Al igual que en enero de 2008, agosto de 2009 y septiembre de 2010, cuando
emitimos sendas declaraciones a propósito de los asesinatos por la espalda de los
comuneros mapuches Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collío perpetrados por las
fuerzas policiales del Estado y de la prolongada huelga de hambre realizada por presos
políticos mapuches, respectivamente, los historiadores que suscribimos esta declaración
queremos expresar nuestra preocupación y punto de vista por los últimos hechos de
violencia ocurridos en la Araucanía que concluyeron con la muerte del matrimonio
Luchsinger-Mackay y desataron una serie de allanamientos a diversas comunidades
mapuches. Al mismo tiempo, declaramos lo siguiente:
1. Los hechos de violencia en esa región, que corresponde a una parte del
Wallmapu, territorio ancestral del pueblo mapuche, tienen su punto de partida en
la mal llamada “pacificación de la Araucanía” realizada por el Estado chileno
entre las décadas de 1860 y 1880, en violación de los acuerdos concluidos con
los mapuches después de lograda la Independencia (1825). Mediante una
prolongada campaña militar, el Estado de Chile ocupó a sangre y fuego la
Araucanía y, utilizando los métodos más violentos y crueles, usurpó grandes
extensiones de tierra indígena que subastó a bajo precio o regaló a colonos
chilenos y extranjeros, confinando a los mapuches en pequeñas y míseras
reducciones. La violencia actual, es el fruto de la expropiación e intento de
sometimiento de los mapuches por parte del Estado chileno y de los latifundistas
nacionales y extranjeros que se beneficiaron del despojo de ese pueblo
originario. También es el resultado de la ceguera política de las autoridades del
Estado que han hecho oídos sordos a las reivindicaciones mapuches o han
implementado políticas meramente asistenciales que no apuntan a corregir las
injusticias estructurales de la que son víctimas los mapuches. La violencia
actual es el resultado de más de 130 años de injusticias, despojos y negación de
derechos.
2. No obstante esta comprensión de las causas estructurales de la violencia en la
Araucanía, lamentamos la muerte de esta pareja de empresarios agrícolas, del
mismo modo como lamentamos toda pérdida humana, pero advertimos a la
opinión pública que no es justo criminalizar a todo un pueblo por un hecho
cuyos autores aún no se conocen y que, además ha sido condenado por todas las
organizaciones representativas de dicho pueblo. En este sentido, coincidimos
plenamente con una reciente Declaración emitida por un grupo de destacados
investigadores mapuches especialistas en Ciencias Sociales y Humanidades
cuando señalan: “Creemos que las muertes en un conflicto son siempre
lamentables. Refuerzan la intensidad de la violencia o la naturalizan como medio
de abordaje de los problemas, contribuyen a la radicalización y polarización de
las posiciones políticas e ideológicas o conllevan al desarrollo de actos
irracionales. Observamos con preocupación las señales emitidas por el gobierno,
políticos y gremios empresariales y ciudadanos comunes, en cuyos juicios y
opiniones aflora un racismo desde el cual se justifica la aplicación de
legislaciones que vulneran los derechos humanos y legitiman e incentivan la
violencia policial o paramilitar en contra de los mapuches. La convergencia que
manifiestan sectores empresariales, latifundistas y el gobierno en asumir la
represión como vía de tratamiento del conflicto no es otra cosa que la
actualización de la violencia histórica cuyo origen se encuentra en la imposición
del Estado colonial chileno en nuestro territorio mapuche”.
3. Consideramos que solo un cambio radical de la posición del Estado y del
conjunto de la sociedad chilena frente a la “cuestión mapuche” podrá dar
solución efectiva a este conflicto más que centenario. Es necesario erradicar de
raíz la discriminación y el racismo del que es víctima este pueblo originario
apuntando a las causas de fondo de su malestar. Es preciso, en primer lugar,
avanzar hacia un rápido reconocimiento constitucional del pueblo mapuche y de
todos los pueblos originarios que pueblan desde hace muchos siglos el territorio
de la actual República de Chile. También es preciso construir junto a esos
pueblos una fórmula consensuada con el pueblo chileno de autonomía política
en el marco de un Estado que debe declararse como plurinacional y pluricultural.
Igualmente se impone la urgente adopción de medidas que apunten a la
devolución de las tierras usurpadas, la liberación de los presos políticos
mapuches, el cese de la represión contra las comunidades, el término de la
militarización de la Araucanía y la no aplicación de la Ley Antiterrorista en
hechos producidos en el contexto de luchas sociales, reivindicativas o
nacionales, la protección de la infancia mapuche amenazada por la ofensiva
represiva del Estado, la aplicación irrestricta de las cláusulas del Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) suscrito por Chile que
concierne a los pueblos originarios, la preservación de la lengua y de la cultura
mapuches, entre otras medidas exigidas por las organizaciones mapuches y de
defensa de los Derechos Humanos.
4. Manifestamos, una vez más, nuestro apoyo a las demandas del pueblo mapuche
porque se sostienen en el legítimo derecho de reclamar del Estado la devolución
de las tierras que le fueron expropiadas, el reconocimiento que merece como un
pueblo con sentido de identidad propia y el derecho a lograr una mayor
participación en la gestación de las políticas que consideren apropiadas para
impulsar su desarrollo.
