Entrevista a Stéphane M. Grueso, director del documental «Excelente. Revulsivo. Importante». Una visión muy personal sobre el 15-M.
El 15-M grita en todas las plazas “no nos representan”. Se refiere a la clase política, pero la verdad es que también huye de los líderes carismáticos y de los portavoces, de las etiquetas mediáticas y de las definiciones, de las formas organizativas y las estructuras centralizadas. Se mantiene abierto, cambiante, múltiple. Pero, ¿es posible aferrarlo de algún modo con imágenes o palabras (con imágenes y palabras)? Basilio Martín Patino y Stéphane M. Grueso se han atrevido a intentarlo desde el arte cinematográfico. Sus documentales (Libre te quiero y «Excelente. Revulsivo. Importante». Una visión muy personal sobre el 15-M) se han estrenado recientemente y el segundo acaba de ser liberado en Internet. ¿Cómo representar un movimiento que no se deja representar? ¿Se puede contar el 15-M haciendo a la vez 15-M? ¿Es esta una cuestión de formas, de contenidos o de relaciones entre los qués y los cómos? Hemos conversado con ambos directores, hoy publicamos la entrevista con Stéphane.
Por lo que tengo entendido, el proyecto inicial era hacer una película colectiva. Hacer una película sobre el 15-M al modo del 15-M: asambleario, horizontal, participativo, etc. ¿Es así?
Sí, la primera idea era hacer una sola película sobre el 15-M entre todos. No exactamente según el modo asambleario, porque yo tenía muy claro desde la experiencia de Sol que buscar a toda costa consensos basados en la unanimidad no es lo más eficiente y menos para hacer una película. Pero sí queríamos hacer una película inclusiva, con un grupo coordinador que modulase la participación colectiva: Pablo Soto, Patricia Horrillo y yo. Pero no funcionó.
¿Qué pasó?
Aún estamos pensando en ello. Veo al menos dos razones. Por un lado, creo que nosotros como equipo coordinador no supimos repartir juego: proponer tareas concretas, facilitar la colaboración a la gente que se acercaba, etc. Repetimos algo que ya pasó en acampadasol: no supimos gestionar el entusiasmo de los participantes. Que lo había. En buena parte esto ha sido un problema feliz.
¿Qué quieres decir?
Pues que el equipo coordinador se tomó un año para realizar la película, pero nos hemos pasado más tiempo en la calle que trabajando en casa. Desahucios, encierros, manifestaciones, asambleas… Hemos estado más ocupados en seguir haciendo 15-M que en contar el 15-M. El lado malo de esto es que hemos desatendido un tanto el proyecto: no hemos estado centrados, nos ha faltado tiempo para inventar mecanismos de participación, etc. El lado bueno es que si la película es capaz de hablar al presente se debe a que no lo hemos abandonado en ningún momento. Nos hemos dejado arrastrar a la calle una y otra vez.
¿Y la segunda razón?
Ahora veo claro que la idea de hacer una sola película sobre el 15-M entre todos era una mala idea, porque no hay un solo 15-M sino tantos 15-M como personas. Así que la abandonamos y propusimos más bien un paraguas común donde cada cual puede contar su microhistoria. Y la película es mi particular microhistoria. Una visión muy personal de mi propia experiencia en el 15-M. Ni periodística ni académica, sino salida de mis entrañas. El paraguas es el proyecto 15M.cc. Nosotros proporcionamos ahí unas herramientas para que todo el que quiera pueda contar su 15-M y asimismo compartir sus materiales con la comunidad: fotos, vídeos, textos, audios…
¿Hablarías de fracaso?
Hacer cosas con otros es una experiencia maravillosa y muy difícil al mismo tiempo. Hay que inventar una y otra vez los modos de estar y trabajar juntos. Siempre pensamos la película como un proyecto “en beta”, es decir, en constante redefinición. Por eso no hablaría de un fracaso, sino más bien de una evolución. De hecho, la película ha seguido la misma evolución que el propio 15-M y casi al mismo paso. El 15-M se organiza más ahora como una serie de nodos descentralizados y autónomos que hacen cosas, buscando conexiones pero sin necesidad de ese consenso global que se perseguía al principio en Madrid. La película está dirigida, escrita y editada por mí, pero con ayuda de mucha otra gente. Hay varias capas de colaboración.
