Por Angie López para Revolución Trespuntocero
@anjunkie3_0
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De acuerdo con recientes investigaciones, la alimentación del individuo no sólo afecta la apariencia física, sino que altera el funcionamiento global del cuerpo, facilitando o complicando el bombeo sanguíneo, el desarrollo de huesos saludables y la correcta o deficiente síntesis de insulina.
Según neurocientíficos, la alimentación puede alterar el cerebro. Cada decisión alimenticia, hace que ciertas conexiones neuronales se fortalezcan, que algunas nuevas se creen o bien, que algunas desaparezcan. Al elegir comida “chatarra”, el cerebro se vuelve menos capaz de controlar los comportamientos impulsivos, lo cual, hace que se desarrolle una adicción por tales alimentos.
Para Timothy Verstynen, uno de los científicos que estudiaron el fenómeno, las personas obesas registran más actividad cerebral al tratar de resolver problemas, lo cual, indica que deben esforzarse más, lo cual, reduce su eficiencia en la toma de decisiones complejas, factor que influye en su pobre control de los impulsos, no sólo alimenticios, sino en general.
El equipo de Verstynen sostiene que por cada decisión no saludable, se vuelve más probable que la próxima decisión sea una de la misma naturaleza, hasta que se vuelve muy difícil para el individuo elegir una ingesta saludable, y esta actitud se replica en otros patrones de vida.
Por otra parte, Tony Goldstone, argumenta de acuerdo con sus investigaciones, que la corteza orbitofrontal del cerebro codifica si al individuo le resulta placentero o no algún alimento y según su estudio, el hambre hace que el cerebro incremente su deseo de comida con contenido altamente calórico, por lo que una de las formas de no sucumbir ante la tentación de la comida chatarra, es no comer hasta que se tenga mucha hambre, sino acortar los períodos entre ingestas.
Fabiola Patiño, Ing. en Alimentos, explicó a REVOLUCIÓN TRESPUNTOCERO que cualquier alimento que haya sido “adicionado con una cantidad considerable de ingredientes o químicos es muy dañino para la salud”. En el caso de la comida rápida o chatarra se añaden estos ingredientes “para tener una mayor vida de anaquel, tales como: sales, ácidos, mejoradores de textura, retenedores de humedad, colorantes, saborizantes artificiales para resaltar el sabor”.
De acuerdo con Fabiola Patiño, lo anterior sucede particularmente en los productos cárnicos, los más populares en la comida rápida: hamburguesas, pollo, y embutidos. Fabiola señaló que “en cuanto a botanas, la cantidad de sal añadida es muy alta”, lo cual, resulta perjudicial porque “el sodio es un ingrediente muy dañino para la presión sanguínea”.
Por otra parte, la comida rápida también afecta a la salud por el enorme contenido de grasas saturadas que provocan obesidad, niveles elevados de colesterol e hipertensión. Además, los altos niveles de azúcar resultan muy dañinos porque pueden causar diabetes, indicó la ingeniera en alimentos.
Fabiola Patiño agregó que las bebidas gaseosas son muy perjudiciales a la salud, ya que tienen una muy alta concentración de azúcares, así como conservadores y algunos aceites que se utilizan para lograr que la bebida tenga la apariencia deseada. Estos aceites “no son sintetizados por el organismo y se han hecho estudios que comprueban que en grandes cantidades podrían provocar cáncer”.
El resto de los dulces, chocolates y caramelos “en general tienen una gran cantidad de ingredientes artificiales tales como colorantes, saborizantes, sustitutos de azúcar, los cuales, en exceso llegan a producir algunas enfermedades como cambios en la presión arterial, diabetes, etcétera”.
Además de la comida rápida, los alimentos congelados también son perjudiciales, aclaró Patiño. “Son una fuente alta de conservadores artificiales”. Por otra parte “el calentamiento en microondas desnaturaliza las proteínas del alimento”, y las combinaciones químicas que se generan son muy dañinas para el organismo.
Debido al peligro que pueden resultar los alimentos para la salud, Fabiola recomienda a las personas que quieran cuidar su salud, “leer las etiquetas de los alimentos para evitar consumir alimentos con un gran contenido de ingredientes artificiales tales como benzoatos, sorbatos, aspartame, acesulfame, colorantes y saborizantes artificiales”.
“En cuanto a bebidas, [se recomienda] consumir aquellas que sean más transparentes y menos dulces, y que en su etiqueta declaren saborizantes naturales”, indicó Fabiola. En el caso de las botanas, la recomendación es “consumir alimentos o botanas saludables tales como plátanos secos, y otras verduras como betabel deshidratado, barras de amaranto, cacahuate y frutas secas”.
Los alimentos que se recomienda evitar en la medida de lo posible, son “los cárnicos procesados para hamburguesas, pizzas, hot dogs, alimentos congelados para microondas y verduras o frutas enlatadas”.
Fabiola Patiño también sugiere elegir marcas de alimentos naturistas u orgánicos, así como consumir más alimentos frescos de color verde. Es importante también la ingesta de proteínas, pero de preferencia no procesadas, como quesos, pollo o huevo. Para obtener grasas, lo más recomendable es el aceite de oliva, pescado y oleaginosas como nuez o cacahuate.
“Las tendencias en la industria alimenticia están yendo hacia lograr productos más saludables con etiquetas más limpias, es decir, agregar la mínima cantidad de ingredientes artificiales, y está avanzando de manera rápida en las grandes empresas, las cuales están preocupadas por la salud de sus consumidores tales como el mercado infantil, eliminando grasas, sales de botanas o incrementando la cantidad de fibra y proteína en éstas”, opina Fabiola.
Afortunadamente, dentro del preocupante panorama de la comida chatarra, “existen varios proyectos en todas las empresas para ofrecer productos más saludables. En general no hay que escandalizarse por los alimentos procesados pero (…) no es recomendable consumirlos en grandes cantidades e informarse de las enfermedades que pueden provocar”.