5. Estamos firmemente convencidos que la instauración de un diálogo democrático
e igualitario entre todas las partes involucradas en el conflicto que opone al
Estado de Chile y los empresarios de la Araucanía, por un lado, y el pueblo
mapuche, por el otro, solo puede ser abordado desde el reconocimiento de
hechos históricos indesmentibles como son los del violento despojo y violación
de derechos del que ha sido víctima el pueblo mapuche desde hace mucho
tiempo. Negar, soslayar o minimizar estas verdades históricas solo hará más
difícil y doloroso el proceso para la solución de este drama histórico.
La Araucanía – Santiago, 15 de enero de 2013.
Sergio Grez Toso, académico de la Universidad de Chile.
Igor Goicovic Donoso, Director del Departamento de Historia de la Universidad de
Santiago de Chile.
Jorge Pinto Rodríguez, académico de la Universidad de La Frontera (UFRO), Temuco,
Premio Nacional de Historia 2012.
Pedro Canales Tapia, académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Julio Pinto Vallejos, académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Augusto Samaniego Mesías, Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad
de Santiago de Chile.
Luis Galdames Rosas, Director del Departamento de Ciencias Históricas y Geográficas
de la Universidad de Tarapacá, Arica.
Fabián Almonacid, Director del Instituto de Historia y Ciencias Sociales de la
Universidad Austral de Chile, Valdivia.
Alejandra Brito Peña, Directora del Departamento de Sociología y Antropología de la
Universidad de Concepción.
Beatriz Areyuna Ibarra, Jefa de la Carrera de Pedagogía en Historia de la Universidad
Academia de Humanismo Cristiano.
Pedro Rosas Aravena, Director de la Escuela de Historia y Ciencias Sociales de la
Universidad ARCIS.
Mario Garcés Duran, académico de la Universidad de Santiago de Chile, Director de
ECO, Educación y Comunicaciones.
Nelson Castro Flores, Jefe Carrera Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales, Escuela
de Educación, Universidad Viña del Mar.
Juan Ñanculef Huaiquinao, Jefe Unidad de Cultura y Educación CONADI Dirección
Nacional –Temuco.
Carlos Gutiérrez P., Director del Centro de Estudios Estratégicos (CEE-Chile).
Verónica Valdivia, académica de la Universidad Diego Portales.
Carlos Contreras Painemal, académico de la Freie Universität, Berlin, Alemania.
José del Pozo, académico de la Université de Québec à Montréal (UQAM), Montreal,
Canadá.
José Alejandro Marimán Quemenado, historiador y Dr. en Ciencias Políticas.
Marcela Cubillos Poblete, académica de la Universidad de La Serena.
Cristina Moyano, académica de la Universidad de Santiago de Chile.
Rolando Álvarez Vallejo, académico de la Universidad de Santiago de Chile.
Jaime Massardo, académico de la Universidad de Valparaíso.
Alberto Díaz Araya, académico de la Universidad de Tarapacá, Arica.
Ángela Vergara Marshall, académica California State University. Los Angeles, Estados
Unidos.
Consuelo Figueroa Garavagno, académica de la Universidad Diego Portales.
Manuel Loyola, Director de Ariadna Ediciones.
Carlos Molina Bustos, académico de la Universidad Viña del Mar.
Rodrigo Ruz Sagal, académico de la Universidad de Tarapacá, Arica.
Margarita Iglesias Saldaña, Directora de Relaciones Internacionales de la Facultad de
Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.
Ivette Lozoya López, académica de la Universidad de Santiago de Chile.
Claudia F. Rojas Mira, Dra © en Estudios Americanos especialidad Historia, IDEA,
Universidad de Santiago de Chile.
Juan Rodrigo Ortiz Retamal, historiador Evangélico.
Francis Goicovich, académico de la Universidad de Chile.
Luis Castro Castro, académico de la Universidad de Valparaíso.
Horacio Gutiérrez, académico de la Universidad de Sao Paulo, Brasil.
María Eugenia albornoz Vásquez, Dra. © de la École des Hautes Études en Sciences
Sociales de Paris.
Enrique Fernández Darraz, académico de la Universidad de Tarapacá, Santiago.
Robinson Silva Paredes, académico de la Universidad Austral de Chile.
Fernando Venegas Espinoza, académico de la Universidad de Concepción.
Carlos Mondaca Rojas, académico de la Universidad de Tarapacá, Arica.
César Cerda Albarracín, académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana.
Daniel Palma Alvarado, académico de la Universidad Alberto Hurtado.
Pedro Bravo Elizondo, académico de Wichita State University, Wichita, Kansas,
Estados Unidos.
Maro Valdés Vera, académico de la Universidad de Concepción.
Francisca Giner Mellado, académica de la Universidad de las Américas.
Jorge Iturriaga, Dr. en Historia Pontificia Universidad Católica.
Alfredo Lastra Norambuena, Instituto de Historia de la Academia de ciencias de
Polonia.
Luis Corvalán Márquez, académico de la Universidad de Valparaíso.
Luis Cruz Salas, investigador independiente.
Viviana Gallardo Porras, académica de la Universidad Academia de Humanismo
Cristiano.
Mathias Ordenes Delgado, académico de la Universidad Catolica de Temuco.
Carlos Gabriel Alfaro Hidalgo, académico de la Universidad Católica del Norte.
Jorge Rivas Medina, académico de las Universidades ARCIS y UCINF.