El país está listo para la jornada electoral que iniciará en las primeras horas de la mañana del domingo 17 de febrero. Las encuestas que circularon en las últimas horas dan como seguro ganador, con más del 60% de la intención de voto a Rafael Correa, actual presidente de la República y candidato del Movimiento PAIS-Lista 35. De ser así, en 24 horas más, la denominada Revolución Ciudadana tendrá cuatro años más para desarrollar un el Programa de Gobierno 2013-2017, sintetizado en 35 propuestas de continuidad y profundización de lo hecho.

Ya tenemos presidente. Tenemos a Rafael”

Este lema de campaña sintetiza un espíritu de certeza que se sostiene en los innegables avances del período que termina. Ecuador ya no es el mismo y las evidencias saltan a la vista. El Estado se ha fortalecido, salud y educación han pasado a ser prioritarias en el presupuesto y en la acción concreta La obra pública en vialidad a lo largo y ancho del país es innegable. El giro en la política exterior que se expresa en el impulso a los procesos regionales de integración y en la respuesta autónoma y digna en situaciones de crisis, son apenas dos muestras de ello. El impulso a la economía solidaria, el control a los monopolios y las medidas de protección a los usuarios de servicios financieros. Esfuerzos en el agro, en el campo tecnológico;protección de los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

En fin, el trabajo es evidente y quienes lo han liderado pueden mostrar lo que han hecho. Es así. Se puede ver… y también se puede negar. Negarlo ha sido quizás uno de los mayores errores de la gran mayoría de las otras candidaturas: la gente ve y siente la presencia de un Estado que, hasta hace poco tiempo atrás, estuvo ausente. Con esas y muchas más evidencias a su favor, el planteo del lema de la campaña de PAIS, es claro: para qué elegir a otro!

 Una mirada a los saldos en rojo

En todos los campos arriba mencionados falta mucho por hacer. Es obvio y además, inevitable. Cada uno de ellos es un desafío completo y requiere procesos más largos y sostenidos. No se puede afirmar que los saldos en rojo están ahí pero, sin duda, hay saldos en rojo que afectan el alcance estratégico y transformador del proceso de la revolución ciudadana y vale la pena observar algunos de ellos. Por supuesto, se trata solamente de una perspectiva: la mía.

Los niveles de participación ciudadana y el impulso a procesos participativos corresponsables, que legitimen decisiones y política a implementar, dejan un saldo en rojo. Decisiones claves se toman en los niveles superiores y “bajan” como orden a ejecutar. Campos tan delicados como la transformación educativa o del agro o de la salud, exigen espacios y mecanismos serios de participación ciudadana clara, amplia y sin manipulaciones. Exige, por supuesto, una ciudadanía que quiera participar y se comprometa con los procesos participativos… pero esa ciudadanía se educa. Sabemos que los procesos participativos dilatan, que los resultados no se logran tan rápidamente como con una gestión vertical, que toman más tiempo. Sabemos que el tiempo no es un factor a favor. Sin embargo, también sabemos que es la participación la que legitima y sostiene decisiones y procesos a largo plazo.

La interculturalidad y la plurinacionalidad, declaradas como rasgos constitutivos del Estado ecuatoriano, son las grandes ausentes aún en la gran mayoría, si no todas, las políticas políticas públicas. Esa ausencia y otras más, marcan un importante saldo en rojo en la búsqueda del Buen Vivir que, de hecho, prácticamente ha desaparecido del discurso durante la campaña electoral. La genuina construcción de un Estado cuyo paradigma se enuncia en el concepto de “Buen Vivir, necesariamente pasa por el diálogo intercultural y las práctica concretas sustentadas en la plurinacionalidad. Estamos lejos de ello y no parece que esto se modificará, a juzgar por las propuestas del programa de gobierno. Fuerte contradicciones entre un modelo desarrollista y eficientista y un modelo por la vida se evidencian en múltiples escenarios.

 Entonces…

Evidentemente, son apenas pinceladas. Elementos gruesos de un proceso que, visto en perspectiva histórica, llegó un poco tarde al país. Como comentó ayer un taxista de la ciudad de Portoviejo: esto hace treinta años, y estábamos en otra. Pero bueno, llegó cuando el escenario de país y continente lo hizo posible. Es el momento histórico que hay que vivir, con sus alcances y sus limitaciones, pero sin duda, hay que vivirlo. Ojalá, en todo caso, no tengamos que vivir dentro de treinta años lo que hoy está viviendo en otros puntos del planeta. Ojalá encontremos la ruta que nos permita darle un sentido mayor, de largo plazo y sin vuelta atrás, a los procesos iniciados.