Por Stephen Leahy, enviado especial
Los delegados de Washington bloquearon las referencias que implicaran compensaciones o responsabilidad sobre pérdidas y daños causados por los impactos del cambio climático.
La conferencia climática de las Naciones Unidas se alargó un día más, hasta este sábado 8 en la capital de Qatar, y finalizó sin mayores reducciones de la contaminación que recalienta la atmósfera ni compromisos de financiación para el período 2013-2015.
Sin embargo, los países en desarrollo lograron mantener a flote el Protocolo de Kyoto, único tratado internacional obligatorio para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
«Es un acuerdo increíblemente débil», comentó Samantha Smith, representante de la Red de Acción por el Clima, una coalición de más de 700 organizaciones no gubernamentales.
«Los gobiernos vinieron sin mandato para actuar», sostuvo Smith en una conferencia de prensa momentos después de que terminara la 18 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 18) y de que sus 194 estados partes aprobaran un complejo paquete que dieron en llamar Portal Climático de Doha (Doha Climate Gateway).
Este acuerdo establece una segunda fase de compromisos del Protocolo de Kyoto, para que las naciones industriales reduzcan sus emisiones de gases invernadero entre 2013 y 2020, pero sin fijar los volúmenes de esos recortes.
Tampoco se comprometió apoyo financiero para la adaptación de los países más vulnerables al cambio climático, apenas un acuerdo de celebrar más reuniones al respecto en 2013.
También para el año próximo se fijaron conversaciones para crear un «mecanismo» destinado a medir daños y costos para los países afectados por las manifestaciones del cambio climático.
Finalmente, el acuerdo incluye una previsión de dos años de negociaciones para un nuevo acuerdo climático internacional que entraría en vigor en 2020.
«Es imposible lograr que todos se vayan con una sonrisa… También yo estoy decepcionado», dijo el presidente de la COP 18, el qatarí Abdullah bin Hamad Al Attiyah.
En declaraciones a Tierramérica, Al Attiyah se dijo sorprendido porque los países quisieron introducir tantos cambios en las dos semanas de la conferencia, e inclusive hasta las horas finales.
Sin embargo, este es un acuerdo «histórico», subrayó.
Pero la conferencia de Doha no logró nada para abatir un curso de contaminación que está llevando al planeta a un calentamiento de cuatro grados o incluso superior. Y ofrece poco para financiar a los países más pobres que deben soportar los efectos de la transformación del clima, apuntó Smith.
La activista acusó a Estados Unidos y a Canadá de bloquear avances. Canadá fue uno de los peores, dijo. Mientras se beneficia de la explotación de sus extensas arenas petroleras, fue «muy obstruccionista en financiación», aseveró.
Los países industriales habían comprometido volcar 100.000 millones de dólares por año al Fondo Verde para el Clima a partir de 2020. Con el fin de llenar el vacío hasta entonces, las naciones en desarrollo pidieron 60.000 millones de dólares para 2015.
Alemania, Gran Bretaña y un puñado de gobiernos más prometieron aportar 6.000 millones, pero de forma voluntaria. En Doha se acordó seguir discutiendo la financiación el año próximo.
El debate sobre pérdidas y daños fue de los más intensos de las sesiones celebradas a puertas cerradas. Estados Unidos se enfrentó a estados isleños como Filipinas, que soporta severos daños por inclemencias meteorológicas y la elevación del nivel del mar.
Los delegados de Washington bloquearon todas las referencias que implicaran compensaciones o responsabilidad, admitiendo abiertamente que temían represalias políticas domésticas, dijo una fuente que no quiso dar su nombre.
«Las pérdidas y daños son un asunto enorme para América Central. Somos muy vulnerables a los impactos del cambio climático», dijo Mónica López Baltodano, del Centro Humboldt de Nicaragua y observadora de la sociedad civil en las conversaciones.
«Honduras y Nicaragua figuran en primer y tercer lugar entre los países más vulnerables del mundo, según el Índice Mundial de Riesgo Climático», dijo López Baltodano a Tierramérica.
El índice que elabora la entidad alemana Germanwatch, divulgado en Doha, sostiene que esos dos países centroamericanos fueron los más afectados en pérdida de vidas y daños en las últimas dos décadas. En 2011, Tailandia, Camboya, Pakistán y El Salvador resultaron los peor golpeados por eventos meteorológicos extremos.
En la COP 16, celebrada en la ciudad mexicana de Cancún en 2010, se acordó buscar mecanismos para evaluar y reducir los daños y pérdidas que causan las manifestaciones del calentamiento, desde los desastres meteorológicos a fenómenos de desarrollo lento, como la elevación del nivel del mar, la acidificación de los océanos, la pérdida de biodiversidad y la desertificación.
El mundo en desarrollo quería una nueva institución y un marco de acción para los daños y pérdidas, pero Estados Unidos se negó a crear una entidad. El pacto entonces es establecer «un nuevo mecanismo» en 2013.
La segunda fase del Protocolo de Kyoto se extenderá entre 2013 y 2020, un avance muy importante para los países en desarrollo, pues sus metas de reducción de emisiones y sus métodos de emisión y de verificación tienen fuerza legal.
Sin embargo, solamente la Unión Europea, Australia y algunos pocos países más se encuentran comprendidos por las obligaciones de Kyoto, y representan en total apenas 12 por ciento de las emisiones mundiales de gases invernadero.
Estados Unidos no forma parte de este tratado. Canadá y Japón optaron por retirarse de la segunda fase, y las grandes potencias emergentes –China, India, Brasil, etcétera– tampoco hacen parte de él, por ser países en desarrollo.
Además, ninguno de los estados abarcados por la segunda fase del Protocolo de Kyoto se comprometió a nuevas reducciones de sus emisiones. Solo aceptaron una revisión obligatoria de sus compromisos de recorte en 2014.
Las naciones ricas no obligadas por el protocolo prometieron realizar disminuciones comparables, pero sin ningún anuncio concreto en Doha.
«El proceso de la COP es decepcionante», dijo López Baltodano, que ha asistido a las tres últimas conferencias. «Es evidente que los intereses económicos nacionales dominan las negociaciones».
Y los países están a su vez influidos por el sector corporativo, mientras la sociedad civil tiene poca interacción y capacidad de incidencia, según la activista. «Hay un espacio enorme al que no llegamos».
El resultado concreto de Doha pone al mundo rumbo a un calentamiento de tres, cuatro o inclusive cinco grados respecto de las temperaturas preindustriales, dijo un delegado de la isla de Nauru, en el océano Pacífico, que habló en la sesión plenaria final en nombre de la Alianza de Pequeños Estados Insulares.
«No estamos hablando de cuán confortablemente pueden vivir sus pueblos (del mundo desarrollado), sino de si nuestros pueblos podrán vivir. La vida de nuestra gente es la que está en la cuerda floja», concluyó.
* Publicado por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.