La lengua materna es esa, la que nos enseña la madre o quien esté cerca de la crianza del niño. En sociedades primitivas era la madre quien se encargaba de las tareas domésticas y la crianza de los niños, ella era quien enseñaba las palabras.
Es el primer instrumento que adquirimos para manifestar nuestros pensamientos. Y en ese devenir, nos encontramos a veces ante la disyuntiva de preguntarnos: ¿qué es primero: la palabra o el pensamiento? O es que son simultáneos, o bien, uno no se manifiesta sin el otro.
Hoy, las comunicaciones son tan veloces que las lenguas tienden a desaparecer y se descartan, es cuando resulta necesario que respetemos las lenguas de cada grupo social. La falta de reconocimiento de la existencia de una lengua, es irrespetar al pueblo o al grupo social que la habla. Hoy estamos en la era del plurilingüismo y la diversidad lingüística, abarca desde nuestra propia lengua que aprendimos en nuestros hogares, hasta la oficial que aprendemos en la escuela, aquella de la calle, la de los grupos específicos como jergas, el argot de grupos profesionales. Hoy sabemos que el LESCO (lenguaje de señas) es una lengua, que los grupos étnicos tienen una lengua materna, con un sistema de signos y fonéticos propios, diccionarios, gramáticas, entre otros aspectos.
Lo más importante es saber que la oficialidad de una lengua se da por razones generales de comprensión y estandarización; que al mismo tiempo existen dialectos según la variante de lengua regional (no es el mismo castellano, inglés o japonés en los pueblos de un propio país donde se habla cada una de esas lenguas). Por tanto, cabe reconocer algunos términos que nos colocarán en una situación de respetar las diversas lenguas. El idiolecto es aquella lengua que hablamos en nuestra casas, en el día a día, con dichos, neologismos e incluso, no es la misma lengua que se hablaba de niño a la que se va adquiriendo conforme pasa el tiempo, también se enriquece cuando se entra en contacto con otros grupos sociales como migrantes. El sociolecto que se habla en un determinado grupo social de acuerdo con niveles educativos, económicos, geográficos y, finalmente, la lengua que se establece en un sistema específico con determinadas reglas que le otorgan oficialidad.
Una vez comprendido esto, podremos entonces ser más cuidadosos en no degradar una lengua y reconocernos ante la diversidad cultural y lingüística, que nos describe y nos presenta. Por ese desconocimiento, muchas lenguas están en peligro de desaparecer y es nuestra obligación no solo respetar la diversidad lingüística, sino tratar de salvaguardar y ayudar a conservar ese instrumento de expresión de los pueblos: la lengua materna.