¿Por ejemplo?
Las entrevistas -nosotros las llamamos conversaciones- que componen buena parte de la película están colgadas en la Red desde hace meses y la comunidad formada en torno al proyecto ha ido señalando qué partes le parecían más interesantes. Yo he incluido algunos de esos fragmentos en el montaje final, fragmentos que quizá a mí no me habrían llamado la atención. Al final no sabía quién había seleccionado cada fragmento, si la comunidad o yo. Y eso es interesante y distinto a cómo he trabajado otras veces. La película es una película de autor, narrada en primera persona, pero está muy impregnada de la filosofía de la participación.
¿Qué potencias tiene esa voz personal, esa narración en primera persona?
La película repite mi experiencia en la acampada. Entonces, yo me dediqué a contar lo que pasaba, hacer fotos, etc. Me convertí en un medio de comunicación unipersonal. Sin jefes, sin ningún interés económico, sin línea editorial que seguir, ni agenda oculta. La gente confiaba en mi narración precisamente por eso, porque hablaba en primera persona. Y lo hacía desde una experiencia de transformación personal. El 15-M ha supuesto un antes y un después en mi vida. He descubierto lo que es la política: juntarte con otros a quienes no conoces para pensar y hacer cosas. Esa narración en primera persona ha funcionado para compartir con otros en tiempo real lo que yo mismo estaba descubriendo, con la misma sorpresa, asombro y calidez que yo sentía. Mi experiencia no es especial, otros muchos vivieron lo mismo y se pueden reconocer en mi modo de contarlo.
Es una voz personal y al mismo tiempo muy coral, porque cuentas tu historia tan personal del 15-M a través de otras dieciocho voces.
El documental no es un documental oficial del 15-M, ni representa a nadie. Yo cuento lo que he vivido y lo cuento a través de las personas con la que he convivido. A pocas de ellas las conocía antes, pero la experiencia de la plaza la vivimos juntos, charlando sin parar sobre ella. Ahora somos muy amigos y seguimos enredados en proyectos. Entonces, ellos hablan por mí. Dicen lo que a mí me gustaría decir pero mejor. O dicen algo con lo que quizá no estoy de acuerdo, pero forma parte del 15-M que más me interesa. Me representan. El 15-M no se puede narrar con una sola voz. Somos personas con voz propia, pero a la vez enredada.
Hay quien critica la selección de voces, por ser un grupo demasiado homogéneo, con una mirada común sobre el 15-M y un perfil parecido.
A mí me interesaba que las entrevistas mantuviesen el mismo tono de las conversaciones que yo había tenido en la plaza, en el mismo registro, con esa misma confianza y afecto. Es verdad que en el grupo hay personas con mucho discurso, que quizá se han dedicado más a pensar que a actuar. No es quizá la gente que la comunidad del 15-M ve más presente en las plazas y en las acciones, en el día a día del movimiento. Nosotros queríamos voces diversas y discordantes, pero teníamos limitaciones de tiempo, sólo éramos dos personas. Por eso invitamos a la comunidad a proponer otras voces, pero nadie propuso nada. Hay demasiado instalada una cultura de la queja sin propuesta, incluso en el 15-M.
Percibo a veces un poco de mala conciencia en esa voz personal, como si estuvieras traicionando algo. Lo digo porque en la película te justificas aquí y allá: “es un 15-M de tantos”, “una aportación humilde”, etc.
La mía es una mirada más, pero es verdad que tengo mucha visibilidad. Y me da aprensión dejar cosas fuera. La película tiene un tono épico, positivo, alegre. Es una película con un punto publicitario. Entonces, me da mucha aprensión dejar fuera otros 15-M más invisibles y menos centrales, menos épicos y positivos, pero no menos importantes.
¿Qué has querido contar del 15-M y a quién?
