La relación de género instituida en Arabia Saudita ha sido a menudo objeto de crónica y las noticias que provienen en su mayoría de la monarquía wahabita sobre los recientes procedimientos legales en contra de las mujeres, continúan atrayendo el interés de la prensa, de activistas y también de Pressenza.
El sistema de tutoría para las mujeres saudíes por el cual los padres, esposos, hermanos, incluidos los menores, deben emitir un permiso escrito para que las mujeres puedan trabajar, viajar, casarse, emprender actividades laborales privadas o incluso acceder a algunos servicios de salud, podría dar espacio a un nuevo método que desde el inicio produce escándalo y burla.
En abril pasado, el Ministerio del Interior anunció la adopción de SMS (mensajes de textos) con los cuales “modernizar” el sistema de permisos. El hombre sobre el cual recae la tutela de la mujer ahora será avisado con un simple mensaje de texto el momento en el cual el sexo “débil” se disponga a realizar alguna de las actividades mencionadas.
Un Gran Hermano, en definitiva, más criticado aún porque además de reiterar un sistema de sujeción, considerado como una forma de trata o de esclavitud, hoy ofende a la mujer saudita que se dice cansada de ser tratada como una menor de edad.
Para detener las reacciones de los comentaristas, rápidamente desde el gobierno saudita alguien ha aclarado que el nuevo sistema no es de aplicación exclusiva sobre las mujeres, sino también a los niños y los trabajadores extranjeros. Por su parte, el Ministro del Interior lo ha presentado como un sistema electrónico parte de los planes de «e-Governement», que con el tiempo debería reemplazar al antiguo permiso.
En las primeras semanas de prueba del nuevo sistema, solo los hombres que lo habían solicitado explícitamente recibían el mensaje de texto. Ahora les llega a todos.
La policía es otra forma de control directo sobre las mujeres. Con el fin de controlar la ética de sus vestimentas o la observancia de las cinco oraciones cotidianas, fue instituido un cuerpo de policía especial bajo la autoridad religiosa, hoy formado en su mayoría por hombres, y que luego será integrado por mujeres oficiales.
Burlándose del nuevo sistema, alguien sobre un blog ha propuesto: En lugar de abolir el nuevo-viejo método, ¿por qué no aplicar también a los hombres esta forma de custodia?
Controlar físicamente una persona, una mujer en nuestro caso, es sin duda el sistema más arcaico que se pueda citar, pero en Arabia Saudita las mujeres están sometidas en su vida diaria a una variedad de formas de control implícito – en el sentido de dar por sentado – con las cuales son negadas sus formas más básicas de emancipación.
El derecho de conducir, por ejemplo… La mujer saudita es la única en el mundo que no puede conducir y hoy aún no tiene derecho a voto, aunque recientemente ha habido algunos compromisos formales asumidos en persona por el Rey Abdallah .
Por el derecho a conducir, en el 2011, la activista local de 33 años Manal Al-Sharif lanzó una campaña de desobediencia civil con otras cien mujeres. El resultado de aquella protesta fue el arresto de la mayoría de las mujeres y de Manal acusada de incitar a la opinión pública y difundir una mala imagen del Reino Saudita en el extranjero. El saldo: diez condenas de azotes y el resto de ellas fueron enviadas a juicio.
En realidad la monarquía wahabita jamás ha adoptado ninguna ley que sancione aquella prohibición para las mujeres, sin embargo, no son aceptadas en las escuelas de conducción.
Mejora la contratación de las mujeres si son separadas de los hombres. “Cada vez que se puede ver un atisbo de dignidad, con una disminución del control sobre nuestras vidas, he ahí que sobrevienen desde el gobierno maniobras para bloquear aquellos esfuerzos y marcan pasos hacia atrás”. Estas sinceras palabras que una activista saudita publicó en Twitter, expresan bien lo que son las últimas medidas legales destinadas a las mujeres en el lugar de trabajo.
La lista de trabajos prohibidos a las mujeres sauditas es larga y a pesar de algunas pequeñas conquistas del pasado como fue por ejemplo su admisión a la Cámara de Comercio, las prospectivas para los próximos años no prometen mucho.
En Arabia Saudita el 60% de las mujeres estudian en la universidad, sin embargo los datos sobre desocupación muestran que ellas lo son cuatro veces más que los hombres.
