en forma silenciosa con la oposición siria. Por su parte, varios funcionarios de Washington apoyan la idea de una intervención directa, pero expresan sus reservas sobre la ideología de los rebeldes a los que quieren ayudar.
«Nadie ha descartado ninguna opción de la mesa en ninguna conversación de la que he participado», dijo Dempsey.
Landis cree que es improbable una intervención armada directa en Siria.
«Claramente, las personas que Obama ha intentado colocar (en su segundo mandato), todos sus funcionarios designados, no están a favor de una política de uso de la fuerza en Medio Oriente y no están a favor de un mayor involucramiento militar», señaló.
«Son coherentes con su plan general, que consiste en no involucrarse en Siria y no comenzar una guerra con Irán», añadió.