El gobierno de Rajoy está en una carrera desaforada por privatizar todos los servicios públicos para dárselos a empresas privadas nacionales o foráneas. Según dice porque lo privado es más eficiente o porque se necesita ese dinero para pagos urgentes. Las consecuencias son impredecibles en cuanto a calidad de vida de la población y la respuesta en la calle no cesa.
Algunos ejemplos. Hace ya unos años se privatizó el servicio de correo postal. Van “privatizando” la educación cuando disminuyen fondos y personal en los centros públicos mientras dan beneficios a centros privados. Privatizan la justicia, sacando ciertas prestaciones de lo público y subiendo las tasas judiciales, lo que resulta impagable para buena parte de la población; cobran ya hasta 10 € por utilizar los llamados “puntos de encuentro” (lugares donde el padre o la madre puede ver a sus hijos cuando no viven con ellos, en caso de desacuerdo grave entre los padres; lo que suponía hasta ahora la seguridad de los pequeños). Están privatizando la sanidad pública; según en qué autonomía se está en un momento más o menos avanzado del proceso.
Todas estas medidas junto a la subida de impuestos directos e indirectos, el disparo de precios, la bajada de sueldos –en muchos casos, aprovechando la “crisis”-, el crecimiento del número de parados, el pago de medicamentos por parte de los pensionistas… hace que se esté llegando a situaciones extremas.
En España hay hambre (que palian organizaciones humanitarias o las propias familias; se sabe que cientos de miles de personas viven de la pensión del abuelo; ¡habrá que ver qué ocurrirá cuando éste falte porque no tenga cubierta la sanidad!). En España unos pocos ricos se están haciendo cada vez más ricos y la gran mayoría se empobrece a pasos agigantados. En España la crisis está llevando a la desesperación a millones de personas: la utilización de psicofármacos para compensar el estrés, el número de suicidios (en dos días, se han suicidado dos personas por desahucios en Andalucía), las enfermedades derivadas de la falta de futuro… crece también sin control y es indicador claro del desastre.
Pero, como decía en estos días el conocido juez Garzón en una entrevista televisiva, es posible que se pueda enjuiciar y condenar a los responsables de la crisis por “crímenes de lesa humanidad”. Es posible que esto no tarde en llegar y hay colectivos que ya están apostando y se están movilizando porque esto sea una realidad.
Mientras, como decíamos, la imagen externa que se da de España -alentada por gobierno, intereses económicos y medios de comunicación a su servicio- es de que está inmersa en una crisis económica de la cual es responsable toda la población por haber gastado lo que no tenía. Algunos sectores, incluso adentro, han hecho suyo este discurso… pero no la mayoría de la población.
La crisis tiene nombre y apellidos; hay grupos financieros internacionales detrás, grupos económicos nacionales y políticos que firman y ejecutan leyes que permiten la evasión de capitales a paraísos fiscales, por ejemplo; políticos que nacionalizan deuda privada y la convierten en pública, es decir, de todos. Y para poder pagarla –dicen- necesitan privatizar y vender los bienes comunes, evidentemente lo que funciona bien…
No podemos olvidar otro tipo de mentiras que se cuentan desde el gobierno popular. Por ejemplo, con respecto a los desahucios. En plena campaña electoral catalana, ante el suicidios de algunos desahuciados y la exigencia pública de algunos jueces para que tomara cartas en el asunto, Rajoy prometió que reformaría la Ley Hipotecaria. Lo que hizo, con el beneplácito de otros grupos parlamentarios, fue facilitar que algunos desahuciados pudieran quedarse viviendo en la casa durante dos años pero dejando de ser titulares de la misma y manteniendo la deuda con el banco más los intereses que vayan generándose. Esta medida que, en la práctica, “beneficia” a contadas familias, es pura propaganda. Muchos adentro y, en general, afuera del país han creído que esa ley absolutamente inhumana ha sido abolida. Sigue en pié, de tal modo que la mayoría que no puede pagar su hipoteca, ha de irse a la calle y su deuda seguirá creciendo con el banco de turno.
Otra imagen que se quiere mostrar es que no hay respuesta ciudadana; como si todo el mundo hubiera asumido que no sólo creó la crisis sino que además ha de pagarla.¡Qué lejos de la realidad!. España es un hervidero de protestas, manifestaciones, huelgas… y lo que es más importante, de iniciativas paralelas que buscan ir construyendo otro sistema mientras éste cae.
Sobre movilizaciones y alternativas iremos contando en próximos artículos.