Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de México y, paradójicamente, anunció que uno de los principales objetivos de su gobierno será la pacificación del país, desangrado por una guerra interna que provocó más de 60.000 muertos en los últimos seis años.
El nuevo mandatario mexicano, un abogado de 46 años, que encarna la vuelta al poder del tradicional Partido Revolucionario Institucional (PRI), recibió el mando de parte de Felipe Calderón en una ceremonia realizada en el Parlamento ante unos 1.500 invitados extranjeros, mientras en las calles hubo choques entre policías y manifestantes del Movimiento YoSoy132 que dejaron al menos 20 heridos -uno de ellos grave- y 65 detenidos.
En su mensaje inaugural anunció un plan nacional para combatir el delito y la impunidad, así como para fortalecer el tejido social, y como un segundo aspecto saliente de su gestión señaló que buscará lograr un país incluyente y la eliminación de la pobreza, que alcanza hoy a unos 40 millones de mexicanos.
«Hoy los mexicanos queremos un cambio (…) Deseo un cambio seguro, con rumbo y dirección», afirmó Peña Nieto, y añadió que «es tiempo de romper juntos los paradigmas que han limitado» el desarrollo del país, reseñaron EFE, DPA y Prensa Latina.
Dedicó especial importancia a la ola de inseguridad que vive el país por las acciones del crimen organizado, y prometió «combatir la impunidad y hacer que prevalezca la justicia y la paz».
Ante varios jefes de Estado extranjeros, Peña Nieto anunció la creación de un programa nacional para la prevención del delito que reunirá los esfuerzos de todos los niveles del Estado.
«Estoy convencido de que el delito no se combate con la fuerza», afirmó. «México exige vivir en paz», insistió, y explicó que ese «programa transversal» será aplicado por varios ministerios e incluirá el rescate de espacios públicos y brindar las garantías de seguridad para los procesos productivos.
Entre sus decisiones inmediatas anunció su intención de presentar una reforma constitucional para unificar todos los códigos penales existentes, 33 civiles y uno militar, con el fin de evitar que se castigue «de manera distinta los mismos delitos».
En materia económica, se comprometió a cerrar el próximo ejercicio de las cuentas públicas con «déficit cero» y garantizar la «responsabilidad» en las administraciones de los Gobiernos estatales y municipales.
«La solidez de las finanzas públicas seguirá siendo un pilar en la conducción de la economía nacional», prometió, y avisó: «Los gobiernos tienen la responsabilidad moral de ser austeros en sus gastos».
Peña Nieto no pudo asumir el gobierno con un acuerdo firmado con los opositores Partido de Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), como pretendía, pero continuará los esfuerzos en ese sentido para asegurarse el apoyo parlamentario a varias de las reformas que tiene en carpeta.
Tampoco pudo evitar las marchas de protesta y rechazo a su imposición de parte de los estudiantes y del líder opositor Andrés López Obrador, quien no reconoció su derrota en los comicios de julio y hoy criticó la represión a los jóvenes.
En un acto pacífico celebrado en el Monumento al Ángel de la Independencia, López Obrador -de izquierda- anunció que con su nuevo movimiento «Morena» liderará el desconocimiento al «gobierno espurio» de Peña Nieto y recorrerá el país.
Peña Nieto asumió el mando desde el primer minuto de este sábado en un acto privado que se realizó en el Palacio Nacional, previo a la investidura en el Congreso.
Ahí recibió la bandera mexicana de manos de Calderón y tomó juramento a los miembros del gabinete encargados del área de seguridad. El resto del gabinete juró en su cargo luego, antes del discurso inaugural.
Después de su mensaje en el Palacio Nacional (Parlamento), Peña Nieto asistió a una ceremonia en el campo militar Marte donde recibió honores de las Fuerzas Armadas.