Este jueves (21), de las 15:00 a las 17 horas, la Campaña «Pare TKCSA!» invita a todos a participar en un twitazo contra la venta de la empresa, denunciando la negociación de una peligrosa propuesta, que desperdicia recursos públicos y provocaría efectos nocivos para la salud y el medio ambiente. ¡Por la no venda de una empresa sin licencia de funcionamiento! Y por la reparación de los daños causados a los pobladores y pescadores de Santa Cruz y Bahía de Sepetiba.

Para el twitazo se estarán usando: #PareTKSA #NãoaVendaTKCSA #BNDESforaDaTKCSA #BaíaDeSepetibaPedeSocorro

El viernes, 22 de febrero es la fecha límite para el anuncio de quien será el nuevo dueño de la Thyssen Krupp Compañía Siderúrgica del Atlántico (TKCSA). La transnacional que desde 2006, año del inicio de sus operaciones en el barrio de Santa Cruz, en la zona oeste de Rio de Janeiro, viene acumulando demandas judiciales por violaciones de los derechos humanos y delitos ambientales, está a punto de tener más de la mitad de sus acciones negociadas, con la contribución de financiamiento público. La empresa ya ha perdido todos los plazos establecidos en la ley ambiental para obtener su licencia de funcionamiento.

La principal interesada en el 73% de la empresa (el 27% restante, pertenece a la Vale), la Compañía Siderúrgica Nacional (CSN), en caso de ser «escogida», necesitará pedir más R $ cuatro mil millones al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), para poder efectuar la compra de la empresa. El BNDES ya ha invertido $ dos mil trescientos millones de fondos públicos para financiar la construcción de TKCSA, con préstamos otorgados en 2007 y 2010. Estos préstamos aún no han sido pagados. A lo largo de 7 años, la compañía ha recibido unos R $ 5 mil millones de dinero público de las esferas local, estatal y federal, en forma de préstamos, exenciones, donaciones de tierra y no cobro de multas fiscales.

La prisa por vender la empresa tiene una justificación. Entre 2011 y 2012 la Thyssen Krupp sufrió la pérdida más grande en su historia, cuando sólo la Steel Américas (planta de Brasil y de Estados Unidos) generó una pérdida de 3.600 millones de euros, equivalentes a R$ 9 mil millones de reais. Ahora, para minimizar las pérdidas, TKCSA, que ha contaminado la atmósfera a niveles que pueden causar daño a la salud de la población, está teniendo facilitada su venta, con subsidio de dinero público.

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