Me dirijo especialmente a la gente que no ha vivido directamente el 15-M y se ha relacionado con él a través de los medios de comunicación. Por eso he usado un lenguaje sencillo. A nivel técnico-cinematográfico, a nivel narrativo y a nivel de contenidos. He querido contar lo que somos y lo que hacemos de verdad, más allá de los clichés que nos criminalizan. Y también decir que aquí estamos, que seguimos trabajando, aprendiendo y logrando cosas. Si hoy en día la cuestión de los desahucios es un escándalo público, se debe en buena parte al 15-M. Es un motivo de orgullo.
¿Cómo evitar la simplificación: combatir los clichés de los medios de comunicación con otros clichés?
Es un equilibrio difícil. Mi idea es facilitar un primer acceso al 15-M. Introducir algunos conceptos importantes para mí, ciñéndome al mes de acampada en Madrid y a mi experiencia personal: la potencia de la inclusividad, la importancia de la gente nueva, la cuestión de la no-violencia, etc. Y sobre todo transmitir el clic: que mucha gente como yo ha cambiado y eso es irreversible. Hemos cambiado y los poderes lo llevan crudo con nosotros a partir de ahora. Ahora vamos a ver cómo se articula y modula esa energía de transformación, pero en cierto modo ya hemos ganado.
Habiendo leído tus distintas cartas a Cifuentes, me ha sorprendido (para bien) la manera tan sobria como tocas el tema de la violencia policial.
Con la policía, los ciudadanos burgueses como yo no tenemos nunca nada que ver. Yo nunca había vivido las agresiones policiales que hemos sufrido este año. Tenía que hablar de ello porque ha sido un aprendizaje personal. Pero lo he querido hacer sin enseñar la violencia. No hace falta: las imágenes las tenemos ya todos en la retina y están en la Red. Las declaraciones de Pablo (Soto) y Patricia (Horrillo) sobre su experiencia personal son muy potentes: lo peor no es la agresión física, vienen a decir, sino la humillación, el insulto y la indefensión. El objetivo es meternos miedo. Como Cifuentes tiene la cara tan dura de mentir descaradamente en los medios, yo juego a mandarle cartas y vídeos que la desmienten. En plan bufón que dice las verdades. Las cartas son en plan bufón y en la película se habla en serio, pero el contenido es el mismo: no tenéis vergüenza ni cumplís la ley, pero aquí seguimos y seguiremos.
Al final de la película dices que “no quieres que te gane la nostalgia” porque aunque la acampada pasó el 15-M está aún vivo, ¿cómo has hecho para no transmitir nostalgia al espectador?
[En ese momento aparece Patricia Horrillo y se adelanta en la respuesta]
Patricia: La experiencia de la acampada fue un gozo y si la recuerdas con el paso del tiempo, pues hay una parte ineliminable de nostalgia. Pero la película es energizante. La gente sale tocada, se recuperan ciertas sensaciones importantes en una situación tan deteriorada como la actual. Recordamos la belleza, el vínculo con el otro desconocido… Lo que fue sigue siendo, pero de otra forma. La energía está ahí. Las mareas replican el modelo 15-M: autoconvocado, incluyente, ni de izquierdas ni de derechas, no violento, alegre. El 15-M se actualiza fuera del 15-M, es un clima… Además, la película tiene sorpresa, el final está okupado por una gente que propone hacer algo aquí y ahora. La peli mira hacia atrás y hacia adelante a la vez.
Por último, Stéphane, ¿ha cambiado tu forma de hacer cine después del 15-M y cómo?
Te lo explico con una anécdota: parte de la voz en off de ¡Copiad, malditos! la grabé solo en casa con un micrófono… y así quedó de regular. Esta vez pedí ayuda a un amigo del 15-M, le expliqué la historia y me contestó: “Es que eso pasó antes del 15-M. Ahora ya no se hacen las cosas solo”. He hecho un documental personal, pero no solo. Esa es la diferencia.
(Hay críticos literarios que, en aras de la transparencia, mencionan al final de sus reseñas qué vínculos les unen al libro comentado (al autor, a la editorial…). En este caso, yo tendría que decir que Stéphane y yo somos amigos, compartimos (este) blog y que yo mismo soy una de las voces que aparecen en la película.)
Aquí se puede encontrar el documental para visionar, descargar, compartir y remezclar.
Del blog Interferencias