El 80% de las mujeres sauditas desocupadas tienen un título y sin embargo no existen para ellas oportunidades de trabajo salvo la docencia, algunos puestos en salud, y otros tantos en la actividad privada… siempre que el tutor consienta, por supuesto.
Es absoluta para las mujeres la prohibición de trabajar en sectores como la construcción, la energía, la mecánica y muchos otros más.
En el 2006 fue introducido el permiso a las mujeres para estudiar leyes y en noviembre del 2012 se les permitió ejercer la profesión. Sin embargo, hasta el día de hoy ninguna ha tenido acceso al tribunal.
Introduciendo algunos datos, el índice de ocupación femenina en Arabia Saudita es el más bajo de la región y es por esto que en julio pasado el ministro del trabajo ha tomado algunas decisiones dirigidas a promover la contratación de mujeres.
Por cada hombre, tres mujeres contratadas, fue una suerte de lema adoptado por el Ministro de Trabajo para buscar apoyo a la nueva política. Por muy alentadora que pudiera parecer la iniciativa, también en este caso podemos ver cierto sarcasmo.
En el 2005 una ley había eliminado la rígida separación entre los sexos sobre el lugar de trabajo, solicitando a los empleadores “un respeto formal por los preceptos de la ley Islámica”. Hoy se revisa aquella ley porque el decreto dejaba demasiado espacio a la libre interpretación, por lo tanto fue revisado.
Según la versión oficial de hoy: Los nuevos cuatro decreto emitidos en julio 2012 intentan corregir algunos errores cometidos en el pasado porque se dejaba una mezcla entre los sexos – y de roles se podría agregar – ya que una mujer independiente representa un desafío en la más íntima relación de género y en la sociedad en el sentido más amplio.
Una excepción a la presencia masculina en el trabajo en proximidad (física) de la mujer viene introducida en los casos en que el hombre forme parte de su misma familia en el sentido tribal más extenso.
Por un lado se quiere fomentar la presencia de las mujeres en el trabajo, y por otro se reintroduce una separación entre los sexos en el sentido más “ancestral” que ya se había registrado a su regreso de las dos atletas sauditas de Londres 2012 cuando el ministerio del deporte rápidamente había prohibido a las mujeres realizar actividades deportivas.
Pueden cantar victoria los religiosos que tanto poder detentan en la sociedad y en el sistema judicial, así como también en el ejecutivo con policías propios para la moral islámica. Con pocas excepciones, para ellos está bien incrementar el número de las mujeres en el trabajo, siempre que exacerben las leyes sobre segregación.
Tal visión vuelve a llamar la atención en las últimas semanas, que se manifiesta en forma de protesta y se refiere a la capacidad para dar cabida a un mayor número de mujeres en el Consejo Shura.
En septiembre pasado el Rey Abdallah se había empeñado en acoger a 30 mujeres en el Consejo y, también a raíz de una campaña de género llamada “Balady” (mi País), había prometido el derecho a voto para las mujeres en las elecciones municipales previstas para el año 2015.
En realidad el órgano consultivo con facultad de examinar las leyes y de interrogar los ministros ya goza de la presencia de concejalas mujeres, 6 en el año 2006 que al poco tiempo se convirtieron en 12 y hoy en 30 con competencia en materia de género, familia e infancia. Pero son solo concejalas y no tiene derecho a voto.
La oposición y las protestas frente al Palacio Real de exponentes religiosos y jurisconsultos piden al Rey revisar esos compromisos y nuevos nombramientos.
Su descontento por una mayor presencia de las mujeres en la esfera política-social, deriva del temor que esta medida les haga verosímilmente llegar un día a ser titulares de derechos, comenzando por el derecho a voto. Desde su punto de vista, esto podría poner en peligro un sistema de poder consolidado durante décadas gracias al dominio en el campo de la toma de decisiones.
El Rey Abdallah esto lo sabe bien y no afectaría nunca las relaciones con la élite religiosa en el País fundado justamente sobre un pacto de fidelidad con un rígido pensamiento islámico, el wahabíes.
Y son muchas las mujeres, sauditas principalmente, que no tomaron en serio la promesa del voto en el 2015 porque hecha a una semana de las últimas elecciones municipales ha demostrado que el Rey solo pretende posponer el asunto.
Traducción del italiano de Zoe Basso