Oscar Niemeyer nos deja después de 104 años de coherencia y humanismo

Oscar Niemeyer, referencia internacional en la arquitectura murió este día 05 de diciembre con 104 años de edad. Mundialmente conocido por sus obras arquitectónicas, Niemeyer es un faro de coherencia. Desde el comienzo de su carrera no se vendió al dios-mercado. Terminó tarde la escuela secundaria y trabajó en forma gratuita al comienzo de su carrera por no estar de acuerdo con la visión comercial que campea en su área de desenvolvimiento, la arquitectura.

Consiguió conciliar una actividad profesional de gran alcance con la militancia política, fué comunista afiliado al Partido Comunista y siempre defendió las causa sociales, poniendo su prestigio al servicio de innumerables situaciones, manifestaciones, cartas, etc. En otras palabras fue un humanista en el doble sentido del término: buscó ser coherente con sus convicciones, tanto en lo profesional como en la acción social y no se dejó contaminar por el “virus de altura” debido a su enorme éxito, traducido en premios y obras en el mundo entero. Al contrario, no se engaña con el mundo en que vivimos y nunca perdía la oportunidad de afirmar que la gente es lo que importa, ya sea en la arquitectura, el gobierno, la política, etc.

En sus obras y proyectos siempre tiene una marca tan personal que inmediatamente se reconoce al autor. Uno de los trazos más determinantes es la simplicidad, siguiendo el principio de que lo que es bello es simple y no complicado.

Hay muchas cosas que podríamos decir de su biografía, la construcción de Brasilia, capital de Brasil. La persecución sufrida por la dictadura que dificultaba su trabajo e hizo que terminara proyectando sus obras en el mundo entero, gracias a su exilio en Paría. O sea, fue como el principio que dice “si fuerzas las cosas hacia un fin, produces lo contrario” y tanto los dictadores como los gobiernos de  los Estados Unidos que en cierta oportunidad le impidieron entrar al país debido a sus convicciones políticas, vieron pasar su tiempo mientras que las obras de Niemeyer continúan ahí para todos, incluso en el mismo corazón del imperio, en la sede de las Naciones Unidas.

Dejemos que las obras hablen por sí mismas. Lo que sigue es una pequeña muestra en homenage a esta persona tan querida, coherente y humanista de esta época.