Por Francisco Córdova Echeverría
Primero fue la casa de Tauro con el dios canaanita “EL” que se simbolizaba mediante un toro, luego vivimos en la casa de Aries donde el carnero asumió como figura de viarios dioses. Para el año 0 estábamos en la casa de Piscis por ende el símbolo del dios impuesto por Constantino era un pez. Hoy como humanidad estamos en Acuario pero lejos de tener a las jóvenes con los jarrones con agua pegados en la parte trasera de los autos, pues hoy las religiones, en las sociedades más educadas, se sustentan más en la costumbre que en los misterios y la amenaza del infierno.
Sin ánimos de criticar la fe, es importante detenerse a analizar la crisis de la religión en los sectores con más educación y el paradójico crecimiento que estas tienen en los sectores de mayor pobreza y por ende de mayor ignorancia. Muchos exponen que los drogadictos se sanan de su adicción al conocer a Dios, pero como bien dice una amiga socióloga Pierina Rondanelli, “se sanan de una droga para consumir otra”.
Pero no sólo son los más pobres los que usan a Dios para satisfacer sus necesidades de evasión de realidad, personas de los sectores más adinerados justifican su riqueza y la pobreza también mediante la fe. Es cosa de leer algunos comentarios de José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, para comprender que la riqueza y la pobreza tienen un carácter de designio divino más que socio-polítco.
Como bien dice Alessandra Bartolotti, en el libro Mitología Griega y Romana, el ser humano tiende a “interpretar las fuerzas que inciden directamente en su vida y que no puede controlar y a creer en fuerzas superiores que personifica en dioses y hérores”, y por lo mismo hoy para muchos creer es un acto más cultural-tradicional que de fe, pues los misterios básicos de hace 2000 años hoy están resueltos por la ciencia y los que quedan son más que nada filosóficos (el sentido de la vida) o metafísicos (por ejemplo el alma). No cabe duda, a medida que avanza la razón humana las religiones retroceden en poder.
No es necesario comentar la lucha histórica que ha dado el cristianismo en contra de la ciencia. En la actualidad existen aún “tirones de orejas” para científicos connotados como Stephen Hawking, que obtuvo un llamada de atención por parte del Vaticano por adentrarse demasiado en el origen del universo. Quizás no es el mismo castigo que le ofrecieron a Galileo, pero es el mismo gesto, evitar romper con el poder de la ignorancia.
Quizás sea importante concentrarnos en esta nueva era astral en el nuevo Dios, que poco tiene que ver con los misterios, sino con la ideología del consumismo y del individualismo. El Neoliberalismo, manifestación fundamentalista y cultural del capitalismo, hoy es el nuevo manda más, pues el dinero y las cosas son el centro de obsesión y el sentido de vida para muchos. El Dios Dinero ha logrado romper con todas las creencias religiosas en países que adoptan su modelo, cambiamos las catedrales por centros comerciales y en vez de crucifijos llevamos tarjetas en las billeteras. Vayan a ver un templo un domingo y vayan a ver un mall, verán dónde está la gente, y si quiere hágalo en semana santa, que más que nada es hoy una muy buena mini vacación para la mayoría de la población.
Hoy no me preocupan mucho las antiguas religiones, pues sólo quedan algunos brazos políticos en el parlamento que con el tiempo irán perdiendo fuerza, más me preocupa el neoliberalismo y su hijo Don Dinero que en la tierra es “poderoso caballero” como decía el poeta Francisco de Quevedo para el 1600.