La periodista Gloria López propone, ante la violencia contra la mujer, la lucha de hombres y mujeres juntos para cambiar de raiz este sistema que es violento en general pero que se ceba particularmente contra las mujeres.
El 25 de noviembre es el Día Internacional contra la violencia machista, una violencia que afecta a cientos de miles de niñas y mujeres en todo el mundo y que no encuentra fronteras culturales, económicas o de sector social. Un año más tenemos que denunciar que casi a diario alguna mujer es asesinada por el hecho de ser mujer, que cada minuto, una mujer muere por causas totalmente evitables -complicaciones en el parto, problemas en el embarazo, desnutrición, etc.-, y que los dos “negocios” más “rentables” del planeta, las guerras y la trata de seres humanos, tienen como víctimas fundamentales a las mujeres.
Todo ello es la expresión más grosera de un conjunto de discriminaciones y desigualdades. En realidad, las distintas formas de discriminación y violencia a las que se enfrentan las mujeres se enraízan en una construcción social histórica que está derrumbándose.
Las mujeres han motorizado y hoy también impulsan muchos de los grandes cambios sociales y es innegable su contribución al arte, la ciencia, la cultura, la política, la educación o la medicina, aportes que generalmente se obvian y se esconden tras el velo de la negación y la censura.
Actualmente cabe destacar que, junto a la población joven, las mujeres resultan postergadas y son las más golpeadas por la crisis económica y los recortes en derechos sociales. Y es que para los que quieren perpetuar este sistema económico y social inhumano en el que vivimos sobra la gente y muy especialmente, sobran jóvenes, mujeres e inmigrantes.
Este momento que nos toca vivir, en donde, provisoriamente, parecen imponerse la violencia, la amenaza, el atropello y la sinrazón, exige un cambio de actitud en la sociedad, en la cultura, en la educación y en las relaciones interpersonales, para superar definitivamente la violencia en cada persona y en el mundo
Mujeres y hombres necesitamos posicionarnos y encabezar este proceso orientado hacia el cambio profundo y esencial de nuestra sociedad dando paso a una nueva sensibilidad que ubique al ser humano como el valor central; que propicie la igualdad de derechos y la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos; que reconozca la diversidad oponiéndose a todo tipo de discriminación; que auspicie toda tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento por prejuicios aceptados como verdades absolutas e inmutables; que afirme la libertad de ideas y creencias; y que repudie toda forma de violencia -física, económica, racial, religiosa, moral y psicológica-.
Efectivamente, esto no es algo que puedan hacer solas las mujeres, es una lucha de mujeres y hombres complementándose y aportando sus mejores cualidades en una dirección humanista, que busque la transformación de un sistema que ha fracasado. No es cosa de bandos, ni de simples mejoras dentro del actual sistema, se trata de un cambio profundo y revolucionario.