Amaia Egaña no esperó a ser desalojada de su casa. El 9 de noviembre, mientras funcionarios de la justicia local del municipio de Barakaldo, en las afueras de Bilbao (País Vasco, España) se dirigían a entregarle la notificación de desalojo, Amaia se paró en una silla y se lanzó por la ventana de su apartamento, en el cuarto piso del edificio en el que vivía. Murió en el acto al caer sobre la vereda. Se trata del segundo suicidio registrado en España en las últimas dos semanas como consecuencia de un inminente desalojo. El suicidio sumó un motivo de protesta a la huelga general realizada esta semana en las calles de Madrid y que se extendió a todo Europa.
La huelga general realizada el 14 de noviembre en varios países europeos tiene su origen en la profundización de la crisis en España, Portugal y Grecia. Como consecuencia del colapso económico mundial de 2008, España se encuentra sumergida en una profunda crisis financiera. La tasa de desempleo ha sobrepasado el 25% y se estima que hay un 50% de desempleo entre la población más joven. Los grandes bancos se han beneficiado de millonarios rescates financieros, al tiempo que continúan exigiendo el cumplimiento del pago de hipotecas que un número cada vez más elevado de españoles no puede pagar. Esto provoca que cada vez haya más ejecuciones hipotecarias e intentos de desalojo. Se habla de “intentos” debido a que en respuesta a la epidemia de desalojos ha surgido en España un movimiento de acción directa para evitarlos. En una ciudad tras otra, los vecinos solidarios y grupos organizados han formado redes y creado equipos de respuesta rápida que inundan la calle frente al apartamento amenazado con ser desalojado. Cuando llegan los funcionarios para entregar la notificación de desalojo, no se les permite ingresar al edificio y mucho menos llegar al apartamento en cuestión.
Mediante su convocatoria a la primera huelga general continental en décadas, la Confederación Europea de Sindicatos pretendía expresar la “fuerte oposición a las medidas de austeridad que están provocando el estancamiento económico y la recesión en Europa y que están acabando con el modelo social europeo. Estas medidas, lejos de restablecer la confianza tan solo exacerban las desigualdades y promueven la injusticia”.
En Estados Unidos, un grupo surgido en el seno de Occupy Wall Street, movimiento en parte inspirado por el 15-M español, que fue creado en el marco de la lucha contra las medidas de austeridad, ha adoptado un enfoque creativo al flagelo de la deuda que afecta a millones de estadounidenses. El grupo se ha denominado ‘Rolling Jubilee’, por la antigua práctica del jubileo en la que se perdonaban las deudas cada cincuenta años, y se dedica a comprar deudas a los prestamistas por un monto muy inferior a su valor con el objetivo de cancelarlas. “La idea de ‘Rolling Jubilee’ estuvo en el aire durante mucho tiempo. Nos juntamos y comenzamos a hablar y nos dimos cuenta de que la deuda es realmente lo que vincula al 99%, es el punto de intersección entre Wall Street y nosotros”, sostuvo Pam Brown, estudiante de sociología de la universidad New School y parte de la organización ‘Strike Debt’, responsable del reciente lanzamiento de ‘Rolling Jubilee’. “Se trata de una idea muy simple, sin embargo, nadie la había intentado antes. Los cobradores de deudas hacen esto todo el tiempo. Lo que sucede es que alguien incumple, es decir, no puede pagar su deuda, y el acreedor original deja de intentar cobrarla. Luego, hay un segundo grupo de personas que se mueve en el mercado de deudas, que es un mercado de 60.000 millones de dólares, que decide comprar esa deuda y cobrarla. Obviamente ya no tiene el valor original, de modo que los acreedores iniciales la venden a apenas centavos de dólar a otros cobradores, a compradores de deuda y a empresas de cobro que intentan cobrar la deuda. De hecho, hacen un muy buen trabajo porque ganan alrededor de 12.200 millones de dólares al año al cobrar lo que era, básicamente, una deuda impaga”.
Según el sitio web de Rolling Jubilee, el grupo interviene “mediante la compra de la deuda a las entidades financieras primarias, para así mantenerla alejada de los cobradores, y de ese modo la da por cancelada…para ayudarnos mutuamente y destacar cómo el sistema depredador de préstamos y deuda afecta a nuestras familias y comunidades. Sería como el rescate del 99% por el 99%”. A la fecha, Rolling Jubilee ha recaudado 175.000 dólares, que afirma utilizará para cancelar 3.5 millones de dólares de deudas personales.
Quizá sea una cantidad simbólica, pero se trata de un mensaje importante al Presidente Obama y a los representantes republicanos justo en momentos en que se aprestan a comenzar el debate para impedir el “precipicio fiscal” y deben discutir sobre el futuro de las tasas impositivas de Estados Unidos, la reducción del déficit, las prioridades presupuestarias y cómo financiar las denominadas prestaciones sociales. Sarah Anderson, del Instituto de Estudios Políticos, prefiere denominar a la Seguridad Social y a Medicare “programas de derecho a beneficios”. Anderson me dijo: “Se trata de programas por los que los trabajadores estadounidenses pagan a lo largo de sus vidas y tienen derecho a ese dinero, a tener los programas sociales básicos que nos han convertido en una sociedad más fuerte con una clase media más fuerte. Pensar que necesitamos pasarle la carga a los pobres y a los más viejos es impensable. Somos el país más rico del mundo. Nuestro problema es que nuestros recursos han sido asignados en forma indebida y la solución a la deuda debería ser buscar formas de recaudar fondos. En primer lugar, mediante impuestos justos, como impuestos a las transacciones financieras, que podrían frenar a Wall Street; en segundo lugar, mediante reformas a las políticas medioambientales, como reducir los subsidios a los combustibles fósiles y aplicar impuestos a las emisiones de carbono; y por último, mediante el recorte del gasto militar, en particular cerrar todas las bases militares que tenemos en todo el mundo que son obsoletas. Esa combinación de medidas podría recaudar billones de dólares en los próximos diez años. Y esa es la forma en que deberíamos enfrentar el problema de la deuda”.
Amaia Egaña debe haber sentido que no tenía una red de contención en España cuando se lanzó por la ventana para encontrar la muerte. Mientras el movimiento por esa fuerte red de contención social crece en todo el mundo y también a nivel local en Estados Unidos, el mandato es claro: la austeridad no es la solución.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.